Dos apoderados modestos pero muy importantes han pasado por nuestra Asociación: Luis Álvarez y Santiago López. El primero nacido en Tánger y el segundo en Alhama de Granada. Dos personas que conocen el mundo de los toros en el ruedo y en la barrera. Ellos fueron en su época toreros de alternativa y cuando comprobaron que ya no merecía la pena seguir en la lucha por mantenerse en el escalafón decidieron saltar la barrera y colocarse en la tronera del callejón a seguir luchando en este mundo del toro por la supervivencia de su torero y por la suya propia. Algunas cornadas recibieron en la arena pero en el callejón también siguieron exponiendo la femoral, ahora no a las astas de los toros sino a ese otro peligro sordo, al que no puedes evitar toreando, aunque tengas mucho poder con la muleta, ya que tu enemigo manda más que tú. Lo que no definieron es qué cornadas les hicieron más daño, si las de los toros o las de la ingratitud como apoderados. Una vez hecho el paseíllo de la presentación, cada uno pasó a explicar su andadura en el mundo del toro. Hubo quites entre ellos pero no piques, ya que sus relaciones, según expresaron en varios momentos, son muy buenas. Se definieron como apoderados a la antigua usanza, de ésos que están en peligro de extinción, como el lince ibérico, ya que a veces parece que no merece la pena luchar por un objetivo, porque cuando lo has conseguido llega el poderoso a recoger beneficios y te deja plantado, incluso con deudas pendientes, como le ocurrió a Santiago López con El Fandi. Los apoderados son necesarios, ya que toman al torero recién salido de la escuela de tauromaquia, liman sus defectos y aúpan sus virtudes, enseñándoles los caminos por los cuales pueden conseguir sus objetivos, ya que los chavales en esa edad se enfrentan a un mundo para el cual la mayoría no están preparados. Han apoderado a toreros como Morenito de Maracay, José Antonio Campuzano, César Rincón, Enrique Ponce, Sebastián Castella, José Tomás, El Fandi…, todos al principio de su carrera. Para muchos de ellos fueron sus mentores en la plaza y fuera de ella ya que, aparte de pulir muchos defectos de su profesión, les sirvieron de guía, ayudándoles a tomar decisiones que marcaron luego su vida profesional. La tertulia rayó a gran altura ya que salieron al aire, a través de las anécdotas, asuntos a los que el aficionado de los tendidos no tiene acceso casi nunca, lo cual agradó mucho a la concurrencia. Luis Álvarez se declararía, como apoderado, alumno de Manolo Chopera. Comentó que cuando rompió con César Rincón, se presentó José Tomás a solicitar su apoderamiento, pero el torero de Galapagar le impuso condiciones que no pudo aceptar. Álvarez es de los que piensan que a pesar de que Madrid ya no manda en el mundo de los toros, a cualquier torero que obtenga un triunfo en esta plaza se le abren las puertas de las oportunidades, incluso en América, ya que tiene mucha repercusión en estos países. Siente enormemente que se haya perdido la plaza de Vista Alegre como antesala de Las Ventas para las oportunidades a los toreros modestos. En cuanto a la forja de los novilleros, comentaron ambos que es una pena que toreros con cualidades tengan que pasar un sacrificio tan grande para llegar a ser figuras de cartel. Ellos, en su etapa de novilleros, pasaron por esta faceta, con el agravante de que antes no existía en la paletilla de los toros el guarismo del año que nacieron y claro, salían al ruedo novillos que eran auténticos “galanes” y cuántos maletillas se han dejado en sus astas, unos su afición y otros su vida. Como toreros exponentes que han tenido que recorrer este camino tortuoso, nombraron a David Mora e Iván Fandiño, los cuales han tenido que hacer el rodaje de su profesión con muchas dificultades aunque , eso sí, cuando han venido a Las Ventas ya estaban rodados. Santiago López narró sus comienzos en Valencia, donde siempre ha residido, así como su historia de aspirante a novillero en las oportunidades de Vista Alegre, allá por los años sesenta. Comentaría que coincidió con Sebastián Palomo “Linares” en las colas de espera para apuntarse a la oportunidad que ofrecieron los Lozano y que hizo el paseíllo detrás de los que toreaban cada día como uno más de los cientos de aspirantes que lo hacían. Él se ha considerado siempre matador de toros, ya que ser figura es otra cosa. No pensaba ser apoderado, pero le salió una oportunidad con un torero valenciano y con esto comenzó su andadura. Con el paso del tiempo Antonio Ordóñez le propuso el apoderamiento de José Antonio Campuzano. Sale a relucir el tema de José Tomás y El Fandi. Dijo que a este último le faltaba afición al toreo de muleta, a pesar de que le regañaba por ello, pero nunca consiguió que le dedicara en los entrenamientos el mismo tiempo que al capote y banderillas. El torero granadino le definía cariñosamente como “el del riego con goteo”, debido a su persistencia. Comenta que al principio El Fandi no entendía lo que era el temple. Y en una ocasión estuvieron con él hasta las cuatro de la mañana tratando de explicarle en lo que consistía, pero al parecer al torero no le interesaba en absoluto, ya que consideraba que su actuación era el espectáculo en banderillas. No obstante, Santiago recordó los cuatro naturales monumentales que dio en Bilbao a un toro de Torrealta. Y se ha podido comprobar con el paso del tiempo que no le ha hecho falta ser un gran muletero para triunfar, ya que enaltece a las masas sólo por el hecho de saltar la barrera con una facilidad asombrosa después de colocar un vulgar par de banderillas. Así que para triunfar no tenido que poner casi nunca un par de banderillas de poder a poder, algo que criticaron varios contertulios, pues con sólo mostrar sus condiciones físicas le han bastado. Presume Santiago de haber puesto siempre los intereses de sus toreros a los suyos propios y no permite la tranquilidad en un torero, pues es una manera de dormirse en los laureles. Critica lo mal que se han gestionado los toros en España y coincide con Luis Álvarez en que las grandes empresas han sido los principales aprovechados de la fiesta, no preocupándose nunca de los toreros jóvenes. Eso sí, cuando un torero levanta el vuelo y pide paso en el escalafón aparecen aquéllas para gestionar su carrera. Trataron también las relaciones de la fiesta con la televisión y comentaron que tanto las privadas como las públicas están ignorando totalmente las corridas de toros, pues sólo Canal Plus está invirtiendo en la fiesta. Salió también el tema del triunfo de César Rincón en Madrid en el año 1991. A raíz de su primer triunfo en Madrid en la feria de San Isidro de ese año ninguna figura quería acartelarse con él y eso que, al parecer, eran amigos suyos. E incidió Luis Álvarez en que, después de su primera salida a hombros lidiando toros de Baltasar Ibán, Rincón no tenía ningún interés en repetir actuación en Madrid, ya que le suponía mucha presión anímica. Después de tener su dimes y diretes, Luis le convenció por la noche en la habitación del hotel para que actuara al día siguiente con Ruiz Miguel (que reaparecía) y Espartaco y ganado de Murteira Grave. Esta actuación significó su segunda salida a hombros de las Ventas. Con esto creyó el torero de Colombia que ya era hora de recoger los frutos de sus triunfos de Madrid, pero, lo que no sabía el torero es que aún tenía que repetir otra tarde en Madrid. Había que convencerle. Y eso vino a través de una cena en Casa Lucio, junto a su apoderado Luis Álvarez, Lola Flores y su hija Lolita. Entre el sí y el no, para convencerle de que torease la corrida de la Beneficencia, terció un baile con la hija mayor de “La Faraona” y el resultado fue que al final aceptó. Los quince millones de pesetas que le ofrecían hicieron que Rincón olvidara de momento sus pretextos. El cartel quedó confeccionado en un mano a mano entre José Ortega Cano y César Rincón, porque Curro Romero se cayó del cartel, ya que Cisneros, apoderado del torero de Camas, no consideró la ganadería adecuada para su torero. Los toros fueron de Samuel Flores, que aún estaban en horas altas. El apoderado compró los derechos de televisión y los cedió a Colombia. La actuación de Rincón aquella tarde causó el delirio en su país. Fue su tercera salida a hombros en Las Ventas. Después vino la Feria de Otoño y la cuarta salida por la Puerta Grande, con la anécdota del ¡Viva Colombia! de toda la plaza al unísono. Según Luis Álvarez, aquel grito le erizó el vello. Comentarios al respecto, al parecer, aquella tarde se cruzaron en la plaza José Carlos Arévalo y Pepe Dominguín y a la pregunta del primero, de qué le había parecido la tarde, le respondió el segundo: “Es como hablar con Dios y que te conteste”. Rincón había traido de nuevo a Las Ventas el toreo grande, dándole sitio y distancia a los toros, siguiendo los pasos que había mostrado diez años antes el maestro Chenel. También es cierto que cuando César Rincón vino a España de la mano de Luis Álvarez llevaba diez años de alternativa y venía rodado, ya que había toreado en su país muchas corridas con ganado duro. Una de las ganaderías que sacó del olvido el torero colombiano fue la del Marqués de Domecq. Este tipo de toro le venía muy bien a las condiciones del torero, ya que se arrancaba de largo y daba mucha lucidez a su forma de interpretar el toreo. El único defecto que tenían estos toros es que humillaban poco. Recuerda Álvarez algunos detalles de su torero en Pamplona, como que tras recibir una cornada en el escroto, volvió a torear en la feria, dejando sorprendidos a los aficionados pamploneses por la rapidez con que se había recuperado. Después de romper amistosamente con Rincón vendría lo de apoderar a Ponce y el desastre entró en la ganadería de Samuel, de lo que aún no se ha recuperado. Antonio Tejero fue el interlocutor con el que tuvo que tratar Luis Álvarez para lo de Ponce. Otra cosa de la que se habló es de que a los toreros, cuando se hacen figuras, les molesta que trates de corregirles los defectos que les observas. Siendo generoso con ellos, es la “vanidad del triunfador”. Se refería Santiago López a José Tomás. Comenta que este torero no le dejó a él y que fueron las exigencias que el de Galapagar planteó a su apoderado y que éste no pudo concederle. De aquí vino la ruptura. Tomás le exigió que dejara a Emilio Miranda, empresario que entonces era socio de López, a lo cual nuestro invitado se negó, ya que en aquel tiempo había otros valores por encima de su petición. Le pidió explicaciones y el argumento del torero simplemente fue que porque era empresario. Habló Santiago López también de la primera cogida de José Tomas en América. Le tuvo que taponar con el puño de la mano el agujero que le había infringido el toro en el muslo dejando al descubierto la femoral rota. Fue escalofriante su descripción y la posterior historia con los médicos de la plaza. Según contó, apareció un señor por la enfermería que se definió como médico, el Dr. Toro, que tenía gran experiencia. Como la enfermería no reunía condiciones, nuestro apoderado eligió a este médico y salieron para el hospital que le había indicado tal doctor. Tanto Santiago López como un torero local tuvieron que dar sangre para la trasfusión que le hicieron a José Tomás. Menos mal que todo salió bien, comentó, pues tras la operación el doctor le confesó que había operado a muchos pacientes pero que era la primera vez que lo hacía tras una cornada de un toro, pues su gran experiencia era en heridas producidas por puñaladas. Y eso lo decía ahora...Reconoce que esta cornada fue más limpia que la que recibió últimamente el diestro en Aguascalientes en el 2010, que a punto estuvo de costarle la vida. Salieron a relucir también las escuelas taurinas, de las cuales todos los chavales que asisten a ellas tienen el mismo patrón. Comentó López que actualmente es la única salida que hay, pues hoy no se concibe a los aspirantes a toreros con el hatillo al hombro, acudiendo a las capeas en busca de una oportunidad. También se les preguntó por el maestro Antoñete, recientemente fallecido. Comentó Luis Álvarez que en su última etapa de matador, al principio de los años ochenta, fue Manolo Escudero quien lo llevó a Caracas. Allí toreó un festival y todos quedaron prendados de su toreo. Después toreó en la isla Margarita. A continuación trataron de convencerlo de que sustituyera a José María Manzanares, pero a Antoñete no le seducía la idea. Tras una noche de mucho alcohol, lo que no consiguió la palabra lo hizo el whisky. Fue Emilio Vera quién se lo trajo luego a España, para demostrar a todo el escalafón cómo se toreaba, a pesar de tener casi sesenta años. Ambos coincidieron en que ha sido Antoñete un torero a imitar, aunque sólo en la plaza, claro, argumentó alguien con cierta ironía. Salieron a relucir las recientes declaraciones de Fandiño, en que los que deberían mandar en el toreo son los aficionados. Todos coinciden en lo mismo, lleva mucha razón en sus argumentaciones, pues en cuanto a los toreros ¡cada uno busca sus propios intereses! Se habló también de que el futuro de la tauromaquia está muy negro. El próximo año van a quedar muchas camadas en el campo y los toreros punteros, denominados el G10, se han negado en redondo a colaborar con la base de la fiesta cediendo parte de sus honorarios para los modestos. Menudos son ellos, solo saben exigir toros “caramelizados” para sus faenas anodinas. Argumentarán que les cuesta mucho ganar sus honorarios ¡Conmovedor! Se dijo también que los toros es el segundo espectáculo después del fútbol y no entienden que esté abandonado por los medios de comunicación. El único que hizo algo fue Jordi García Candau en su etapa en TVE y luego en TV de Castilla-La Mancha. Tendrían que cambiar mucho los cimientos de la fiesta. En este país se le da el carnet de profesional a todo aquel que lo solicita, por este motivo está tan masificados los escalafones de toreros y subalternos. En Portugal existe un análisis previo por parte de los profesionales a aspirantes y si no lo superan tienen que seguir entrenando. Antes se veía a un chaval torear y se le decía “no estás preparado para ir a Madrid”. Hoy, sin embargo, en cuanto se presenta la oportunidad torean en plazas de responsabilidad. Por este motivo se ven toreros sin experiencia anunciados en plazas que no les corresponden, mostrando una carencia total del oficio. Es una forma de jugar a la lotería. Salen también a relucir detalles de ambos apoderados en sus etapas con Sebastián Castella y José Tomás. Del torero francés cuenta Luis Álvarez que le tuvo que corregir algunos defectos en el toreo de muleta, ya que al final del muletazo pegaba un latigazo que deslucía la faena. Por su parte, Santiago López tuvo que corregir a José Tomás la manera de entrar a ejecutar la suerte suprema, ya que recibía muchas cogidas en el pecho al realizarla, cuando lo normal al hacerlo bien es que las cogidas sean de cintura para abajo. Narra la historia del deseo de retirarse que le hizo el torero de Galapagar en Zaragoza, en sus primeros años, por el hecho de llevar varias tardes sin tocar pelo. Le convenció Santiago López para que cumpliera los contratos de América y después ya hablarían sobre su retirada. En América, Tomás fue de triunfo en triunfo, dejando la estela de su toreo en todas las plazas que actuaba. Más tarde, el apoderado le recordó su intención de hacer público el comunicado de su retirada. Y el torero reconoció que había sido una pataleta de niño mimado. Y así fue como la tauromaquia ganó una gran figura. No dio para más la tarde, eran las diez de la noche y se había agotado el tiempo. Los asistentes lo habíamos pasado en grande. Un triunfo de ambos apoderados, un gran y merecido homenaje a su profesión y un gran éxito de la Asociación El Toro de Madrid.