NUNCA DEJES QUE LA REALIDAD TE ESTROPEE UN BUEN TITULAR
Dejó escrito el periodista “Clarito” en sus memorias taurinas cómo en su primera crónica no tuvo mejor ocurrencia que poner a parir a Belmonte.
El Pasmo supo de la insolencia del nuevo periodista mientras le afeitaba su barbero Toribio:
- Y este Cla... Clarito, ¿quién es?
- Le conozco -dijo Pérez de Ayala, que era el lector- es un muchacho, un periodista joven que vale mucho.
- Y... ¿cuánto vale?
Hoy, sin oposición alguna que pueda rebatirlo, ya no existe el periodismo taurino. El afeitado sí, como tantas otras prácticas fraudulentas, pero haría falta ese periodismo difunto para poder denunciarlo. Ahora hay portales, como los de las marujas, con los que etimológicamente se hermanan: fregonas y cotillas elevando a ficticia categoría la más trivial de las anécdotas.
Luego harían falta también (en el improbable caso de querer denunciar lo delictivo) los eternos, innegociables valores del toreo: haría falta dar la cara, firmar los artículos furibundos y las editoriales impersonales, desgajar la opinión de la información y no hacer con ese rimero de ideas improvisadas una noticia que nunca existió. Pero para eso hace falta ser libre, y a veces uno ignora que no lo es. Haría falta también ir por derecho, atacar en la rectitud, y no aprovechar que no tienes una exclusiva para inventarte una.
La Asociación El Toro de Madrid, en Las Ventas, está diseminada por toda la plaza (aunque quieran hacinarnos en el siete), a veces por error también aplaudimos faenas y toros, no sólo protestamos lo que es ilegalmente amoral. Con el parón invernal invitamos a hablar con nosotros a todo tipo de fuerzas vivas del mundo del toro. Les intentamos hacer sentir como en casa, y a veces hasta nos lo agradecen. A veces acertamos, casi siempre fallamos, pero nunca mentimos: puede que éste sea un buen augurio.
Sabemos, yo al menos, por redes sociales (que siendo la misma zahúrda al menos resiste la anarquía de no obedecer la voz de ningún amo) que se ha aprovechado una de las numerosas opiniones que uno de los muchos invitados en una de las múltiples tertulias en las que nuestra Asociación ha abierto las puertas a incontables aficionados en una de las innumerables noches de dilatados inviernos que se ha sacado de contexto una frase dicha por un ganadero para escribir un editorial en el que desacreditar a nuestra asociación. Algo de unas vacas viejas, creo. Adviértase lo paleto y amateur de la emboscada: me invitan a casa ajena, de gratis, escucho dos horas a un par de ganaderos contar lo que no suelen (con la de reflexiones interesantes y anécdotas graciosísimas que contaron), del buffet libre de frases sueltas picoteo la que me conviene y listo: ya tengo portada para mañana.
Aquí no debemos nada a nadie, yo puedo firmar con nombre y apellidos y al tiempo pasar por taquilla y dormir con la pierna suelta. Nos leemos entre nosotros, no tenemos gran eco mediático, pero cuando vamos a casa ajena intentamos no escupir en el plato que nos da de comer.
Si el periodismo es escribir lo contrario de lo que ha dicho el protagonista (está el vídeo ahí) a uno ya sólo le queda meterse las manos en los bolsillos, encogerse de hombros, y cavilar en qué momento fuimos capaces de sustituir la percepción de una noticia en un portal taurino por la evidencia de la voz de un hombre dando su opinión en público.
El problema no es con Adolfo, ni con las vacas viejas. El dilema es el día 2 de diciembre, cuando no haya noticias que publicar, y quieran asistir a la tertulia de Morante.
Escrito por: Óscar Escribano
Aficionado y socio de la Asociación El Toro de Madrid