DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Toros de Victorino Martín, encaste Albaserrada, bien presentada y variada de comportamiento.
ANTONIO FERRERA, silencio y ovación.
SERGIO SERRANO, ovación y siencio
ROMÁN, silencio y silencio.
Presidente: Jesús María Gómez, pasó prácticamente desapercibido y casi se agradece.
Cuadrillas: Un día más en la oficina para Fernando Sánchez, con un gran par al cuarto, al que Chacón lidió con notable oficio.
No es que la corrida lidiada por Victorino el festejo de la prensa haya sido memorable, pero sí entra, por fin, en los estándares exigibles a su hierro. Y esto es, corrida bien presentada y variada de comportamiento sin que la bobería hiciera acto de presencia, desde el sosote andarín hasta el Bronco encastado pasando por el humillador con clase; el pero, corrida discreta en varas. De aquí para arriba Victorino.
Poco me voy a extender relatando la actuación de Antonio Ferrera, tanto con el soso primero que quiso vender como complicado como con el reservón que hizo cuarto se dedicó a dar innumerables muletazos de cara a la galería de esos que tanto le gustan en su última etapa. Innumerables y ninguno o casi ninguno bueno, nada de toreo fundamental, ni distancias ni sitio. Además de todo esto, mal con la espada.
A Sergio Serrano le tocó el gordo en el sorteo, el papelillo con el número de Garañuelo, toro humillador, bravíto, noble y repetidor, con un pitón izquierdo para consagrarse. Su actuación con semejante material no pasó de buena, quizá lastrada por la elección de los terrenos, pues para mí el toro era de medios y la tardanza en ver ese pitón izquierdo. Aún así hubo un dos buenas tandas de 4 naturales, la primera ligando el de pecho, que hicieron tomar cierto vuelo a la faena. Al final todo quedó emborronado por un desastre con la espada.
Con el quinto, un toro con tranco y movilidad pero también con afición a mirar y probar, el diestro albaceteño se arremangó para intentarlo por ambos pitones sin sacar nada en claro, el toro tardeaba y era muy difícil recetarle más de dos muletazos seguidos. Lo pasaporta con un pinchazo y una estocada en el costillar.
A Román, visiblemente mermado físicamente por su reciente percance en esta plaza y quizá también mentalmente por aquella terrorífica cornada entrando a matar a un Iban, le tocó pechar con el lote más duro del hierro de Albaserrada. Con el interesante tercero, un animal encastado, bronco e incierto está muy serio y dispuesto, tragando mucho para conseguir sacar algún muletazo suelto. En ningún momento pudo con el sexto, animal de gran presencia que resultó también bronco y encastado, animal para pocas bromas que requería lidia de un especialista y no tantas probaturas. Para no romper con la tónica de la tarde está horrendo con la espada en ambos.
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