DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
En tarde calurosa y con un cuarto de entrada (6.720 espectadores según la empresa) se celebró el segundo de los tres desafíos programados en el mes de septiembre en Las Ventas. Se lidiaron tres toros de José Escolar, procedencia Albaserrada y otros tres (4º, 5º y 6º) pertenecientes a la ganadería de San Martín, procedencia Santa Coloma en sus tres ramas, Saltillo y Albaserrada. Muy bien presentados todos ellos, a excepción del tercero, perteneciente a la ganadería de Escolar. De comportamiento interesante los tres primeros, destacando al muy buen tercero y de nefasto juego los procedentes de la vacada de San Martín, lidiados en la segunda parte del festejo.
Presidencia: D. José Magán Alonso. Correcto toda la tarde, sin tener excesivo trabajo ni generar ningún tipo de polémica en ningún momento.
Cuadrillas: Las cuadrillas estuvieron bastante bien toda la tarde, lidiando bien a los toros y colocando los palos con más eficacia que lucimiento, destacando las bregas de Marco Galán al primero y al cuarto y la de Sergio Aguilar al que cerraba el festejo
Tercio de varas: Fueron bastante deslucidos durante toda la tarde, los toros no empujaron en el peto mientras que los picadores no estuvieron del todo mal picando, quedando la mayoría de puyazos en el sitio, aunque también hubo algunos traseros o caídos. Destacó el gran tercio de varas en el sexto, ejecutado por Antonio Muñoz, frente al único toro que se prestó al lucimiento.
1º toro de José Escolar: Ventero, 549 kg. En el primer puyazo, empujó con la cara a su altura, cayendo la puya en buen sitio; en el segundo volvió a pelear con la cara por las nubes -como en la anterior vara- y la puya volvió a quedar en buen sitio, midiendo el castigo el picador; en la tercera vara hizo una alegre arrancada desde la distancia, aunque como en las otras dos ocasiones, no peleó.
2º toro de José Escolar: marinero, 575 kg. El primer puyazo quedó la puya trasera y realizó una discreta pelea; mientras que en el segundo, volvió a ser picado trasero volviendo a realizar una discreta pelea.
3º toro de José Escolar: Patoso, 496 kg. En la primera entrada, empujó con un solo pitón y casi derriba al picador, que picó caído, provocando que el toro sangrara de manera excesiva. En el segundo encuentro tuvo que salir a por él y le volvió a pegar en exceso.
4º toro de San Martín: Granadino II, 554 kg. Se fue al caballo en el primer encuentro sin ser colocado, quedando trasero en el costillar y sin pelear el toro. En la segunda vara volvió a no pelear, quedando el puyazo trasero.
5º toro de San Martín: Acompañado, 580 kg. En el primer encuentro con el jaco, el puyazo quedó en buen sitio, sin pelear el toro; la segunda vara que tomó fue muy similar a la anterior; mientras que en la tercera el palo quedó trasero, dejándose pegar otra vez el animal.
6º toro: Precioso, 555kg. En el primer puyazo el picador lo cogió trasero, aunque midió el castigo a un toro que empujó muy de verdad, metiendo los riñones y desplazando al caballo; en la segunda vara le colocaron desde la distancia media y el toro volvió a hacer una muy buena pelea; por último lo colocaron una tercera vara desde la misma boca de riego, haciendo el toro una muy bonita arrancada y buena pelea. Cabe destacar también la buena actuación del picador, Antonio Muñoz, que pese a que picase trasero en la primera vara, en las dos siguientes picó en muy buen sitio, moviendo el caballo a la perfección para citar al toro, por lo que al abandonar la plaza recibió una fuerte ovación con gran parte de la afición en pie.
Javier Castaño, de teja y oro: En el primero, pinchazo hondo y seis descabellos, aviso y silencio. El cuarto se echa y lo apuntillan, silencio.
Ricardo Torres, de grana y oro: En el segundo, estocada, silencio. En el quinto, estocada y saludos con protestas.
Arturo Macías, de rosa palo y plata. En el tercero, media estocada, aviso y palmas. En el sexto, estocada trasera desprendida, silencio.
Salió el primero de la tarde, del hierro de José Escolar, al que Castaño enseñó a embestir sacándoselo bien hacia afuera con el capote, toreando para el toro. Quiso el torero lucirlo en el caballo, colocando el toro hasta en cuatro ocasiones -aunque a la cuarta vara el toro no quiso ir-, cada vez a mayor distancia. En la muleta lo poco que le quedaba al toro tenía que ser pronto y en la mano. Javier no lo entendió e hizo todo al revés, ni se colocó, ni le bajo la mano -algo que siempre hay que hacer a los toros de este encaste-, además de no dar la distancia que el toro requería en toda la faena, ahogándolo en algunas ocasiones. El toro se le metió por dentro en un par de ocasiones, porque pese a no ser un toro de triunfo, tampoco fue la tonta del bote que estamos acostumbrados a ver tarde tras tarde. En cambio, su segundo -del hierro de San Martín- sí que se asemejó más -por desgracia- al toro que estamos acostumbrados festejo tras festejo. No quiso saber nada de caballos y embistió en la muleta de forma sosa aburrida, sin mostrar ni un solo ápice de casta. Javier Castaño no se mostró del todo confiado en ningún momento, aunque nada pudo hacer con semejante animal, que incluso llegó a echarse después de las tres primeras series y hubo que apuntillarlo.
El segundo de la tarde fue un toro de Escolar bajo de raza y de casta, aunque sin ser tampoco la tonta del bote, al igual que su anterior hermano. No fue un toro lucido en el caballo y embistió de manera defensiva y soltando la cara en la muleta del aragonés Ricardo Torres, que empezó bien la faena por el derecho, bajando la mano y ligando algún muletazo estimable, aunque le costó quedarse en el sitio por culpa de los múltiples cabezazos que soltó el toro, que le desconcertaron. La faena perdió todo su interés en cuanto cogió la zurda. Estuvo digno para lo poco que torea. Su segundo ejemplar, de San Martín, le ofreció todavía menos posibilidades que este, por lo que presenciamos una faena excesivamente larga y sin un ápice de emoción. El torero salió a saludar por su cuenta mientras miraba desafiante al tendido siete que, lógicamente, le reprochaba que su actuación no era digna de saludar desde el tercio.
Completaba la terna el mexicano Arturo Macías, que tuvo en sus manos el lote más interesante del festejo y el mejor ejemplar que lidió cada ganadería. El de Escolar fue un toro al que masacraron en el caballo en la primera vara, por lo que posteriormente le costó tomar una segunda vara. En la muleta fue un toro exigente y encastado, con un gran pitón izquierdo, por donde embistió haciendo el avión cuando el torero le hizo las cosas medianamente bien. El problema fue que, el torero, no vio la buena condición del toro ni apostó como merece que se haga en una plaza como esta. Se dedicó a dar una infinidad de trapazos entre múltiples enganchones, aunque al final de faena fue capaz de sacar un par de series limpias con la zurda, aunque a esas alturas ya el público se había decantado por parte del toro, que quedó muy por encima de un torero sin oficio, sin sitio, sin mando y sin poder, que resultó silenciado por su labor, mientras que el toro fue ovacionado mientras lo arrastraban las mulillas, mientras muchos decíamos aquello de: “que pena de toro”. El sexto hizo la mejor pelea en el caballo con mucha diferencia del festejo, peleando de verdad y metiendo riñones en tres entradas al caballo en las que el picador hizo las cosas bastante bien, por lo que los aficionados pudimos disfrutar por fin de una suerte tan bella como incomprendida, como es la de varas. En la muleta el toro ya no fue lo mismo, embistiendo de forma más deslucida, por lo que todo se vino abajo en otra faena interminable que finalizó con una estocada trasera.
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