DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
17 de agosto de 2014 | Escrito por Rubén Sánchez | Fotografías de Constante
Segunda novillada de Agosto. 6 novillos de Manuel Caro Andrade, que tomaba antigüedad. Bien presentados y parejos en conjunto.
Fantasmita-37: Manso con genio, defendiéndose y a menos.
Escopeterito-41: Manso con genio, se quedó crudo en el caballo, defendiéndose con poder.
Altas-costas-51: Manso, con buen pitón derecho.
Licenciado-70: Manso, complicado y correoso.
Fusilazo-62: Manso sin entrega y a menos.
Paleto-15: Manso, complicado y orientado. Con peligro.
Fran Gómez, de azul marino y oro: Media estocada atravesada. Aviso. (Silencio). Estocada delantera, atravesada y perpendicular tras dos pinchazos. (Silencio)
Juan Viriato, de burdeos y oro: Pinchazo hondo, fue prendido destrozándose la taleguilla. (Silencio). Media atravesada tras pinchazo. Aviso. (Saludos con división).
José Antonio Carreiro, de verde botella y oro: Estocada entera en buen sitio de la que sale trastabillado tras ser cogido. Aviso. (Palmas) Pinchazo hondo en blando. Estocada casi entera delantera, quedando encunado y saliendo golpeado de la suerte, tras dos pinchazos. (Saludos)
Presidencia: D. Julio Martínez Moreno, que debió aguardar más al cambiar a banderillas con varios de los novillos, que complicados de picar y quitándose el palo, quedaron crudos. Cierto es que los novilleros solicitaban el cambio, pero debió imponer su criterio y más teniendo en cuenta el escaso rodaje de la terna y la papeleta con que iba a estrellarse después en la muleta.
Suerte de varas: Se detalla novillo a novillo en la crónica.
Cuadrillas y otros: Tarde calurosa de verano, un cuarto de entrada. El colombiano Juan Viriato se lió en una bandera de su nación para hacer el paseillo, la cual lucía un lema de apoyo a sus compatriotas, "OLÉ" y "#FUERZANOVILLEROS" que se encuentran en huelga de hambre en la Santamaría de Bogotá desde hace días, en reivindicación de la libertad frente al totalitarismo prohibicionista de la alcaldía.
En tarde calurosa se ha lidiado un encierro parejo y bien presentado de Manuel Caro Andrade, el cual en líneas generales ha sacado genio y mansedumbre, y muchas dificultades para una terna poco toreada. Una novillada que durante toda la tarde ha mantenido el interés por el peligro más que notable de las reses, que aunque salvo excepción no han permitido realizar el toreo ligado y profundo con la muleta, han dado sentido al riesgo que produce la emoción en la Fiesta, y como prueba de ello queda que los turistas que asistieron al festejo no huyeron en desbandada como la mayoría de tardes al sentir lo que nunca debe producir un toro de lidia, lástima. Aguantaron hasta el final del festejo en su mayoría, ya que encontraron en los novillos lo que uno espera de una res brava, rusticidad, fiereza y agresividad. Y una vez lidiada y sometida veremos a ver las evoluciones de su comportamiento. Algo que este encierro dada su mansedumbre ha tenido, no doblando una mano y vendiendo caras sus vidas, trasmitiendo a los tendidos que estar delante de aquello no es empresa fácil, y que para nada el toro es un animal doméstico del que se abusa ni otras falsedades que probablemente hubiesen leído. Cierto es que no se emplearon y después, tras costar bastante picarlos y sin mucho oficio para someterlos, la evolución del comportamiento fue en general hacía el orientarse y desarrollar sentido y peligro, defendiéndose y sin entrega.
Sin mucho celo, algo adormilado salió el que abría plaza, que recibió un puyazo arriba y trasero, en el que romanea tras apretar fijo, llegando a cogerlo por los pechos y derribar a la cabalgadura en un tumbo impactante tras un pulso ajustado. Alegre y de media distancia acudió a tomar una segunda, de la que salió suelto. Bien Juan Antonio Orihuela echando el palo. En banderillas, distraído, se aquerenció en tablas. Sin probaturas inició faena el gaditano Fran Gómez, a derechas, siendo sorprendido por el novillo, aflorando las dudas y brillando por su ausencia la firmeza. El animal se vence, y siguiendo por este pitón, lo desarma, defendiéndose con genio el astado, por lo que abrevió el novillero, sin haberlo llegado a someter cara a la suerte suprema.
El segundo de la tarde se quedó crudo en el caballo, complicado de picar, ya que se quitaba el palo, no llegando a meterle cuerdas en ninguna de las dos entradas. En banderillas el animal vino arriba, con pies y arreones, llegando a la muleta con mucho genio y defendiéndose, siempre con la cara alta. Desarmó a Juan Viriato en varias ocasiones, y le hizo recorrer muy variopintos terrenos del ruedo, en lo que demostró falta de mando y sometimiento. El novillo berreó tras el pinchazo hondo del que salió con la taleguilla reventada, pero no sacó casta al morir, pues no hizo falta descabellar.
Vivo y con pies salió el tercero, repitiendo en las telas de José Antonio Carreiro, que salió hacia las afueras con él, con buen hacer, aunque algo amontonado en el remate. Lo dejó en suerte, y el astado acudió pronto, pero cabecea en la pelea mientras le pegaban caído, saliendo de huida en cuanto le abrieron la salida. Repuchado se marchó en la segunda entrada, tras tardear, teniendo el picador que salir hacia delante para buscarlo, ahorrando capotazos, pero cabreando al personal, pues no hizo afán de citarlo y hacer la suerte. Claro está que se veía que estaba manseando, pero tan directo a buscarlo sobrepasando las rayas (no olvidemos que fueron establecidas como medida de protección para los de su gremio, en un claro alarde de valor por tanto al pasarlas) mosqueó al público, que lo abroncó. Carreiro se lució en el quite, y el novillo tomó un tercer puyazo, del que se repucha sin celo, desentendido; tras tener que salir la montura a buscarlo en corta distancia. Tiró el novillo la cara en la reunión de los pares, y llegó a la muleta del navalagamellano con un buen pitón derecho. Inició toreando en redondo, corriendo la mano y llevándolo impregnando gusto, con empaque y componiendo la figura, dejando personalidad también en los remates, en tres series que llegaron al tendido. Una vez probó la bronca embestida del pitón izquierdo, por el que tiraba la cara alta defendiéndose optó por coger la espada.
El cuarto, abanto y suelto de salida, tomó alegre y de largo una primera vara, en la que pegó un chocazo fuerte pero de la que se marchó suelto. Caída y algo trasera recibió la segunda, mientras que para la tercera, Juan Gil hizo bien la suerte, provocando la embestida del manso, citando y consiguiendo que se arrancase, aunque para quitarse el palo en la pelea y salir repuchado. Muy complicado en banderillas con pies y echando la cara alta, colándose en los lances de brega, tal como después hiciese en la muleta, lléndose al pecho. Fran Gómez con las lógicas precauciones, le dudó y fue desarmado, haciendo hilo con pies el novillo, a pesar de llevar la muleta entre los pitones dificultándole la visión, deshaciéndose de ella de un derrote seco. Pasado el episodio de peligro, se tiró a cazarlo, saliéndose de la suerte sin haberlo al menos lidiado y sometido, bajado la cara con un macheteo sobre las piernas.
Apretó el quinto hacia las afueras el quinto en su salida; tomó una primera caída a la que se arranca con todo, como un tren y de la que salió suelto tras quitarse el palo, directo hacia el monosabio que tuvo que tomar el olivo. Entró por segunda vez para recibir una vara trasera en la que apreta con la cara alta, al igual que la tiró después ante los rehileteros. Sin embargo llegó más aplomado a la muleta, dejándose algo más que sus hermanos, aunque sin llegar a entregarse y faltando recorrido en sus embestidas. Viriato puso de su parte, con ganas, pero pasándose de faena.
Cerraba tarde un novillo abanto de salida, con pies y en el que se tocó a picadores sin haberlo parado. Bien el tercero Fco. Javier Vaquero, que lo cortó en chiqueros evitando que tomase la primera vara en la puerta de caballos. Aún así se impuso el novillo y por tanto el desorden en varas, pues recibió la primera en terrenos del 1, saliendo suelto. En la segunda marró el picador al echar el palo, por lo que se marchó suelto y sin picar, precisando una tercera entrada en la que el varilarguero se agarró arriba, pero de la que salió de huida el animal. Hizo hilo con pies en banderillas, tan abanto como de salida, recorriendo todos los terrenos de la plaza, con el consiguiente desorden. Inicia por abajo la faena José Antonio Carreiro, ante unas embestidas rebrincadas y con viveza, continuando tras los doblones por el derecho, evidenciándose las dificultades y el sentido que desarrolló, que se fueron agravando en tanto que afloraron las precauciones. Optó por abreviar tras dos derrotes secos en la mano. Se le vino al cuerpo en la suerte suprema, finiquitando a la tercera, encunado, trastabillado y teniendo que tomar el olivo en vista del arreón final que pegó.
Está claro que un encierro de estas características ni fue bueno como oportunidad para los novilleros ni tampoco en valor a su bravura. Pero entre esto y aquellas que no son oportunidad ni destacan por su bravura en vista de su descaste y flojedad, me quedo con el de este domingo, que da pie a muchos matices, mantiene el interés y da importancia a la labor frente a ellos, trasmitiendo el mérito de vestir el traje de luces a los tendidos e incluso a los públicos debutantes e inexperimentados como es el caso del turismo.