DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Castella, ¡¡Valiente y qué honradez!!; Manzanares, ¡¡Qué guapo, qué guapo!!; Talavante, ¡¡Qué soso!!
17 Mayo 2012 | Escrito por Paco Ruiz. | Fotografías de Constante
Corrida de toros. Octava de la Feria de San Isidro. Toros de Victoriano del Río (cinco) de correcta presentación, noblotes y sosos. El segundo de presencia anovillada, dócil, facilón y de carril y uno de Toros de Cortés, tercero de lidia, más que toro un novillote noble.
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- Sebastián Castella: (malva y oro), aviso, estocada ligeramente desprendida perfilándose en corto –oreja; aviso, estocada defectuosa y descabello– silencio.
- José María Manzanares: (azul cobalto y oro), estocada recibiendo en dos tiempos, trasera y desprendida –ovación y saludos desde el tercio; buena estocada– ovación y saludos desde el tercio con algunos pitidos de disconformidad.
- Alejandro Talavante: (azul marino y plata), dos pinchazos y estocada trasera caída –silencio; aviso, estocada que hace guardia y dos descabellos– ligera ovación.
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El desconcierto imperante respecto a la suerte de varas es, desgraciadamente absoluto. Visto lo visto el día de hoy, ni cabría hablar de la misma, pero como dice la zarzuela en su libreto, “…estas gentes son capaces de hacerle hablar a un mudo”. Lo cuento: salen los caballos con ese peto no de material precisamente ligero, según dice el Reglamento, horrorosos manguitos protectores que no protegen al caballo en su parte delantera, especialmente el pecho, sino hasta la barriga y por llegar, llegan hasta el mismísimo corvejón, los dos ojos tapados (es obligación del picador cuidar que solo lleve el derecho), los periódicos o lo que sea saliéndoles por las orejas, paso cansino…, en fin, hechos un cromo. El otro día, con motivo de un derribo ocasional, el animal quedó patas arriba en el suelo y más que caballo de picar parecía tortuga gigante.
Para picar, eso de situarse el picador donde determine el matador (normalmente, éste se inhibe) y preferentemente en la parte más alejada posible a los chiqueros, como también dice el Reglamento, nada de nada. El piquero se sitúa donde le viene en gana o donde incluso el monosabio le ordena. Hablar de esa manera de llamar al toro a fin de lograr que entre por derecho, pulseando la garrocha, “montar” el palo en el preciso momento del arranque del animal logrando la reunión con la montura y “doblar” la cintura para ganar por la acción la fuerza de la fiera,…¡pero qué cosas me está usted diciendo, vamos ande! Lo que hemos visto esta tarde han sido puyazos a la grupa, rectificando las más veces, otros simbólicos, sin apretar, vulgares picotazos, idas y venidas del caballo de un lado para otro…, en fin que nunca se vio tanta constancia en picar tan rematadamente mal. Claro que tampoco necesitaban más los toros de hoy, suaves, nobles, sin empuje y quedándose alguno debajo del caballo. Y para colmo, primer toro de Talavante, picador picando con caballo reculado en tablas ayudado por tres monos, tres, dos dentro del callejón en que uno sujeta al caballo por el bocado, otro por el correaje de la cabezada y el tercero en el ruedo a palo limpio con el animal. Mientras otros tres monos observan por si es necesaria más ayuda para el piquero, contemplan semejante tropelía a un metro de distancia el alguacil y el delegado gubernativo, impertérritos, como si aquello no fuese con ellos, silbando “El Sitio de Zaragoza”, según diría nuestro querido e inolvidable Joaquín Vidal ¡Ay!, “Barajitas”, aquel monosabio de Las Ventas de los años cincuenta y muchos, haciendo quites con su varita de fresno, si lo estás viendo desde arriba. El espectáculo diario de los monos en esta plaza se lo tiene que plantear la autoridad. Como ya decía “Don Jerónimo” en La Lidia en el año 1886: “Si hace falta un reglamento para los monosabios, hágase en seguida, y póngase coto a sus desmanes…”.
Y sombrero para Sebastián Castella. Inicia la faena con tres muletazos por alto y el consabido de pecho. Se va a los medios prácticamente, llama al toro, se le viene pronto, de largo y en el momento del embroque rectifica su trayectoria y se lo lleva por delante con un topetazo en la barriga para matarlo que impresionó a la plaza entera. Aquello fue para no contarlo. Se yergue a duras penas el torero, roto por el dolor, herido por la cornada y pleno de pundonor y vergüenza toma la muleta toreando por naturales ayudados con la espada, otros le salen regulares, algún que otro enganchón, pero por encima quedaba su hombría de bien. Con la derecha aprovechó el pitón bueno del toro con una buena serie de muletazos largos y bien rematados. Se perfila en corto y logra una estocada, ligeramente desprendida, que bastando le vale una oreja premio a su actitud y verdad torera.
En su segundo, que en el primer tercio siguió muy bien el capote del torero, comienza con tres estatuarios sin enmendarse, trincherilla y ayudado por bajo. Después, muletazos sin mando que a poco estuvo que el toro se lo llevase otra vez por delante, rectificando terrenos, yendo y viniendo…Una muy larga serie de naturales ayudados todos ellos y acaba de estocada defectuosa. Fue entonces cuando se marchó a la enfermería donde se le atendió de una cornada de pronóstico reservado. Milagroso, dada la aparatosidad de la cogida.
La plaza estaba con Manzanares. Bueno, los que ya sabemos. Vestido hecho un pincel ¡¡Qué guapo, qué guapo!!, se oía. Gran tercer par de banderillas de Curro Javier. Mucho empaque en unas buenas verónicas - podría haber bajado más las manos - rematadas con una revolera. Talavante quita por gaoneras enganchadas, que también remata con revolera. Una buena serie de derechazos de impecable estética, de cartel, aunque sin profundidad. Otra también muy buena serie al hilo de la anterior, un cambio de manos de categoría y la plaza en pie. A todo esto, el toro, más que de calidad, era un amigo. Con la izquierda fue otra cosa; naturales fuera de cacho, abuso de pico de muleta echando para afuera el toro, los de pecho de pitón a pitón. No. Vuelve a tomar la derecha pero aparte de empaque, insustancial. Saluda desde el tercio.
En su otro toro, extraordinario par de Juan José Trujillo. Manzanares se queda quieto pero no es eso ¿Que hay quien dice que aplaude por estar ahí, firme? Vale, pero torea sin llevarlo, sin mandarle y al final pues pasa que se le cuela y susto.
Se le viene de largo a Talavante su primer toro y se le cae en el segundo muletazo, rematando la serie con un bonito cambio de mano y el de pecho. Otra serie vulgar, torea fuera de sitio con la izquierda, no dice nada, pero al acabar con un trincherazo la plaza se conmociona ¡Biennn…! Este año, fíjense, se aplauden más los trincherazos que el buen toreo al natural si lo hubiere.
Excelentes las verónicas a su segundo, continuando con magníficos delantales de manos muy bajas que remata con dos medias. Con la muleta muy buenos, francamente, tres estatuarios, dos pases por alto cambiados, la trincherilla y el de pecho. Después nada, los naturales sin mando ni temple, es decir, de los de ahora, que ocurre como con el café en otros años, que todo se reducía a sucedáneos con más o menos sabor. Claro que, estando como estaba, encimista y de perfil, es imposible, absolutamente imposible torear, porque en esa postura no se puede cargar la suerte, no se puede llevar al toro toreado, limitándose a que el toro dé vueltas alrededor, muy bonito para un tiovivo más no para el arte de torear. Pero bueno, si esto gusta…