DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
30 de mayo de 2018. Con lleno de no hay billetes en los tendidos se ha lidiado una corrida de Garcigrande, mal presentada, mansa y descastada en general. El segundo fue devuelto y sustituido por un sobrero de Valdefresno basto y feo que resultó descastado y noblón.
Enrique Ponce. Estocada (saludos). Pinchazo y Estocada caída (saludos con protestas).
Sebastián Castella. Pinchazo, estocada defectuosa que escupe -1 aviso- , nuevo pinchazo y entera trasera atravesada con incontables descabellos (Silencio). Estocada trasera ( 2 orejas )
Jesús Enrique Colombo (CONFIRMACIÓN). Pinchazo y estocada trasera (silencio). Estocada (silencio)
Tercios de varas y cuadrillas: Una tarde más, fuimos testigos de que el primer tercio está en vías de extinción. Hubo tres derribos sí, de primero, cuarto y sexto pero no tanto por el empuje y bravura de los toros, sino más bien por la rendición de los caballos de turno y falta de pericia de los piqueros y se demostró en todos los casos con las siguientes entradas al peto… fueron meros trámites ( salvo en el cuarto, que recibió un duro castigo ). Entre las cuadrillas de a pie, destacó Mariano de la Viña durante toda la lidia del segundo.
Presidencia: Ocupó el palco D. Gonzalo Julián de Villa Parro. Debería dejar su puesto, por el bien de la Fiesta, sinceramente. Aprobó una corrida sin la presencia mínima para esta Plaza. Animales de aspecto anovillado, sin seriedad, feos y simplemente engordados para la ocasión. La concesión de la segunda oreja a Castella, de juzgado de guardia. Madrid no merece estos presidentes que contribuyen sistemáticamente a la degradación del espectáculo devaluando a niveles ínfimos los triunfos en esta Plaza. ¡¡Fuera del Palco, por favor!!
Tarde de figuras, tarde de clavel, tarde triunfal… Perdonen, ¿he dicho triunfal? Ya quisiéramos... He querido decir triunfalista, como bien corresponde a la propia naturaleza de este pseudo-espectáculo moderno disfrazado de Tauromaquia que degustamos día sí y día también, sobre todo y precisamente, si la tarde es de figuras y clavel.
Hoy no podía ser menos y la Afición de Madrid… Perdonen, ¿he dicho Afición? No hombre, no... El público verbenero que acude a los tendidos de la otrora respetable Plaza de las Ventas, ha decidido elevar a premio gordo una actuación que realmente había alcanzado un aceptable nivel medio, pero nada más. Claro que para eso debería estar la Autoridad competente… Disculpen de nuevo, ¿he dicho competente? ¡En qué estaré yo pensando…! Quise decir presidente in-competente, y muy mal aficionado por lo que demuestra con sus continuas decisiones, que debería haber dejado en una oreja la labor de Castella y no regalar una Puerta Grande tan barata y fuera de lugar como la de hoy.
Y todo ante una corrida de toros… Esperen, ¿toros he dicho? Bueno, ciertamente lo fueron por edad, pero no por trapío ni presencia para Madrid por mucho que lo defiendan los taurinos y sus secuaces del micrófono, porque sinceramente la corrida ha sido un compendio de animales chicos, anovillados, regordíos y feos, y que además no han demostrado ni un atisbo de bravura y sí bastantes dosis de descastamiento.
Con todo, tras la muerte del cuarto, la tarde parecía precipitarse hacia el olvido irremediablemente, más si cabe cuando Enrique Ponce - mayor atractivo para “el clavel” en el dia de hoy-, concluía su actuación de este año sin reverdecer triunfos recientes. Pero “el clavel” no estaba dispuesto a que esto ocurriera, no fuera a ser que mañana no pudiéramos contar nada en la oficina, y puso todo su empeño para que en el quinto sucediera el “histórico hito triunfalista del día”. A ello contribuyó en gran parte la circunstancia de que el matador fuera arrollado y zarandeado de salida por el castaño de Garcigrande cuando pretendía recogerlo en los medios. La cogida fue dramática y la sensación de que allí había ocurrido algo muy grave se apoderó de todos los presentes. Afortunadamente, el torero desmadejado y semiinconsciente fue recogido del suelo y tras unos minutos reponiéndose en el burladero de matadores, volvió a la cara “tan solo” con un tobillo vendado y una paliza muy notable. Por cierto, Ponce se había hecho cargo de la lidia durante esos instantes de forma muy adecuada y no permitiendo que el desorden reinara. A partir de ahí, vaya por delante un sincero reconocimiento a Sebastián Castella por sobreponerse a las circunstancias y por su encomiable actitud; pero de ahí a poder justificar las dos orejas hubo un mundo. El toro, que resultó el de mayor interés del encierro por su movilidad y cierta castita (pero sin duración), posibilitó que comenzara el francés por naturales de rodillas y dos series más por la derecha de cierto temple que hicieron las delicias del “clavel”. Pero justo después, tras un intento infructuoso por el pitón izquierdo, el toro comenzó a pararse y echar el cierre. A partir de entonces todo resultó mucho más insustancial, concluyendo con el típico arrimón “de la casa” cuando el animal ya presentaba apariencia semi-agonizante. Estocada arriba algo trasera, “el clavel” en delirio y lo que es peor, el palco delirante. Dos orejas… De locos. ¡Ole por la Fiesta moderna!
Antes, en el primero de su lote, Sebastián Castella había naufragado ante otro bichejo feo y mal presentado que pasó un mero trámite en varas y se movió a la defensiva en la muleta. Nunca encontró el animal mando en el francés que era lo que necesitaba y sí falta de temple, mucha descolocación y vulgaridad a espuertas. Además pegó un sainete con los aceros.
Se presentó como matador de toros Colombo, tras haber concluido su periplo de novillero en los puestos punteros del escalafón, lo que nos hace pensar en un futuro ciertamente tenebroso. Sin destacar especialmente ni con capote ni banderillas, con la muleta se mostró siempre descolocado en el de la confirmación, muy despegado, poniéndose incluso pesado ante un animal que no dijo nada. Con el sexto, manso y corretón durante toda la lidia estuvo desbordado, sin un planteamiento firme de faena, se le contaron hasta cuatro desarmes y sinceramente, nada positivo nos dejó en su haber el venezolano.
Y Enrique Ponce ha ejercido por enésima vez de padrino de una confirmación de alternativa. Nuevamente se anunciaba ante una ganadería muy de su gusto y con un cartel a modo. Hizo segundo en el orden de lidia un sobrero de Valdefresno, feo, acochinado y sin cuello que sustituyó al animalillo titular, absolutamente impresentable por cierto, y que quedó descoordinado al rematar de salida en tablas. A este de la familia Fraile, con comportamiento típico de la casa (descastado y sin emplearse en los primeros tercios, y dócil en la muleta) le recetó el de Chiva dos series de derechazos con su porte habitual, enlazados que no ligados, elegante en las formas pero carente de fondo. Tampoco el toro daba la impresión de aportar lo que allí faltaba y que pudiera responder a mayores compromisos y todo se vino a menos. Apareció el cuarto y algo tuvo que percibir el valenciano ya de salida, porque el castigo ordenado en varas valió por todo lo que le dieron al resto de la corrida junta. Mostraba mayor fuerza el toro, que incluso empujó y derribó en el primer encuentro y se dejó pegar en una segunda vara excesiva, donde Manuel Quinta se despachó a gusto. No parecía tampoco que las complicaciones que presentaba el animal fueran insalvables, y menos para lo que se le supone a Ponce, pero estaba claro que no las tenía todas consigo. Tras una breve probatura por cada pitón sin gran convencimiento, macheteó y castigó a la antigua usanza al garcigrande como si de una fiera corrupia se tratara. “El clavel” se entregó ante semejante muestra de “poder” mientras que el aficionado más conspicuo se quedó con la sensación de que posiblemente le estaban vendiendo un pollino.
Daba igual, al final de la tarde “el clavel” esplendoroso lo consiguió y se fue tan feliz. Aunque la Fiesta verdadera “marchite” irremediablemente.