El pasado día 3 de octubre despareció el ganadero Victorino Martín Andrés a los 88 años de edad víctima de fallo cerebrovascular. Icono desde los años sesenta de la cabaña brava española consiguió aunar a las altas cotas parte de de ganadería del marqués de Albaserrada, cuyo origen fue el laboratorio de este ganadero junto con su hermano, el Conde de Santa Coloma. Cuando el ganadero de Galapagar adquirió esta ganadería llevaba varios años olvidada de la dedicación que merece este tipo de ganado. y él, junto a su familia llevaron a cabo una escrupulosa selección, consiguiendo con ello encauzarla por el camino de la casta y de la bravura, consiguiendo con el tiempo, desde su presentación en Madrid allá por los años sesenta, cotas de éxito inimaginables. Que fue un ganadero avispado, nadie lo puso en duda y debido a esta habilidad logró colocar su ganadería como la preferida de los aficionados, logrando liderar el escalafón ganadero en la década de los años setenta. Sucedió a raíz de una entrevista realizada por el desaparecido periodista, Vicente Zabala, donde el ganadero de Galapagar ofrecía una corrida para mediar las diferencias que tenían en aquel entonces los toreros que lideraban la fiesta, entre ellos El Cordobés, Paco Camino y Palomo Linares. Entre ellos se disputaban el ganado cómodo de aquella época, como era, lo de Francisco Galache, denominado: “La dulce bravura”. Estos toreros no llegaron a torear la corrida que ofreció el ganadero, pero motivó que la empresa de Madrid le comprara una corrida. Corrida que fue un autentico éxito ganadero y a partir de este momento marcó un antes y un después en el devenir de su ganadería y de la fiesta. Muchos éxitos alumbraron durante los años setenta los toros de Albaserrada en manos del “Paleto de Galapagar”, como se le comenzó a llamar, consiguiendo el definido encumbramiento en el año 1.982, con la llamada “Corrida del siglo”, donde tres toreros salieron por la Puerta Grande de Las Ventas, Francisco Ruiz Miguel, José Luís Palomar y Luís Francisco Esplá, aclamados por un público enardecido gracias al juego ofrecido por los toros de Victorino Martín. Desde aquel entonces la marca ganadea de los “Vitorinos”,quedó grabada en los aficionados, aparte de ser una garantía de éxito en las plazas donde se anunciaron. Pero no frenó con esto los éxitos del “Paleto de Galapagar”, un mes después y esta misma plaza, en la corrida de La Prensa, el torero Ortega Cano, indultó al toro Belador, único toro indultado hasta el momento en este coso. Pero no todo fue un camino de luces, también los medios de comunicación oficiales intentaron desacreditar la gran labor que llevó a cabo en esta ganadería, hecho que intentaron que calara en la opinión de los aficionados sin criterio propio. Pero donde había mimbres, honradez, afición y ganas de trabajar, no hubo espacio a las malas intenciones que algunos quisieron introducir en su ánimo. Fue una persona que supo esperar su momento y lo aprovechó, consiguiendo mantener el foco del éxito en su ganadería desde su presentación en Las Ventas hasta nuestros días. Esperemos que su desaparición no haga mella en los posos recibidos por su hijo y que la ganadería continúe ofreciendo a la fiesta la verdad que otros le quitan. Sería el mejor regalo que podía recibir allí donde la naturaleza le hay cobijado a aquel carnicero de Galapagar y que un día decidió hacerse un ganadero ejemplar.