DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Toros de Pedraza de Yeltes; justos y como más, correctos de presentación, nobles, muy bien conformados, precioso el primero -brochito, estrecho de sienes, en su justo peso-, otros
tapándose con la cara, extraordinario para la lidia el quinto, alto y un tío de porte con una cabeza muy bien puesta el sexto y en fin, por comportamiento para hartarse de torear por su
extraordinaria bondad, pero…
Octavio Chacón (verde manzana y oro); pinchazo perdiendo la espada y estocada entera desprendida (silencio); pinchazo que despide y buena estocada (silencio); metisaca, estocada caída -aviso- y dos descabellos en el toro que mata en sustitución por cogida de Juan Leal (silencio).
Javier Cortés (blanco y oro); pinchazo que despide, pinchazo sin soltar -aviso- y estocada baja (silencio); media pescuecera, dos pinchazos sin soltar y bajonazo -aviso- (silencio).
Juan Leal (blanco y oro); -aviso-, buena estocada (oreja). Ingresa en la enfermería cogido de gravedad.
Presidencia: D. Gonzalo J. de Villa Parra. Sin complicaciones. Abroncado en su aparición en el palco por el tendido 7, portando pancartas de “Dimisión” y “Fuera del palco”, ante sus continuos e inveterados errores.
Suerte de varas: hubo de todo; desde el pinchazo al pescuezo, a los lomos o al costillar para luego rectificar en los tres primeros toros de la lidia, hasta los correctos puyazos en los tres siguientes con la variedad de ver poner al sexto desde lejos, acudir con prontitud y lucirse el picador de turno con una buena vara. Notable en general el comportamiento del encierro en los caballos. Y una novedad: tras poner en suerte a sus toros Chacón salió siempre por la cara del caballo.
Cuadrillas: nada reseñable excepto los notables pares de banderillas de Agustín de Espartinas y Manuel de los Reyes, subalternos de Juan Leal, en el sexto toro.
¿Recuerdan aquellos fantásticos payasos de la tele, Gabi, Fofó, Miliky y Fofito deleitando a pequeños y grandes (mayormente abuelos) con su alegría, bondad, sentido de la amistad…, cantando el feliz, feliz en tu día, amiguito que Dios te bendiga…y que iniciaban su programa preguntando, ¿cómo están ustedes? Pues bien, esa sensación fui yo sintiendo viendo salir uno tras otro por la puerta de chiqueros a los seis ejemplares de Pedraza de Yeltes en que por su bondad, nobleza y exquisita educación iban preguntando a los diestros de turno, ¿cómo están ustedes?, deseándoles además un feliz, feliz en tu día por haberte tocado un toro como yo. Sin embargo, los toreros fueron unos desagradecidos. Nunca aprovecharon la movilidad, nobleza, ni buenas maneras de sus toros. Y es que la corrida que se ha lidiado todavía se encontraba a pesar de los años transcurridos, cambios y eliminación de reses (la cabra siempre tira al monte) en lo más puro de lo de “Vega-Villar”, su encaste de procedencia que allá por los años cuarenta y hasta la década de los sesenta contribuyó a los éxitos de toreros como Juan Belmonte, Marcial Lalanda, Manolete o Pepe Luis Vázquez entre otros. Los toros de hoy a juzgar por su comportamiento y nobleza eran primos hermanos de los referidos de “Vega-Villar”.
Parece mentira que Octavio Chacón, curtido en el tipo de corridas duras acostumbrado a lidiar no entendiese lo que le pedían sus toros. En los de su turno, aparte de detalles aislados con el capote como tres enjundiosas chicuelinas, una buena media y un suave recorte, llegada la muleta los derechazos se sucedían rectificados de continuo, alguno le salió templado, los más no, naturales al hilo y mientras, los animales, embiste que te embiste, diciéndole feliz, feliz en tu día y tú sin agradecérmelo. En el que mató por la cogida de Leal hay que decir que lo recogió muy bien con el capote rodilla en tierra, se gustó por delantales y remató con una muy buena media. Salvo el torero y añejo detalle de iniciar la faena de muleta con la montera calada y unos primeros muletazos hondos, poco más se puede decir y entre series de naturales pasando simplemente al toro para a continuación rectificar y otras sin mando, resoplando y tomando aire entretanto porque le podía la movilidad del toro acabó su tarde sin pena ni gloria.
Cuesta trabajo hablar de la labor de Javier Cortés. Mejor decir que nada se le vio en su primero y en mi opinión significar que tuvo en su segundo el toro de la corrida. No cansándose de embestir lo desbordaba continuamente con un genio a compás de bravura y nobleza y que el torero se quitaba de en medio echándole fuera. A meditar Cortés.
A Leal no se le supone el valor (eso decían las cartillas militares de cada soldadito) sino que lo tiene como demostró antes y después de la cogida. Inédito con el capote, tras brindar al público tomó la muleta y rodillas en tierra en los medios tiró de él en la distancia para una serie de magníficos muletazos con el remate de dos de pecho superiores. Luego y de pie los muletazos le salían acelerados, despegados y sin mando, lo mismo que los naturales y por esa razón a la salida de uno de ellos se lo llevó por delante con la sensación que allí había cogida. Se levantó en un gesto de pundonor para continuar con el arrimón por circulares invertidos y con un público motivado la contundente estocada en dos tiempos le valió una aclamada oreja. Pasó a la enfermería con cornada grave para no salir.
Conclusión: toros por encima de los toreros; uno con una madurez desaprovechada, el pasar desapercibido de otro y la valentía y ganas del que cerraba terna.
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