DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
06 de junio de 2014 | Escrito por Pepeíllo | Fotografías de Constante
Toros de Victorino Martín. Encaste Saltillo-Santa Coloma-marqués de Albaserrada. El ganadero presentó una autentica corrida de toros, donde brilló la casta en el albero venteño. Todos fueron aplaudidos en el arrastre excepto el sexto, aunque el público fue muy generoso, ya que el cuarto, a mi entender, no mereció tal honor.
Uceda Leal: De catafalco y oro. Pinchazo arriba y estocada tendida y contraria. Bronca. Pinchazo y estocada caída. Pitos.
Antonio Ferrera: De berenjena y oro. Metisaca y estocada. Aviso División de opiniones. Cuatro pinchazos saliéndose de la suerte y sartenazo infame en los bajos. Bronca.
Alberto Aguilar: De azul y oro. Dos pinchazos y media estocada que vale. Aplausos. Siete pinchazos sin soltar y pinchazo hondo y dos descabellos. Silencio.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito.
Suerte de varas:
1º Madrileño. 523 Kg: En la primera entrada al caballo no se empleó, el picador midió el castigo y salió suelto. En la segunda acudió suelto y salió suelto sin recibir castigo. No se le ha vio en el caballo y en la muleta fue un buen toro .que se fue al desolladero con las orejas puestas.
2º Escritor. 582 Kg: En la primera entrada acudió de largo al montado y el picador lo agarró bajo y no rectificó, el toro cumplió. En la segunda lo volvió a dejar Ferrera de largo, el burel se arrancó pero no fue castigado. Salió suelto. En la tercera vara lo volvió a colocar de largo pero el toro no se arrancó y tuvo que cerrarlo. En esta vara no se empleó. Manso encastado y el torero no pudo con él.
3º Vengativo. 528 Kg: En cuanto apareció en el ruedo estuvo barbeando las tablas buscando la salida. En la primera vara acudió suelto y manseó en la pelea, el picador le tapó la salida. En la segunda lo puso de largo pero tuvo que cerrarlo porque no se arrancó. Se defendió en la pelea con el montado. Manso encastado. El torero careció de oficio y de los recursos técnicos necesarios.
4º Jaqueto. 558 Kg: El picador lo castigó trasero en las primeras entradas y el toro no se empleó. La tercera fue un trámite. No se ha visto el toro en el caballo. Manso, descastado y noble en la muleta.
5º Majito. 538 Kg: En la primera vara se defendió y el piquero le tapó la salida. En la segunda entrada al caballo siguió mostrando mansedumbre y salió suelto. Manso, con casta que presentó muchas dificultades al torero en el último tercio.
6º Caminero. 593 Kg: Se dejó pegar en la primera vara pero salió suelto de la pelea haciendo cosas muy feas. En la segunda el piquero le zurro la badana pero el toro continuó mostrando mansedumbre. Manso y con casta.
Cuadrillas y otros: : El quinto corneó al torero de plata Manolo Rubio cuando intentaba apuntillarlo. El toro se echó y al apuntillar el peón se levantó y le tiró la cornada. Fueron momentos dramáticos hasta que pido librarse de su enemigo. Lo que vino después fue un autentico desastre. Primero intentó apuntillar Ferrera, pero tampoco acertó, y posteriormente fue otro miembro de su cuadrilla quien tuvo que despenar al animal. Se echó de menos al puntillero de la plaza, pero el matador en su afán de ahorrarse unos euros, prescindió de él, y ante un toro de verdad se notó su ausencia.
Otro detalle que puso en entredicho el comportamiento del público fue que despidieron a los toreros lanzándoles almohadillas al ruedo. Ese público generoso que regala las orejas a las figuras en faenas vulgares y ventajistas toreando a toros cadavéricos, fue incapaz de reconocer la honradez de estos profesionales anunciándose con una autentica corrida de toros, mostrándoles una falta de respeto y de sensibilidad a los que han intentado enfrentarse a la integridad de la fiesta. Así es el respetable y así se expresa en la plaza.
De los toreros de plata destacó Rafael González en la lidia del tercero.
Independientemente del resultado de cada torero, no cabe duda que hay que alabar su profesionalidad para anunciarse con una corrida de todos en toda regla. Sin embargo los tres matadores estuvieron por debajo de sus enemigos. Uceda Leal sacó a relucir una apatía impropia de un torero forjado en corridas de este tipo. Su primero le puso en bandeja el triunfo pero el torero no lo entendió así. No llegó a plantar las zapatillas en la arena en ningún momento. El toro metió la cabeza en la muleta y lo más importante, que transmitía a los tendidos cada vez que lo citaba. No llegó a ligar ni una serie aunque por el pitón derecho tenía recorrido y le hacía el avión. Por el izquierdo lo intentó por cubrir el expediente, pero por ese lado el toro tenía menos recorrido. El burel estuvo muy por encima del torero. En su segundo tampoco salió dispuesto a afrontar la papeleta que le planteó su noble enemigo. Aunque acudía al engaño con la cara alta no le bajó la muleta en ningún momento y trató de cumplir aprovechando el viaje del toro, rematando todos los muletazos por arriba. Una pena torero.
El primer toro de Antonio Ferrera necesitó una muleta poderosa para someterlo por bajo, pero el torero no estuvo a la altura de las exigencias de su enemigo. Lo intentó por ambos pitones pero sin bajarle la mano, consiguiendo con ello que el toro aprendiese lo que no debía, lo que dificultó en gran medida su lidia. Cuando quiso darse cuenta, había perdido la oportunidad de sacarle partido a un toro que aunque con las dificultades que tiene la casta, tenía su faena. Su segundo no se lo puso fácil, y Ferrera entendió que debía abreviar después de una lidia con el único propósito de prepararlo para la muerte. El toro no dio para lucimientos.
Alberto Aguilar no pudo con su primer enemigo, un manso encastado. El torero quiso ponerse bonito pero a la casta hay que poderle de otra manera. Comenzó la faena sometiéndolo por bajo y el toro metió la cabeza. A continuación dio una serie de redondos bajando la muleta, consiguiendo dos muletazos llevando al toro metido en la franela. El animal continuó comiéndose la pañosa, exigiendo al torero oficio y técnica para dominarlo, pero Aguilar no estuvo a la altura de estas exigencias. Una pena, matador. En su segundo le pudo la responsabilidad. Ante un manso exigente, el torero no tuvo los recursos necesario para poderle. Intentó el toreo en redondo como si de un toro comercial se tratara, pero su enemigo no se prestó a ese tipo de lucimiento, y según transcurría la lidia el animal aprendía lo que el torero no debió enseñarle. Terminó sabiendo lo que dejaba atrás. Le costó al torero sangre, sudor y lágrimas para terminar con él. Suerte maestro.