La seriedad, el prestigio y los valores que tenía la plaza de toros de Madrid. Han caído en picado, encontrándose en estos momentos por los suelos. Tal vez sea por el abandono de buenos aficionados, hartos de ver el deterioro de la fiesta. Bien sea, por el engaño y fraude actual que está trayendo el toreo moderno. O tal vez por el poco rigor que se tiene a la hora de conceder orejas. Tal vez esto último, pudiera ser por la llegada últimamente de un público isidril, llamémosle festivalero, verbenero o pedigüeño de orejas. Donde parece ser que lo que más les entusiasma es el que se conceda el mayor número de apéndices posible, sin importarles en las condiciones en que se den. Demostrando con ello el no saber en qué plaza se encuentran, además de la falta de conocimiento de la Fiesta y por esto, creemos que ustedes, los presidentes de turno de cada tarde, están siendo arrastrados por este público orejero. Ya que los que llevamos muchos años asistiendo a la plaza de Las Ventas, nunca hemos visto una cosa igual, y ello está llevando a convertir nuestra Plaza de Madrid en una plaza vulgar y pueblerina. Ocurre en cualquier torero con la más mínima mediocridad de faena de muleta y sin importar en el sitio donde caiga la espada. La Presidencia está dispuesta a conceder el trofeo sólo y exclusivamente por el mero hecho de ver olear unos pañuelos blancos y esto suele ocurrir en el primer toro del coleta de turno. Luego en su segundo toro, no vemos el valor que debiera de tener el actuante para cortar un segundo apéndice para abrir la ansiada Puerta Grande del coso venteño.
El gran maestro, cronista D. Joaquín Vidal, decía que el presidente no sólo debe mirar los pañuelos que ve, sino también los que no ve.
Los aficionados de Madrid, exigimos que se cambie el sistema actual de salir por la Puerta Grande al corte de una y una oreja y que sea obligatorio pues, cortar dos orejas en un mismo toro.
Tal vez de esta manera nos podríamos poner a la altura de otras ciudades subordinadas, como pueda ser las plazas como Sevilla, Bilbao, Zaragoza y bastantes más.
También creemos que sus conocimientos son algo inmaduros, por lo demostrado cada día. En el reconocimiento, los toros que saltan al ruedo, no son los más apropiados, ya que estamos viendo que están aprobando muchos toros sin el trapío suficiente que exige la Plaza de toros de Madrid. Y también se les nota un poco de pasividad, al mantener toros inválidos no aptos para la lidia, sin ser devueltos a los corrales. Adicionalmente creemos, que tal vez por su soberbia, no se dejen aconsejar por los asesores que les acompañan cada tarde. Como profesionales de turno, hay que confiar plenamente en los conocimientos taurinos y en la profesionalidad de estos señores como es el caso de D. Luciano Briceño, D. Faustino Inchausti, D. Pedro Herranz, o de D. José Cabezas Calderón.
Además, fíjense que deberían echar la mirada hacia atrás y tener algunas veces la humildad de consultar un modelo de criterios en los antecesores Presidentes. Cuando tuvieron el honor de presidir el palco D. Luis Espada, Sr. Jarabo, Sr. Moronta, Sr. Torrente o de otro más reciente como D. Manuel Infante Muñoz. destituido recientemente - y que creemos que por unos motivos poco claros- y aunque en muchas de las ocasiones no estuviéramos de acuerdo con ellos. Convencían mucho más sus decisiones, que en los tiempos actuales.
Ya para finalizar. Me atrevo a pedirles que tengan un poco más de miramiento hacia el aficionado en la toma de sus decisiones. Es el que único que en los días de festejos pasa por taquilla cada tarde de Marzo a Octubre- y no sólo tengan miramientos por el público isidril que ése seguro que cuando termine la Feria se irá para su casa y no sabemos si volverá.
De no ser así muchos de los aficionados, tendremos que hacer lo mismo. Y cuando el aficionado se va, es seguro que no volverá.
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