
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Martes 27 de mayo de 2025, 16ª de feria. Tres cuartos de entrada en tarde de calor.
Se lidiaron seis toros de Dolores Aguirre, muy desiguales de hechuras y, por lo general, muy mal presentados. Por debajo del trapío mínimo exigible en esta plaza todos ellos. De mal juego en general por mansos, ayunos de poder y de casta. Corrida muy decepcionante.
FERNANDO ROBLEÑO, de vainilla y oro con cabos negros: dos pinchazos y bajonazo (silencio). Bajonazo que hace guardia y tres descabellos (pitos).
DAMIÁN CASTAÑO, de azul cobalto y oro: Estocada baja y tendida (silencio). Pinchazo y estocada (saludos).
JUAN DE CASTILLA, de sangre de toro y oro: estocada travesada (vuelta al ruedo tras leve petición). Metisaca bajo, y estocada (silencio).
Presidente: D. José María Fernández Egea. Mal, levantando la mano con una corrida que anduvo muy por debajo del trapío que debiera tener esta plaza. Por otro lado, bien al no conceder una oreja a Juan de Castilla en el 3°, por petición insuficiente.
Tercio de varas: La corrida manseó en varas toda ella., empleándose con nulo poder. De entre los montados ninguno destacó por arriba, si bien es necesario resaltar la pésima actuación de Teo Caballero picando al 6°, por dos marronazos traseros.
Cuadrillas: En general, hubo poco brillo entre los subalternos de a pie. Curro Javier realizó una buena brega al 1°, y tanto Juan Sierra como Iván García dejaron un buen par cada uno.
Los toros, de Dolores Aguirre. La realidad, dolores de cabeza. No hubo más nada en toda la santa tarde. La esperada corrida de la Doña (mejor dicho, de la Heredera), lejos de comportarse con la casta y el temperamento que siempre han tenido a bien de ofrecer, fue una completa moruchada. Un infame desfile de seis toros mansos, descastados, sin poder, muy parada... Y para colmo, muy mal presentada. Dolores, sí. Pero de cabeza. Esos fueron los únicos dolores verdaderos que tuvimos a lo largo de tan tediosa tarde. Porque otros, aunque sí se les esperaban, no asomaron.
Efectivamente se esperaba esta corrida con cierta ilusión. Su gran historial, en esta y en otras plazas, le ha dado fama de ganadería imprescindible para el aficionado. Aquellas corridas de la Doña en los años 90 y principios de siglo... ¡¡Qué corridones aquellos!! Eso también trae dolores, pero en lo más profundo del alma. Como una puñalada. No hubo toros, no asomaron por ningún lado.
¿Y toreros? Una terna de "especialistas", que se dice en estos casos. Respetados en Madrid y también con un historial respetable. Fernando Robleño, Damián Castaño y Juan de Castilla fueron esos tres "especialistas". Poco por parte del primero, el cual, no se sabe muy bien por qué, se quiso adjudicar una ovación que sonó tras romperse el paseíllo. La ovación empezó en el tendido alto del 7 a consecuencia de una pancarta que saludaba, con mucho afecto eso sí, a la cuadra de caballos de picar: "GRÚAS EQUIMAPFRE", en alusión al descomunal tamaño que los caballos están luciendo a lo largo de esta feria. El caso es que cuando la ovación cogió vuelo por parte de toda la plaza (algunos, más "despistadillos", no sabían ni qué carajos aplaudían) el bueno de Robleño se dio por aludido a consecuencias de su pronta retirada de la profesión... Y salió a saludarla. Como si esta fuera la tarde de su despedida en Madrid (que no es el caso). Circunscribiéndose exclusivamente a lo taurómaco, la tarde de Robleño fue de muy discreto contenido: porfión y aseado con el 1°, y breve con el marrajo 4°. Y con la espada, sendos bajonazos.
Damián Castaño es un torero también que cuenta con el agrado de Madrid. Pero esta tarde tampoco fue la más afortunada para él. Anduvo, con el 2°, más centrado en eso de "ponerse bonito", que en cualquier otra cosa. Y claro, el tema no cuajó ni por asomo. En Madrid gustan los toreros elegantes, pero cuando hacen el toreo. Ponerse elegante para pegar pases, no cuela. Y eso fue lo que hizo durante toda la faena: pegar pases. También se los pegó al 5°, un toro que llegó a embestir franco y con buen son por el pitón derecho mientras le duraron las intenciones. Castaño lo intentó con más cabeza esta vez, intentando templar la embestida del toro por abajo y llevar el muletazo hasta el final. Lo intentó, otra cosa es que lo consiguiera. Llegaron a haber muchos altibajos en esa faena, con algún que otro muletazo de mejor trazo, pero muchos enganchones y desconfianza por su parte. Dejó una buena estocada tras pinchar una vez; quizás, de las mejores veces que se le haya visto entrar a matar.
Juan de Castilla es un torero mucho más nuevo que los dos ya referidos. Se ha hecho un hueco matando este tipo de corridas, especialmente en Francia. Y no parece dársele del todo mal. Por la parte de este torero ha llegado lo mejor de la tarde, tanto en lo concerniente a los toros como, por supuesto, a los toreros. Realizó una faena emotiva y de mucho aguante al 3°, un animal incierto que se paraba a mitad de cada muletazo. Al comenzar la faena pierde los pies en la cara del toro y este, al hacer por él, le propina una fuerte voltereta y un puntazo en sálvese la parte, que necesitó de puntos de sutura al terminar la lidia. Repuesto del trance, volvió a la cara del toro para realizarle una faena basada en el aguante, a través de lo cual consiguió arrancar muletazos verdaderamente meritorios. Mató de una estocada entrando derecho y que, además de caer arriba, resultó atravesada. Dio una vuelta al ruedo. Con la herramienta suturada por los hombres del doctor García Padrós salió a hacerse cargo del sexto, al que recibió a portagayola. Pero pocos dotes pudo demostrar ante el mismo: todo un buey de carreta que huía de cada muletazo y que acabo aculado en las tablas. A pesar de intentarlo con sinceridad y voluntad, el trasteo quedó en nada.
Dolores, pero de cabeza. Con un Gelocatil se quita, y a otra cosa. Ojalá el moruchismo desapareciera con la misma facilidad de la cabaña brava. Y más, en ganaderías que en otro tiempo fueron venerables.
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