Ahora se cumplen diez años….sin Joaquín , un apasionado de la fiesta brava
¡Va por ti!
20_XII-2013/ 20_XII-2023
Estas líneas sirvan como recuerdo y homenaje a Joaquín Monfil, escritas desde la emoción de una aficionada y amiga que tuvo el placer y el orgullo de estar sentada muchas tardes a su lado en la plaza de Las Ventas aprendiendo de su sabiduría taurina.
Podría empezar este artículo en su memoria alabando sus grandes conocimientos sobre la Tauromaquia: Historia, faenas, toreros, toros memorables, ganaderías… o recordando su vocación de escritor siempre permanentemente atento a la realidad de la Fiesta…, o resaltando su faceta, para muchos desconocida de gran apasionado de la música, ¡Wagner, siempre Wagner! que él canalizaba activamente perteneciendo al coro de su Parroquia en Moratalaz. Pero no, aunque todo eso formaba parte de su arrolladora personalidad, quisiera ante todo rendir este homenaje escrito al amigo. Joaquín era sobre todo un hombre bueno, amigo siempre, gran conversador, amante de la buena mesa, de la cerveza fresca y el cava escarchado en copa elegante; aunque no crean que era sofisticado en especial, unos buenos boquerones en vinagre y el bocadillo de chorizo de su pueblo que nos regalaba alguna tarde de toros nuestro vecino de grada Antonio, constituían para él delicias celestiales. Grandón de cuerpo y de alma siempre estaba pendiente de su familia y amigos. Y esa fidelidad la mantuvo hasta horas antes de su muerte. Ese jueves, 19 de diciembre, había estado con sus queridos Facundo, Marisa, Nacho, Pepe Carlos, Martín, Enrique y Esther hablando de toros en Casa Esteban. Arreglando el mundo, recordando anécdotas taurinas, denunciando los fraudes, toreando al natural con su fina inteligencia y sus sentencias inapelables cada vez que opinaba sobre este o aquél toro o tarde de triunfos o fracasos. Joaquín ha sido un afortunado, hasta sus últimos momentos disfrutó de lo que más le gustaba: hablar de toros con sus amigos. El 20 de diciembre al clarear el día, nos dejó .
Conocí a Joaquín allá por el año 1989, cuando logré mi ansiado abono en el tendido 7, Delantera de Grada número 32; él tenía el asiento 34 y desde el primer día me atrajo ese aficionado vocinglero, campechano ,castizo en sus sentencias, fumador empedernido, que con su vozarrón de tenor sentenciaba con juicios inapelables cada lance, la flojedad de un toro, el puyazo en mal sitio, el bajonazo… con un saber y un conocimiento de la lidia y los encastes que me dejaba perpleja. Mi afición era grande pero a su lado me consideraba una principiante que lo que debía hacer era mirar, escuchar y aprender. Me limitaba a decir para mis adentros aquel aforismo del torero Juncal ¡Tomo Nota!, porque ante Joaquín era lo más sensato que podía hacer. Nos hicimos amigos, entrañables amigos; hasta el punto que hoy me sigue doliendo su ausencia y tengo que admitir mientras escribo estas líneas que temo llegue el comienzo de la temporada en Las Ventas y encuentre vacía la piedra de su asiento, aunque siempre sentiré su ánimo y seguiré escuchando su voz a mi lado. ¡Tantos años, tantas faenas!. Juntos en la plaza, en la Asociación, en tertulias… Nos hicimos amigos y compañeros de fatigas en el intrincado y complejo mundo de la fiesta taurina. Y así lo fui admirando cada tarde de toros cuando Joaquín me sorprendía, con su impresionante memoria al recordar nombres de toreros, subalternos, sagas taurinas, tardes memorables, un pase único, el nombre de un toro, quién era el apoderado del torerillo actuante, quién confirmó y cuándo al novillero tal o la última actuación en el último pueblo del torero cual. Una auténtica enciclopedia ¡ni el Cossío! Para colmo, por si había alguna duda, siempre llevaba en su bolsa todo un arsenal de artilugios necesarios para sobrevivir cada tarde: la gorra, el silbato acusador, la almohadilla, el paraguas por si acaso, el libro de la Unión, el de la Asociación de Ganaderos, el Reglamento vigente…como comprenderán a su lado no sólo aprendía de tauromaquia, historia y ganaderías en cursos acelerados sino que cualquier duda era aclarada rápidamente.
Por si todo eso fuera poco, después llegaba a casa, volvía a ver la corrida en el Plus y escribía su crónica. Independiente, rigurosa, veraz, como él era. Y así una tarde y otra ayudando a crear opinión entre los aficionados, ganándose un respeto entre los amantes de la fiesta sabedores de su conocimiento y defensa de la verdad de la fiesta.
Esa generosidad para los demás le llevó a La Asociación El Toro de Madrid, a la que perteneció desde 1997 y en la que formó parte en diferentes Juntas Directivas; sus opiniones y colaboraciones siempre fueron decisivas y en ellas aportó dedicación y entrega. Por su especial vocación de documentalista de ganaderías e Historia de la Tauromaquia y escritor, fue el editor de nuestras publicaciones La Voz de la Afición y el Libro de Crónicas de cada temporada en Madrid. Además colaboraba como cronista inapelable de lo que acontecía en el ruedo cada tarde durante la Feria de San isidro, en el portal taurino Opinión y Toros, su sección “Desde el Siete” era seguida con devoción por una gran cantidad de aficionados admiradores de su castiza pluma y profundo saber.
Pero lo que Joaquín amaba más intensamente era al TORO; así con mayúsculas. A ello dedicó su inteligencia y sus energías: su estudio genético, histórico, encastes,…horas y horas, investigación, largas búsquedas en viejos papeles, archivos, preguntas a mayorales, visitas a ganaderías…una enorme dedicación y un ingente material que TERRALIA supo descubrir y le animó a que publicara periódicamente en su revista, sabedores de que así se enriquecía la publicación con un tema especialmente atractivo para sus lectores y los aficionados. Si además, sus artículos iban ilustrados con los magníficos dibujos e ilustraciones de otro sabio del ganado bravo, gran aficionado y magnífico dibujante que es Facundo, el éxito de esos artículos estaba garantizado. Estoy segura que también para esta casa, la falta de Joaquín será una gran pérdida.
Ese amor al toro le había llevado a Joaquín, ese pedazo de aficionado, a emprender la ingente y quijotesca tarea de escribir un libro de encastes auspiciado por TERRALIA. Seguro que en sus páginas están sus conocimientos meticulosos y rigurosos aunados con su espíritu científico derivado de su formación académica y profesional de Ingeniero de Telecomunicaciones, tarea a la que se dedicó profesionalmente. Desde aquí animo a esta empresa para que ese sueño de Joaquín no quede en el disco duro de su ordenador. Entre todos se lo debemos como homenaje y reconocimiento; será su legado escrito a la historia de las ganaderías españolas, a sus amigos, a sus admiradores y sobre todo, a ese gran tótem ibérico que tanto quiso y tan bien conoció, el Toro.
Para terminar nada mejor que sentir a Joaquín. Emocionarnos como aficionados con sus reflexiones y pensamientos que encierran toda su pasión por la verdad de la fiesta brava que tanto amó. Leed despacio estas líneas, Joaquín en estado puro, en esencia. Su ejemplo y camino están ahí!
“… Y en eso estamos: la defensa de la integridad del toro, la defensa de la integridad del espectáculo y la defensa de la afición que más satisfacciones me ha dado en mi tiempo de ocio en los últimos cuarenta años…”.
Joaquín Monfil, Dixit.
Yolanda Fernández Fernández-Cuesta,
Presidenta de Honor de La Asociación El Toro de Madrid