El título no es caprichoso. Obedece a unas reflexiones personales que expondremos a continuación, pero que desgraciadamente no tienen casi nada que ver con las cosas escritas en las otras crónicas que hemos leído al respecto. Claro que nosotros somos aficionados que pagamos y los otros que han escrito cobran por ello. Esa es la diferencia. Circunstancias generales previas: Primer festejo (más bien desastre) de la temporada que nos espera con los “nuevos” (aunque con caras viejas, es decir con las de siempre) empresarios que deberemos de soportar durante los próximos años, continuación a peor de lo ya sufrido en los precedentes. Y con la aquiescencia de la Comunidad, propietaria del coso, junto con el resto de los contribuyentes madrileños. Dice un chiste popular que “los gitanos no quieren a sus hijos con buenos principios”. Aunque el objeto de tal comentario se refiere a los principios morales, la gracia del chiste estriba en la doble intencionalidad de dichos principios. En nuestro caso, del inicio de la temporada en Las Ventas, debemos decir que lo mismo nos da una u otra intencionalidad. Muy malos principios. Estaba anunciado un festival como solidaridad con Galicia. El ruedo era como una playa gallega pero, eso sí, sin chapapote. Dicen los que todo lo justifican (para eso cobran) que debido al circo que ha estado hasta hace poco allí instalado no había habido tiempo material para dejar el piso en condiciones. ¡Y se quedan tan panchos, los “cara de hormigón”! Baste decir que el infeliz empleado que intentó repintar las rayas al final de la lidia del tercero tuvo que hacer enormes esfuerzos para subir y bajar las dunas producidas en el albero. Por lo menos nos sirvió a algunos para...¿sonreir? No, era para llorar. Es la primera vez que veo toros en directo sobre un patatal y ¡en la primera plaza del mundo!. Pero con esta empresa y estos políticos, cualquier cosa podremos ver. Por favor, Pío, tú que estabas allí con tu familia, como siempre y que eres buen aficionado, diles algo. El segundo, un novillo-piltrafa de Daniel Ruiz, era un inválido y descastado animalito que se fue tres veces al suelo y otras tantas veces hubo que colearle. El festival se anunciaba con picadores. Pues bien, salvo que se haya cambiado la categoría de la plaza, los toros o novillos deben entrar al caballo dos veces como mínimo. Es mentira. Todos los astados recibieron sólo una vara y además suponemos que la puya era para novillos (con 3 mm menos), no para toros, ya que salvo dos de ellos (lidiados en 1º y 4º lugar) ninguno había cumplido los cuatro años. Al ser festival, las reses pueden estar despuntadas. El día inaugural que nos ocupa, no es que pudiesen ¡es que estaban tremendamente despuntadas! Buen principio para lo que nos espera. El barbero (y no el de Utrera) comenzó a entrenarse. Pero aunque sea festival el resto del reglamento debería seguir vigente, tanto sea como corrida o como novillada. Mentira podrida. Al ser un festival benéfico, se debe suponer que lo importante es un reclamo con un cartel de lujo, para que la gente asista en masa y conseguir la máxima recaudación. Pero para eso hay que anunciarlo profusamente, tanto en prensa como en radio y televisión. ¿Se hizo así? No, no y mil veces no. La mayoría de la gente ni se enteró. Y por ello, el éxito fue im-presionante (en dos palabras, como dicen los castizos). No se llegó a llenar ni un cuarto de la plaza. Como mucho seríamos 5.000...y gracias. Como puede verse, empresa y CAM cumplieron los objetivos monetarios. ¿O no? ¿Y dónde estaban las figuras? Ayudando a los pobres gallegos no, por supuesto. Ni limpiando las playas tampoco. ¿Comiendo percebes contaminados? Seguro que no. Además, no tenéis excusa, porque los novillos estaban sin puntas, es decir, como os gusta siempre. La lidia...o lo que fuese aquello. Las reses y lidiadores se comportaron de formas varias, como suele ser habitual. El primero, un torillo juampedro de Guadalmena, bastante mutilado de cuerna, se comportó como se esperaba: un bocata para abrir boca a Esplá (tocado con gorrilla y pantalones doblados por abajo, como si fuera un pescador; ¿sería por lo de Galicia?) con el que el maestro alicantino anduvo más que sobrado y al menos cumplió, aunque declinó ponerle banderillas debido al lamentable estado del arenal. Eso nos sirvió para ver parear a uno de los mejores subalternos, que está en su cuadrilla, Domingo Navarro, al que casi nunca podemos ver banderillear. El segundo, un novillo-piltrafa de Daniel Ruiz, era un inválido y descastado animalito que se fue tres veces al suelo y otras tantas veces hubo que colearle repetidamente para que se levantase. El pobrecito, para una vez que le llevaban a la playa (aunque de secano) se ve que quería disfrutarla. Para terminar de hablar de este novillo, parece ser que los veterinarios descubrieron alguna dolencia hepática en el análisis post-mortem. ¿Por eso estaba más tiempo tumbado que de pie? ¿Sacará pecho ahora el flamante ganadero? Julio Aparicio, aparte de hacer el paseíllo ¿estuvo? El tercero, un novillo colorado chorreado de Alcurrucén, el único que tenía trapío de toro, aunque luego se quedó flojísimo y nobilísimo, recibió la única buena vara (de las seis que hubo) a cargo de Juan Bernal, que este año ha cambiado de jefe, tras estar varios a las órdenes de Pepín Liria. Manuel Caballero hizo lo de siempre, no estar mal...ni bien, aunque el novillo metía la cara con una nobleza extraordinaria. Para terminar de arreglarlo dio un mitin con la espada. Más de lo mismo. El cuarto, un toro de Manolo González con cuatro años y medio, tenía mucho menos trapío que todos los demás, incluidos los utreros. Ni cara, ni culata, ni...ná de ná. Nos preguntamos cómo sería hace un año, el pasado, cuando cumplió los tres años de edad ¡Vaya ejemplar! Era la respuesta al famoso acertijo ese que dice: “Definir un animal que parece un toro pero que no es un toro”. Pues tal era Sahara, nº 162, de la acreditada ganadería de M.G., de encaste núñez y que, por cierto, le estuvo creando problemas al ex duquesito, cada vez más mal educado, que se permitió incluso la osadía de mandar callar a los que le decían que se fuese al toro y dejase de perder tiempo. ¡El que debe callarse es usted y hablar sólo delante de los toros, que para eso cobra, aunque este día haya venido gratis! Mató como siempre, o sea mal. Y lució un nuevo look, pelo muy largo peinado con raya y mucha gomina ¿Se dejará coleta natural? El infeliz empleado que intentó repintar las rayas al final de la lidia del tercero tuvo que hacer enormes esfuerzos para subir y bajar las dunas. El quinto, un novillejo de La Laguna, nos hizo concebir esperanzas cuando Uceda lo recibió de capote, pero fue picado fatal. A pesar de ello el torero de Usera nos dejó con el sabor de seguir esperándole. Ni con novillos termina de rematar lo que comienza. Y además lució un pedazo de sombrero cordobés king size que parecía más mejicano que cordobés. Se conoce que tomó precauciones, por si llovía. A propósito, qué mal lo pasó Manolo Osuna para parear a este toro, debido al patatal... El sexto, novillito juanpedro de Sánchez Arjona, que unos días antes era tan sólo un eral, tenía que haberle servido al novillero para leerles la cartilla a sus maestros precedentes pero, tras un comienzo prometedor con capote y banderillas (algún par fue espectacular) la faena fue como todas las que solemos ver con estas reses del monoencaste bodeguero. Mucha posturita, mucho perder paso tras cada lance y además un desplante final de plaza de talanqueras, tirando muleta y espada. Es lo que se lleva. Y lo que les deben enseñar en la Escuela de Tauromaquia. Eso sí, jaleado por un público que quería regalar algún trofeo. Y tras un primer viaje trasero con la espada de la que salió volteado, a la segunda, con una atravesada el novillo cayó y la benévola presidencia (como si de una plaza de talanqueras se tratase), tras la petición de menos de quinientos pañuelos de los ateridos espectadores que quedaban en la plaza, concedió la primera orejita...de las muchas que nos esperan este año. En resumen, mucho frío a partir de la lidia del tercero, mucho toreo moderno a base de perder pasos y no ligar jamás y ningún interés para ser la primera de la temporada, aunque todos acudimos con el “mono” invernal y ganas de ver algo. Y así terminó la primera de las muchas tardes que desgraciadamente nos quedan todavía. Y esto en la primera plaza del mundo. ¿O es que alguien le interesa que no lo sea? Taurinos organizadores de tal esperpento, nos obligáis a ir a las trincheras. Pues...allí estaremos. Nos habéis dado la primera en la frente pero os vais a enterar. ¿Lo mejor? QUE YA NOS QUEDA UNA MENOS...Aunque lo del domingo pasado, por favor, NUNCA MAIS...