DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Corrida de toros. Primera de la Feria del Aniversario. Los toros correspondían a la vacada salmantina de El Vellosino, procedencia Domecq línea Los Guateles, todos ellos buenos mozos de más de cinco años, de generosa alzada, aleonados, gruesas mazorcas y veletas defensas. De juego dispar: primero, "Cigarro", descastado y protestón; segundo, "Colombino", manso con posibilidades; tercero "Pesado", bronco y embestidor; cuarto, "Meloncito", blando con genio; quinto, "Guasón", con poder y boyantía en la muleta; sexto, "Rompedor", noble y pastueño.
JUAN MORA: Mitin con espada y descabello, SILENCIO. Estocada honda trasera y tendida, varios descabellos; SILENCIO.
JAVIER CONDE: Pinchazo, media estocada y varios descabellos; BRONCA. Pinchazo, estocada honda; PITOS.
CURRO DÍAZ: Pinchazo y gran estocada con desarme; OVACIÓN CON SALUDOS. Estocada corta y bajonazo; SILENCIO.
Presidencia: Don Trinidad López-Pastor Expósito, sin incidencias. Tercio de varas: Cumplieron sin especial brillo los de a caballo, si bien no hubo puyazos en los bajos. Mención aparte el tercio que protagonizó "Pepillo hijo" con el cuarto, con el que se ensañó vengativamente tras ser descabalgado en el primer encuentro, todo ello con el beneplácito de Javier Conde, claro está. Cuadrillas: Saludó José Manuel Montoliu tras parear al tercero, el segundo envite tuvo sabor torero, antes y después de un gran embroque. Destacar una vez más a Rafael González, por la buena brega con el primero y los pares con el cuarto, sin apenas necesidad de colocaciones, que hay algunos rehileteros que parece que van a entrar a matar de lo exquisitos que son. Incidencias y otros: Al romper el paseillo el tendido siete se pobló de pancartas de protesta, en tendidos, gradas y andanadas, que fueron recibidas con palmas incluso por los tendidos de sombra, imagínense el estado de ánimo del personal para que esto ocurriera. Tarde calurosa con ligera brisa primaveral en la monumental madrileña, los escaños presentaban tres cuartas partes de su capacidad para este festejo correspondiente al setenta y nueve aniversario de la plaza que la calamitosa empresa Taurodelta no se cansa de celebrar.
Después del escándaloso cierre de feria con timo del tocomocho incluido: Albaserradas por Domecq a precio de saldo, precedido por una soporífera tarde protagonizada por los repugnantes animales de Valdefresno que seguro repetiran en años venideros, el festejo de hoy ha levantado el ánimo del sufrido aficionado venteño ya que se ha visto un espectáculo más cercano a lo que debe ser una corrida de toros, con buenos y malos detalles. Se olía que por diferentes razones la terna de hoy podía dar que hablar, y asi fue. Todo un lujo ver la personalidad y torería del extremeño Juan Mora, bien en sus tareas de director de lidia o bien para andar con sus toros, lo cual se agradece en tiempos de toreros mecánicos o eléctricos, como fabricados en serie, vacios de personalidad torera, de conocimiento de las suertes del toreo y lo que es más importante: desconocedores del comportamiento y nececesidades que requieren las reses bravas para realizar una lucida lidia. Es de agradecer sus lances de saludo con el primero de la tarde, sin ceder terreno; un quite rematado con una larga añeja; los muletazos por bajo para sacar a su primer toro de tablas; darle la medida exacta a las faenas; los derechazos con el cuarto cargando la suerte, sí, han leído bien, cargando la suerte; lo intentó con sus dos toros por el pitón izquierdo a pesar que fueron mejor por el derecho e hizo las dos faenas con la espada de verdad, como debe de ser. El primero fue un toro agrio sin posibilidades y con el cuarto dejó algunos muletazos más que estimables a media altura ya que el animal más que atacar se defendía y no admitía mano baja. A pesar del poco bagaje de estos últimos años y de vérselas con el peor lote, dejó buen sabor entre los aficionados, sabor a torero. Javier Conde fue la antíteses de Juan Mora, la desidia, el miedo y la espantá! Estoy seguro que hacía tiempo que no se enfrentaba a toros serios y en puntas, viendo las birrias que echan por esas plazas de Dios, al menos desde su actuación en el cartel que José Tomás regresaba a los ruedos en esta plaza, en el año dos mil ocho. Trajo un capote para torear elefantes, parecía la cubierta de la plaza de Zaragoza, aun así no quiso ni ver a sus dos oponentes con la capa y no puso el menor interés por darles una buena lidia, ignorando lo que sucedía en el caballo. Con la muleta más de lo mismo, al colorado anteado que hacía segundo lo tanteo en exceso, sin que ello aclarase sus ideas dado que ni siquiera tuvo la dignidad de echarle la izquierda y probar ese pitón, a pesar que en banderillas cortó y esperó por el derecho siendo más franco siempre por el izquierdo, oiga que la derecha es toreo accesorio y el natural es toreo fundamental, pues bien, varios derechazos sueltos, le toca un poco las orejas y a por la espada. Con el quinto de la tarde, un barbas que mostró cierta codicia con los engaños durante toda la lidia, en la muleta de Javier Conde se diluyó como el azúcar, gracias a decenas de muletazos de tanteo aprovechados al abrigo de las tablas que no tenían ningún significado y al toreo vertical buscando todas la precauciones posibles. Entró a matar huyendo de la suerte y clavó el acero a cabeza pasada, en sus dos toros. ¿Qué sentido tiene anunciar este torero en la plaza de Madrid?
Curro Díaz apunta pero no dispara, tuvo una buena ocasión pero creo que se preocupa más en componer que de calibrar el juego que pueden dar sus toros y exprimir todo lo que llevan. Si no es así que me expliquen qué hacía recogiendo capotes del suelo mientras Juan Mora hacía lo imposible por sacar el toro de Curro del caballo, indefenso después de una caída del piquero; por qué hacía aspavientos a su cuadrilla cuando se complicaba la lidia del tercero, muleta en mano, en vez de coger el percal y dirigir la lidia; si no por qué desaprovechó el buen pitón izquierdo del sexto, empeñado en buscar el toreo de desmallo por el lado derecho, como hizo con su primer oponente esta misma tarde o con aquel toro de Salvador Domecq que le dió la oreja el primer día de feria. ¿Qué te pasa con la izquierda Curro? Indiscutible es el momento que Curro atraviesa con la espada, al tercero de la tarde, después de un pinchazo, lo despachó de un sopapo en terreno complicado puesto que el toro podía apretar a toriles y llevarse al diestro por delante, salió de la reunión y el animal ya estaba muerto. Se vió algún que otro derechazo de buen son con ese ejemplar pero no terminó de acoplarse, un desarme fue suficiente motivo para no intentarlo más por el lado izquierdo, lo mismo que ocurrió con el sexto cuando estaba tomando vuelo la faena, lo desarma por el izquierdo y cambia de mano, error que hizo decaer la faena claramente porque el animal lo pedía todo por el buen pitón izquierdo que tenía, de todos modos, toreros como Curro son siempre bienvenidos en la plaza de Madrid y más en esta época de cromos repetidos.