DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 6 toros del Puerto de San Lorenzo, procedencia Atanasio Lisardo, bien presentados, destacando la armonía en la complexión física del lidiado en sexto lugar. Tarde ventosa en la que, según la empresa, se reunieron 22310 espectadores en el coso venteño.
Antonio Ferrera, de azul marino y oro. Pinchazo. Estocada en lo alto, aliviándose al ejecutar la suerte (silencio). En el cuarto, estocada caída (silencio).
Miguel Ángel Perera, de blanco y plata. Media estocada en lo alto (silencio). En el quinto, estocada caída y 3 golpes de descabello (pitos).
Alberto López Simón, de perla y oro. Pinchazo tirando la muleta antes del encuentro con el astado. Repite la “ejecución” anterior. 2 pinchazos. Golpe de descabello. (división de opiniones). En el sexto, media estocada tendida suelta, estocada tendida e infinitos golpes de descabello (silencio).
Presidencia: D. Rafael Ruiz de Medina Quevedo. Tarde sin complicaciones en el palco presidencial.
Tercio de varas: mansos en el caballo, con la mayoría de toros apretando en su primera entrada y dejándose pegar en la segunda entrada.
1.- "Caraseria”. 620 kg. Negro. En la 1ª vara entrada, el astado aprieta con la cara abajo, llevando el caballo a tablas, cabeceando. En la 2ª entrada al caballo, va sin codicia alguna buscando los pechos del caballo. Se deja pegar. La puya cayó baja; Antonio Prieto rectificó. Silenciado en el arrastre.
2.- “Granero”. 598 kg. Negro. Picotazo medido en la 1ª entrada, ligeramente trasero. El astado se deja pegar con la cara baja. Segundo picotazo en el sitio, con el astado realizando nula pelea, dejándose pegar. Silenciado en el arrastre.
3.- “Garabito I”. 577 kg. Negro. 1er puyazo arriba, con el picador tapando la salida. El del Puerto se deja pegar, perdiendo las manos a la salida del penco. Un mero trámite fue la segunda acudida del astado al caballo. Ovacionado en el arrastre.
4.- “Fardero”. 552 kg. Negro. En la 1ª entrada aprieta con la cara abajo. Puyazo ligeramente caído. Segundo puyazo trasero, dejándose pegar. Silenciado en el arrastre.
5.- “Pitonisto”. 556 kg. Negro. 1er puyazo trasero, dejándose pegar. 2º puyazo trasero, saliendo suelto. Silenciado en el arrastre.
6.- “Pitinesco”. 625 kg. Negro. En la 1ª entrada, empuja con genio. Picado en el 8. En el siguiente puyazo, se deja pegar. Picado en el 9. Pitos en el arrastre.
Cuadrillas y otros: Tarde en que la que la cuadrilla de Perera volvió a brillar con luz propia (la enésima). Fue en el segundo de la tarde, con una gran lidia a manos de Javier Ambel y un gran par de banderillas protagonizado por Curro Javier. El público sacó a saludar a Antonio Ferrera, quien invitó a sus compañeros de cartel a salir a recoger la ovación del respetable, sin que estos saliesen más allá de la salida del burladero.
Dicen que “Lo que mal empieza, mal acaba”. Y, anticipo, acabaría peor. El primero de Ferrera fue un grandullón que todo lo que tenía de grande, lo tenía de soso. Y de protestón y de justito de fuerzas, por añadir calificativos que son descalificativos. Poco pudo hacer Antonio Ferrera, al que el viento se le puso a la contra y no pudo más que abreviar con su primero. Se agradece. Para su segundo, el destino no le tenía preparado algo mejor. Y es que le tocó un toro protestón que soltaba derrotes a aquello rojo que se le movía por las cercanías. Inteligente estuvo en el inicio al llevarse al astado a terrenos del 5, para disipar las querencias que el toro estaba marcando durante su lidia. Lo intentó más allá de las rayas, pero el viento hizo imposible aquella empresa. Quedará como único detalle reseñable un buen trincherazo, de esos que castigan a los toros que se medio entregan.
Miguel Ángel Perera se limitó a enseñar a su primero por ambos pitones. Aunque en los inicios dio la sensación de que el toro se comía al torero, fue un espejismo de lo que sucedió posteriormente. El toro se medio dejó hacer cosas y Perera medio las hizo. Mal con la derecha y tirándose hacia afuera el toro al natural. El astado se coló varias veces y Perera, acertadamente o desacertadamente, no iba a dejar ser la presa de un toro medio. Con su segundo, vimos al Perera más reconocible. Y eso, bueno, pues no es. El rajadito quinto no pasó nunca a menos de metro y medio de la femoral del extremeño. Y tuvo ocasiones para acercarse a él, porque pasó unas cuantas veces…
La grata sorpresa de la tarde fue López Simón. Que tampoco fue para tanto, pero fue lo mejor que vimos en la tarde. Si bien los inicios con la derecha no tuvieron acople alguno, sí que en la tercera serie le despachó a su oponente unos cuantos buenos derechazos, en especial el segundo. Al natural toreó despacio, sin prisas y como hace tiempo no se veía al de Barajas. La boba que tenía delante se paró y “el pase de la feria” salió adelante. Bernadinas que terminaron con un feo volteretón del torero. Volvió por sus fueros con otra serie por bernadinas. Si la esperpéntica ejecución de la suerte suprema, por los motivos que fuere, se hubiese omitido en pro de una estocada en lo alto, hubiese cortado una oreja. Nada que reseñar de su actuación con el sexto de la tarde, un toro huidizo y un ambiente apático pusieron fin a una de las tardes más aburridas de lo visto en este San Isidro. Y es que, como resumen de lo vivido, lo voceado por un aficionado: “Con estos toros y estos toreros, me da vergüenza de ser taurino”. Que a lo mejor la palabra no es vergüenza, pero orgullo tampoco.
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