DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 6 toros de la ganadería de Adolfo Martín, encaste Albaserrada. Salvo el primero, mal presentados. Del juego ofrecido solo se salvó el cuarto. Mansos, descastados y blandos que fueron pitados en el arrastre.
Curro Díaz: De azul turquesa y oro. En el primero estocada caída de bonita ejecución y descabello. Silencio. En el cuarto, pinchazo y estocada tirándose por derecho. Saludos desde el tercio.
López Chaves: De berenjena y oro. En el segundo Tres pinchazos, aviso, metisaca y estocada. Silencio. En el quinto pinchazo y estocada atravesada. Silencio.
Manuel Escribano: De azul noche y oro. En el tercero estocada habilidosa. Silencio. Y en el sexto estocada. Silencio.
Presidente: D. Gonzalo J. de Villa Parro. Se limitó a cumplir el reglamento.
Cuadrillas y otros: En el último festejo de la Feria de Otoño el coso venteño registro unos tres cuartos del aforo. Al finalizar el paseíllo se le dedicó una ovación al torero sevillano, Manuel escribano tras su recuperación de la cogida que sufrió en la pasada feria de San Isidro.
Las cuadrillas en esta ocasión no estuvieron a la altura que merecía la ocasión. El único tercio de banderillas digno de mención fue el del quinto, donde José Chacón y Fernando Pérez estuvieron aseados.
De los picadores mencionar a Tito Sandoval en el segundo, marcando el castigo arriba, pero se limitó a sujetar a su enemigo. Los demás picaron trasero, tapándoles la salida a los toros. Otro desastre más a esta bella suerte que poco a poco va perdiendo vigencia en el marco de la nueva tauromaquia, donde solo encuentra enemigos incluyendo a los profesionales
Es doloroso tener que titular una crónica criticando a un ganadero de la talla de Adolfo Martín y que dado el juego que dieron sus toros se especuló que aprovechó este ciclo para hacer una limpieza de corrales, pero más doloroso es llevar razón. Nadie imaginaba que un ganado de referencia de los aficionados iba a ofrecer un juego tan pobre. Sólo se salvó el cuarto, de nombre Bonito, que a pesar de pelear sin fijeza en el caballo, fue el único que sacó algo de casta y puso en aprietos a Curro Díaz que estuvo muy digno. Lo recibió con un bonito cambio de manos, y durante la lidia prevaleció la emoción y poco a poco el matador consiguió templar unos muletazos al encastado ejemplar, construyendo una faena que llegó a los tendidos. El primero de nombre Jardinero, no mostró nada en el caballo, solo se dejó pegar. En la muleta tuvo poco recorrido y poca transmisión. Se le coló dos veces al matador, una por el derecho y otra por el izquierdo, pero acudía al engaño sin acometividad, llegando a pararse, lo que originó que el torero se pusiera pesado.
El primero de López Chaves, de nombre Holgazán, fue manso y blando en el caballo, ofreciendo un juego muy pobre en la muleta. El torero salmantino lo intentó por ambas manos, pero a su enemigo le costaba repetir la embestida, quedando la faena huérfana de emoción. La voluntad del torero no fue suficiente para tapar las carencias del astado como toro de lidia. El quinto de nombre Madroño, tuvo un dato anecdótico, le costó salir al ruedo. Tuvo que ser el maestro quien le presentara el capote casi en la boca de chiqueros para que animal abandonara las querencias. La única virtud que tuvo en el caballo fue dejarse pegar. En cuando el torero tomó la pañosa el animal se quedó clavado en el albero, y cuando acudía a los cites en lugar de embestir topaba. El salmantino lo intentó pero su enemigo no encontró ningún aliciente en la pelea mostrando una evidente mansedumbre.
El torero de Gerena, Manuel Escribano reaparecía en el coso venteño después del percance de la última feria de San Isidro. A su primero, de nombre Sevillano, y en un alarde de agradecimiento a la parroquia venteña, se fue a recibirlo a la puerta de chiqueros. Al salir el toro lo hizo andando creando un clima de pánico en los tendidos ya que el torero no se amilanó y aguantó el parón de su enemigo clavado de rodillas en la arena. El toro acudió al engaño andando y el torero pudo librarlo milagrosamente. El juego que dio Sevillano en el caballo fue de manso. El matador tomó los rehiletes pero sin fortuna. En el último tercio el torero se mostró desconfiado y ante las embestidas inciertas de su enemigo hicieron que se acentuaran aún más las condiciones del toro.
El sexto de nombre Chaparrito, lo recibió también a portagayola. El animal hizo una fea pelea en el caballo y el picador le tapó la salida. De nuevo el maestro tomó los palos y aunque estuvo algo más aseado que con el tercero, no llegó a convencer a los tendidos exigentes, ya que le costó cuadrar en la cara de su enemigo. Comenzó la faena de muleta citando desde los medios con el toro entablerado en el seis. Este hecho sorprendió, ya que el animal le había costado mucho acudir al los cites en el tercio de banderillas. Su faena consistió en unas tandas de derechazos que no llegaron a los tendidos ya que el animal no reunía condiciones para ello. El torero trató de justificarse pero no encontró la respuesta en su enemigo.