DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
No lloren por los que se van
En el día de la Hispanidad, se lidiaron reses de Garcigrande, procedencia Juan Pedro Domecq, bien presentadas en líneas generales. Tarde de temperatura agradable donde se colgó el “No hay billetes”.
Al romper el paseíllo, Fernando Robleño recibió una gran ovación fruto de su despedida de los ruedos.
Morante de la Puebla (Chenel y oro): en su primero, cuatro metisacas y estocada. Pitos. En su segundo, mata de una gran estocada. Dos orejas. Se corta inesperadamente la coleta en el centro del ruedo.
Fernando Robleño -despedida- (grana y oro): en su primero, dos pinchazos, pinchazo hondo y estocada baja. Silencio. En su segundo, pinchazo y estocada caída. Oreja.
Sergio Rodríguez -confirmación- (blanco y oro): en su primero, estocada casi entera. Silencio. En su segundo, pinchazo y bajonazo. Silencio.
Presidencia, (D. Roberto Gómez Guillén): no debió conceder la segunda oreja a Morante de la Puebla para premiar su actuación con el cuarto de la tarde.
Cuadrillas: destacaron con las banderillas Curro Javier en el segundo de la tarde e Iván García en el quinto.
1º SALEROSO – Negro listón – nº49 – 534 kg – 11/20:
Primer puyazo en corto, se le tapa la salida y se deja pegar. En su segunda entrada, se le cita en corto para recibir un puyazo muy trasero en el que se limita a hacer sonar el estribo. Palmas en el arrastre.
2º POSTINERO – Castaño claro – nº 57 – 615 kg – 11/19:
En el primer puyazo, en corto, se deja pegar mientras recibe un puyazo en el hoyo de las agujas. En la segunda entrada, el toro se deja pegar trasero mientras mira la vara. Pitos en el arrastre.
3º CHAPARRITO II – Colorado ojo de perdiz – nº53 – 556 kg – 10/20:
Recibió un primer puyazo trasero, que se rectificó a delantero cuando se arrancó a media distancia. Se deja pegar mientras se le tapa la salida. También se arrancó a media distancia al segundo encuentro, cumpliendo en la pelea mientras recibe un puyazo trasero. Silencio en el arrastre.
4º TRIPULANTE – Colorado ojo de perdiz – nº102 – 554 kg – 01/21:
En el primer encuentro, recibe un puyazo fuerte mientras cumple en la pelea, arrancándose a media distancia. Ídem de lo anterior fue la segunda entrada al caballo. Silencio en el arrastre.
5º TROPICAL – Negro listón – nº95 – 583 kg - 10/20:
Se arranca al caballo a corta distancia en el primer encuentro, dando vueltas al caballo intentando huir de la pelea. Se vuelve a arrancar de cerca al penco, recibiendo un puyazo en el sitio dejándose pegar. Silencio en el arrastre.
6º MILANÉS – Castaño – nº91 – 645 kg – 01/21:
En el primer encuentro, se arranca de cerca y apireta de riñones recibiendo un puyazo que cayó algo bajo. La segunda vara la recibe arrancándose a una media distancia cumpliendo sin estridencias. Silencio en el arrastre.
En la vida, como en los toros, no es lo mismo “Decir adiós” que un “Que te digan adiós”. El primero, previsible y carente de sorpresa, nos invita a no salir de nuestra zona de confort en demasía. El segundo, impredecible, nos ata a asumir rápidamente las consecuencias de un hecho inesperado el cual puede provocarnos algún tipo de trastorno en nuestra modesta existencia.
Fernando Robleño y Madrid se despidieron mutuamente con un toro de gran recorrido de Garcigrande que fue sin duda el astado del festejo. Con él, lució un bello quite por chicuelinas firmado con una excelsa revolera que sirvió para inspirar al diestro en la faena de muleta. Basaría ésta en el juego de las distancias, ni muy lejos ni muy cerca: la justa. Y fue aquí donde extraería dos grandes series a base de derechazos donde el diestro madrileño encontró la relajación y la naturalidad que hace rugir a Madrid. Más templada, pero también más forzada, fue una serie al natural donde Madrid vibró por (pen)última vez, ya que las fuerzas del astado empezaron a flaquear. Pinchó la faena con los aceros, porque Fernando Robleño sigue siendo Fernando Robleño y, tras una estocada algo caída recibió una merecida oreja por parte del respetable que hubiesen sido dos como mandan las nuevas tradiciones de las despedidas.
Morante de la Puebla nos dijo adiós tras una faena intensa que comenzó trágicamente con una violenta cogida cuando se estiraba a la verónica con el cuarto de la tarde. No fue corneado, pero el impacto con la testuz del de Garcigrande lo dejó conmocionado en el ruedo presagiando lo peor. Pudo recuperar la compostura para firmar una faena en la que redefinió el concepto de empaque. Y es que, con la mano derecha, firmó unos trazos tan ajustados que alguno sobrepasó la mínima distancia existente entre toro y torero resultando atropellado. El toro, que fue muy poquita cosa, se quebró completamente ante esa exigencia y aquello no pudo ir a más. Mató de un estoconazo y el público le premió con dos orejas excesivas.
Poco pudo decir el triunfador de la Copa Chenel 2025, Sergio Rodríguez, ante el papelón de tarde que se le preparó. Ni los toros ni las circunstancias acompañaron a reivindicar su carta de presentación, por lo que nos remitiremos a la temporada que viene para valorar sus características.
Hasta aquí, el análisis de lo artístico del festejo. Bien merece ser mencionado lo más emocional. El inesperado corte de coleta de Morante trajo consigo una de las imágenes que marcaran la Historia de la Tauromaquia del S. XXI. Madrid, tras el último toro de la temporada, despidió a dos maneras de entender esta cultura. La primera, la nuestra, la de un Fernando Robleño aclamado por decenas de personas que lo sacan a hombros por el patio de cuadrillas en reconocimiento a su hoja de servicios tras lidiar durante veinticinco años de alternativa a lo más singular del campo bravo. La segunda, que también es nuestra, la de Morante de la Puebla, aclamado por cientos de personas que lo sacan a hombros por la Puerta Grande de Madrid, en reconocimiento a enseñarnos lo que es torear y lo que no lo es durante sus veintiocho años de alternativa. Tras ello, el vacío del ruedo venteño, donde hoy se perdió más que se ganó. Pero no lloren por los que se van… Lloren por los que se quedan.
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