DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
En tarde fría, con viento y un cuarto de entrada (6.577 espectadores según la empresa) se jugaron seis novillos del hierro de Fuente Ymbro, de procedencia Juan Pedro Domecq y Díez, vía Jandilla. Los seis novillos lucieron una buena presentación, sin ser ninguno de ellos protestado de salida, como sí que lo fueron en mayor o menor medida por su decepcionante comportamiento, vacíos de casta y poder, que es en definitiva lo que nos emociona a los aficionados, en cambio todos tuvieron nobleza, eso que los taurinos llaman “infinita clase”. Condiciones que distan de la idea que tengo de lo que debe ser un TORO.
Presidencia: Debutó como presidente D. José Magán Alonso. Su debut en el palco fue discreto. Estuvo mal al cambiar de tercio en el primer novillo sin ser picado y muy bien al no conceder la oreja en el segundo. En el resto de la tarde estuvo correcto, aunque dicho sea de paso, no tuvo grandes complicaciones.
Cuadrillas: Se notó claramente que los actuantes no quisieron gastarse el dinero en traer una cuadrilla a la altura de la plaza más importante del mundo, así que vinieron acompañados de toreros de plata que mostraron durante la lidia mucha mediocridad. Al finalizar el paseíllo se guardo un minuto de silencio en recuerdo del rejoneador, Ángel Peralta, fallecido recientemente.
Tercio de varas: No pudimos disfrutar de un tercio de varas como deseamos los aficionados, aunque hubo de todo, picadores que hicieron bien las cosas y otros que ni siquiera sabían montar a caballo.
1º novillo: Rebueno, 515 kg. Peleó bien en el primer puyazo, que fue trasero y caído y salió manseando de su segundo encuentro con el jaco, traduciéndose su castigo en un picotazo. Fue cambiado el tercio sin estar picado. Silencio en el arrastre.
2º novillo: Retama, 523kg. Primera vara en buen sitio, aunque tapando la salida al novillo, que hizo una buena pelea en ambas entradas, cayendo la segunda en la yema. Bien por el picador. Silencio en el arrastre.
3º novillo: Heráldico, 520kg. Peleó bien en primera entrada al caballo, llegando a derribar, pero no hizo lo mismo en la segunda. El picador estuvo mal, recibiendo el animal un puyazo caído y otro tremendamente trasero. Silencio en el arrastre.
4º novillo: Historiador, 534 kg. Pelea clásica de manso, haciendo sonar el estribo y cabeceando, por lo que incluso llegó a romper el palo que manejaba un picador que picó trasero y caído las dos veces. Silencio en el arrastre.
5º novillo: Flamante, 480 kg. El picador encargado de picarlo no lo hizo del todo mal, quedando el primer puyazo en buen sitio y el segundo algo trasero. El problema fue que el animal no quiso pelea. Palmas en el arrastre.
6º novillo: Vivero, 538 kg. Ni el novillo que cerró la tarde quiso pelear, ni el picador hizo bien las cosas, quedando traseros ambos puyazos. Palmas en el arrastre.
Jorge Isiegas, de azul marino y oro. Feísimo bajonazo. Aviso, silencio. Estocada caída, ovación.
Carlos Ochoa, de azul celeste y oro. Pinchazo hondo y buena estocada. Aviso y vuelta al ruedo por su cuenta, con lógicas protestas. Dos pinchazos hondos, media en buen sitio y descabello. Aviso, silencio.
Ángel Téllez, de verde botella y oro. Estocada desprendida. Aviso, ovación. Pinchazo y estocada trasera. Dos avisos, silencio.
Fuente Ymbro hizo su primera comparecencia de las cuatro que tiene este año en Las Ventas -le queda otra novillada y otras dos corridas- y tras este festejo, que fue la primera novillada del año, podemos decir que suspendió el examen. Muchos aficionados al reunirnos en el lugar de costumbre después del festejo, recordábamos el “pedazo” de novillada que lidió esta ganadería el año pasado, siendo aquel el primero de la era Casas. Toda la ilusión que llevábamos al inicio se convirtió en decepción cuando abandonábamos nuestras respectivas localidades. Faltó la casta y el poder, que en definitiva es lo que proporciona lo más importante: la emoción.
Abría la tarde el zaragozano Jorge Isiegas, y lo hizo con una discreta actuación. Al novillo le hicieron muy mal las cosas los subalternos, que fueron incapaces de darle la lidia que requería. A la muleta llegó el animal rajado y no ofreció posibilidades de lucimiento. A pesar de su mala condición quedó por encima del torero que estuvo siempre acelerado en una faena muy larga y que no tuvo momentos destacados. Decía Juncal que las prisas eran para los delincuentes y los malos toreros. Queda dicho. Su segundo ejemplar tampoco fue un animal claro, cabeceando en cada muletazo. Isiegas no lo consiguió templar, por lo que no consiguió corregir ese defecto en otra faena que fue excesivamente larga. En esos momentos en la plaza reinaba un aburrimiento generalizado por culpa de la falta de emoción en el ruedo.
Carlos Ochoa volvió a Madrid tras su discreta actuación en la pasada Feria de Otoño y volvió a pasar de puntillas. Su primer animal fue el “toro moderno” o “toro light”, como digo yo, que buscan hoy en día la mayoría de ganaderos. Un animal con nobleza, humillación y calidad pero tremendamente soso. Este tipo de animales necesitan de un torero con mucha clase, cualidad de la que no hizo gala el torero, que tiene como paradigma el toreo de El Juli, por la nula verticalidad con la que torea, siempre doblado y poniendo todo su peso en los riñones. Como siga por este camino le va a costar mucho entrar en Madrid. Por si eso fuera poco, estuvo siempre fuera de sitio en la cara del novillo y vaciando los muletazos hacia fuera. A pesar de que un pinchazo precedió a la buena estocada, hubo algunos que inexplicablemente le pidieron la oreja. Estuvo muy bien el presidente al no concederla y acabó dando una vuelta al ruedo por su cuenta, que fue lógicamente protestada. Su labor no hizo gala ni para saludar una ovación. El populismo está cada día más presente en esta plaza, que debería ser santo y seña de seriedad y exigencia. Su segundo ejemplar tuvo una condición muy similar al anterior, mostrando el torero las mismas carencias, aunque estuvo algo más desajustado que en el anterior. Pocas esperanzas tengo puestas en este novillero.
Completaba la terna Ángel Téllez, que tampoco tuvo especial suerte en el sorteo. Su primer ejemplar fue el más soso y descastado de la tarde y su segundo se vino pronto abajo. En ambos mostró un concepto del toreo clásico, basado en las reglas fundamentales, un poco raro de ver hoy en día. Destacó especialmente con el que cerraba la tarde, por su buen estilo al natural, dejando algunos pasajes notables tanto a pies juntos como abriendo el compás. Ilusiona este novillero, más por lo que se le vaticinó que por lo que realmente hizo, que fue poco por culpa de sus enemigos. Da gusto ver que hay novilleros que se salen del sota, caballo y rey que se practica hoy en día, donde un gran número de faenas están fundamentadas en el toreo accesorio. Tendremos que verle.