DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
“Con las luces de la oscuridad”
12 de octubre - Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
Ganadería
Se lidiaron 6 toros de la ganadería de Alcurrucén, encaste Núñez en la línea de Manuel Rincón según defiende el ganadero. Justitos de presentación como señas de identidad de la casa. De variado comportamiento, faltos de casta y de fuerza y sobrados de nobleza.
Morante de la Puebla: Estocada baja, trasera y caída. Oreja. Pinchazo sin soltar, pinchazo y media indigna de un matador de su clase. Silencio.
López Simón: Estocada que rueda sin puntilla. Saludos desde el tercio. Estocada baja. Silencio.
Ginés Marín: Estocada algo tendida que vale. Aplausos. En el sexto estocada tirándose a ley. Dos orejas y salida a hombros.
Presidente: D. Rafael Ruiz de Medina Quevedo.
Sin problemas en sus funciones. .
Cuadrillas y otros.
Se puso el cartel de “No hay billetes”, la fiesta va recuperando poco a poco el pulso. Los aficionados han dado la cara durante la pandemia, pero cuando comprobé que la reventa estaba haciendo su agosto con toda impunidad, pensé: “las mismas personas, los mismos defectos”.
Parafraseando a Pablo Milanés, muchos aficionados acudieron ayer a “su plaza”, utilizo el posesivo ya que es en la única que nos “sentimos aficionados”, al finalizar del paseíllo recordamos a los ausentes.
De lo ocurrido en el ruedo, las cuadrillas cumplieron en su cometido En el quinto se desmonteró José Chacón al colocar el tercer par a un toro que presentó muchas complicaciones. Este torero de plata levantó los aplausos de los tendidos al correr a una mano al segundo de la tarde. Tanto el ganado como los montados no ofrecieron un buen espectáculo a los aficionados
Morante regresó a Las Ventas con un buen alijo de actuaciones deslacadas y con otra disposición, pero el reventón se produjo cuando la tarde se entregó a la oscuridad de la noche Las luces alumbraron la faena de Ginés Marín a un toro que comenzó dando signos de mansedumbre en el caballo En la primera vara no se entregó, saliendo suelto, y en la segunda recibió un picotazo y volvió a salir suelto de la pelea. En banderillas puso en aprietos a la cuadrilla de Marín, pero cuando el maestro lo recibió con la muleta, hizo el avión acudiendo con claridad a la pañosa. Tuvo a continuación signos de rajarse, pero el jerezano lo sacó a los medios y dándole la distancia que le pedía, su mano izquierda y su muleta supieron sintonizar las embestidas de su enemigo, con naturales hondos y ceñidos. Los olés resonaron desde los tendidos y como punto final el matador se tiró detrás de la espada y cobró una estocada arriba. El toro tuvo una muerte brava.
En el terceo lo más destacable fue el quite de Morante por chicuelinas de manos bajas al que Ginés correspondió con más ganas que fortuna. Con la muleta mostró el animal una evidente flojera, regalando a cuentagotas las embestidas, las fuerzas solo le permitieron mantenerse en pie.
Pero el ambiente centró sus miradas en el torero de la Puebla del Rio, y a pesar de no ser el triunfador de la tarde, mostró su impecable torería en el que abrió plaza. Un animal justito de trapío, que de salida buscó el amparo en querencias. Lo recibió el maestro con unas verónicas donde mecía el capote ajustándolo a la embestida del toro, consiguiendo dos que despertaron el entusiasmo Con el montado salió suelto. Pero la muleta de Morante tenía ansias de mostrar su momento de esplendor y recibió a su enemigo con unos ayudados a dos manos confiando su manejo en la figura del torero, que durante toda la faena no utilizó el pico. El toro por el pitón izquierdo tuvo poco recorrido y toda la torería del maestro la fundamentó con la mano derecha. Es muy difícil explicar con palabras el sentimiento y la elegancia que este torero expone a los aficionados. La estocada mejor olvidar.
A López Simón le falló la predicción Esa que dice: “A revolcón oreja al esportón”. A su primer enemigo le salvó la cara. En su primera entrada al caballo de reserva, el montado marcó el castigo en los bajos, con el permiso del peón que tapaba puerta que se tapó con su capote haciendo el D. Tancredo. Con la muleta quiso darle a su faena un comienzo épico citándolo de lejos. No consiguió su objetivo, el toro se le coló y se lo llevó por delante, transmitiendo a los tendidos momentos de angustia, ya que el torero quedó tendido en la arena. Cuando se recupero trató de cumplir el expediente con dignidad, ante un enemigo que medía las embestidas y el matador colocándose en terrenos comprometidos. Los espectadores se lo reconocieron con una fuerte ovación. Ante el bravucón quinto y durante la faena de muleta, el torero se limitó a acompañar las embestidas y al comprobar que su enemigo no tenía nada que ofrecerle, tiró del arrimón. El bajonazo que le recetó hizo que los espectadores le regalasen un silencio.
Escrito por Pepeíllo.
Foto: las-ventas.com