DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Sábado 27 de mayo de 2017. Plaza de Toros de “Las Ventas”. Tres cuartos largos de entrada en tarde soleada y levemente ventosa. 17º del abono de San Isidro. Se lidiaron 6 toros, 6 de la ganadería de “Toros de El Torero”, desigualmente presentados y descastados, para los diestros:
Joselito Adame (de azul pavo y oro):Pinchazo y estocada corta delantera que causa derrame. Silencio. Pinchazo y estocada entera, contraria y baja en la suerte contraria. Silencio. Estocada en los rubios a cuerpo limpio. Una oreja entre división de opiniones. Francisco José Espada (de grana y oro), que confirmaba su alternativa: Estocada entera, trasera y caída. Silencio. Fue prendido por el toro en el embroque, se fue a la enfermería y no volvió para matar el segundo de su lote debido a un traumatismo craneoencefálico. Ginés Marín (de verde esperanza y oro): Dos pinchazos, estocada desprendida y cinco descabellos. Silencio. Media estocada trasera. Silencio.
Toros 1º: Jilguero (18), negro listón cinqueño de 545 kilos: -Presentación: Hondo, alto de agujas, enmorrillado y justito de cara. -Suerte de varas: 1º: Puyazo caído. 2º: Picotazo al relance. Sale del tercio de varas sin apenas haber recibido castigo. -Comportamiento: Manso huidizo sin picar, con cierto genio y raza que fue desarrollando durante el avance de la faena, no siendo domeñado por el matador. 2º: Verbenero (5), negro bragado meano y cuatreño de 537 kilos: -Presentación: Serio de cuerna pero anovillado debido a su recortada figura. Mal presentado y protestado de salida. -Suerte de varas: 1º: Entra al relance, recibiendo un puyazo leve sin meter las cuerdas. Al salir del envite se cae. 2º: Simulacro. Picotazo para “cuidar” al inválido. -Comportamiento: Debió ser devuelto por su escasez de fuerzas, que, añadiendo su falta de casta, imposibilitó que aguantase los tres tercios de la Lidia. Manso descastado, rebrincado y renqueante de la mano derecha. 3º: Pargo (56), negro listón cuatreño de 520 kilos: -Presentación: Un novillote sin presencia ninguna. Protestado efusivamente por el respetable. -Suerte de varas: 1º: Puyazo en el cerviguillo. Se cae el burel al salir de la suerte 2º: Al dejarlo el matador en suerte pierde de nuevo las manos. Apenas recibe puya. -Comportamiento: Cabeceó en varas con arreones de manso, no recibiendo castigo ninguno. Se cayó en dos ocasiones antes de haber finalizado el primer tercio de la Lidia. Inválido con cierta querencia al abrigo de las tablas. Debió ser devuelto. 4º: Oropéndolo (42), negro cinqueño de 580 kilos: -Presentación: Hondo por delante, fino de estampa y con morrillo resaltado. Bien presentado. -Suerte de varas: 1º: Puyazo en el morrillo al relance. Se lleva un picotazo al salir del encuentro. 2º: Picotazo trasero. -Comportamiento: Abanto en varas. Mansote, noble enclasado y enrazado que apenas recibió puya. Una perita en dulce para el trasteo, en el que se vino arriba al no verse podido. 5º: Hurtador (1), negro bragada meanos y cinqueño de 571 kilos. Anunciado en sexto lugar: -Presentación: Serio de cara, algo ensillado y muy largo. Bien presentado. Suerte de varas: 1º: Picotazo paletillero. Sale buscando trapo. 2º: Picotazo al relance. El Presidente cambió rápido el tercio pero el toro volvió a entrar al caballo recibiendo otro picotazo. Simulacro en varas. -Comportamiento: Salió crudo del primer tercio. Manso enrazado y geniudo, algo bronco debido a la falta de mando del matador, pero con opciones y entrega en sus terrenos. 6: Omani (6), negro cuatreño de 549 kilos. Anunciado en quinto lugar: -Presentación: Muy astifino, largo, pero sin morrillo. Justito de presencia. -Suerte de varas: 1º: El burel se cae al entrar. Puyazo arriba. 2º: Puyazo delantero. -Comportamiento: Con cierta entrega en varas, entrando humillando a recibir ambos puyazos aunque embistiendo al jaco con la cara alta. Noble, enrazado, pronto y con cierta prontitud y entrega en el trasteo entre las rayas. El matador acabó ahogándolo cuando iba de largo y repetía en los primeros cites del trasteo.
Nota sobre la Presidencia de D. Javier Cano Seijo: Nefasta labor durante toda la tarde, cambiando rápidamente el tercio cuando el toro todavía no había recibido dos puyazos en condiciones. Debió devolver el segundo por inválido, ya que renqueó desde un inicio de su mano derecha; y también el tercero, que acabó por los sueltos desde el primer tercio hasta el trasteo hasta en cinco ocasiones.
Se anunciaba para hoy una corrida de Toros de El Torero, hierro de encaste Domecq que había traído en las últimas ocasiones algunos toros reseñables por su seria presentación y su encastada condición. Para lidiarla, una terna bastante joven y variada: el mexicano Joselito Adame, Francisco José Espada, que confirmaba; y Ginés Marín, que dos días antes, durante su confirmación, había abierto la Puerta Grande de Madrid en una faena basada en las distancias. Al romperse el paseíllo, la cada vez más cariñosa afición de Madrid sacó a saludar al diestro jerezano por su actuación en su anterior cita, que nada tuvo que ver con esta, ya que Ginés Marín mostró su novicia experiencia, sus incapacidades lidiadoras y la dificultad que tiene que adaptarse a lo que cada ejemplar pide, hecho bastante frecuente en la tauromaquia actual, en la que el toro no es nada del otro jueves respecto a su fiereza, pero los toreros tampoco saben hacerse con este por muy noblote que sea su comportamiento. Abrió Plaza Jilguero, un hondo toro enmorrillado que le tocó en suerte al confirmante Francisco José Espada, en cuya lidia no estuvo nada acertado, no parando al toro en los primeros lances de la faena, hecho que acabó pagando en el trasteo, en el que tuvo que pechar con un toro que se vino arriba con cierta raza no habiendo sido castigado en varas. El toro marcaba sus terrenos pero Espada acusó a su vez esa moda tan recurrente hoy en día de que todos los toros se han de lidiar en los medios durante el trasteo. El toro se quería ir del platillo y él, sin acomodo ni ligazón, le soltó unas cuantas tandas de trallazos en los que el burel se abría. Al natural, más de lo mismo. Muletazos sin vender una escoba acabando su faena con un arrimón como último recurso, alargando a su vez mucho la faena. El toro seguía sin mando y a por la espada se fue el diestro fuenlabreño. En el mismo embroque, el toro de su confirmación le prendió sin dejar cornada pero generando un fuerte zarandeo en cuya caída el matador se dio un fuerte golpe en la cabeza que provocó un traumatismo craneoencafálico severo que le imposibilitó salir a lidiar el segundo de su lote. Ginés Marín, que, como ya hemos apuntado, venía con la vitola de futura promesa del escalafón mayor, no tuvo su tarde. Su primero, un torete inválido que ni se tenía en pie, no fue devuelto. Se encargó de aplicarle una faena de enfermero con derechazos a media altura sin tampoco quererse manchar. Sacó algo de genio al final, viéndose el diestro jerezano algo abrumado y respondiendo con alharacas, sainete con el estoque mediante, con respuesta negativa del respetable, cuya paciencia andaba ya bajo mínimos por la decisión del usía, que no quiso mandar a los corrales a un toro que en ningún caso aseguraba aguantar íntegramente la lidia completa de tres tercios que tan enfermita anda hogaño. Con el quinto, el segundo de su lote, anduvo en tierra de nadie, con poca gracia y excesivas ventajas con la franela. Le dio distancia a un toro que iba y venía, pero perdiendo durante los muletazos muchos pasos frente a un toro sin picar que se entregó con nobleza en la muleta. Al contrario que en las dos actuaciones de su cita anterior, no vació los muletazos atrás, respondió con naturales nada templados y no supo acoplarse a un toro que fue desarrollando dificultades al no sentirse podido Definitivamente, no tomo la medida del toro que tenía delante y acabó su segunda tarde isidril sin dejar nada gustoso para esperarlo próximamente. Esperemos que a Ginés Marín no le pase lo mismo que a otros toreros, como López Simón o Fandiño, que habiendo salido por la Puerta Grande de Madrid con excesivo triunfalismo, han pasado posteriormente una dura travesía por el desierto. Joselito Adame, torero que ha basado su estilo en el valor y la variedad con el capote, tuvo que matar tres toros (2º, 4º y 6º) debido a que el torero al que confirmó la alternativa fue rápidamente hospitalizado después del percance que sufrió al matar su primer toro. Su lote de tres aristas fue bastante variado. Con su primero, un ejemplar inválido que apenas se prestó al lucimiento, se alargó en exceso. El toro mostraba un trote alegre pero pasaba, no embestía. Se lo llevó a los medios, el burel se le fue apagando al no darle distancia y aburrió al más apasionado, finalizando con una fea estocada que provocó derrame. Con el cuarto, sí acertó dándole sitio, porque el toro además de destacar por su fijeza, iba a la franela de largo con mucha prontitud, entregándose en el último tercio. Miguel Martín volvió a dar espectáculo con los palos, dejando los cuatro que puso muy bien reunidos y cuadrándose delante del toro habiéndolo dado la ventaja del inicio de la suerte. Fernando Sánchez también toreó al colocar su par, gracias a sus torerísimos andares, a su valiente disposición, dando al toro la iniciativa, y poniendo el par desde los medios hasta los adentros a un toro que hacía hilo. Adame volvió a responder con una faena muy larga, basada en toreo accesorio del que tanto gusta hoy, acortándole al final las distancias con exceso de ojedismo en un tanteo muy prolongado en el que no dejó ni un muletazo de ley y sí muchas monerías de Plaza barata. El éxtasis de esta tauromaquia pop vino en el sexto, frente a un toro de embestida boyante que dio pelea en varas y que posteriormente fue lidiado con enorme temple por Miguel Martín, que además sabe bregar, no solo con su capote poderoso, sino también con su andar medido, gracias al que cuadra perfectamente a los toros en suerte para que el banderillero realice su labor con las mayores prestaciones. En el trasteo, Joselito Adame comenzó muy aturullado, recortando las distancias a un toro que no dejaba de embestir y que había que poder doblándose por bajo. Basó el sostén de su faena en unos estatuarios bastante toreros de inicio en los terrenos del 7, manteniendo los pies sin moverse ante las acometidas sucesivas del burel. El toro desarrollaba en los adentros mucho poder y Adame, como bien sabe que ya Madrid no es lo que fue, en vez de intentar poder al toro bajando la mano, se subió encima estando en todo momento a merced del animal, hecho que también deleita actualmente mucho por estos lares. Sin mando en la faena y a expensas de un público bullanguero que se entregó con pasión hasta aplaudiendo que el torero, después de perder la franela, la cogiera al vuelo como si de un malabarista se tratase, Adame respondió con unos naturales a pies juntos muy acelerados, sin sentido de la faena, cuando el toro ya apenas respondía y sin haberlo cuajado anteriormente al haberse dedicado a dar pases deshilvanados sin ton ni son. Finalizó esta desmesura de arrimón y pegapasismo tirando la franela al suelo y yéndose tras el toro dejando una estocada a cuerpo limpio de enorme valor guerrero pero que rezuma más sabor a Gladiator que a una secuencia taurina de las que se recuerdan para siempre. No podemos quitar valor ni merecimiento a tal estocada en el hoyo de las agujas, pero si después de no cuajar al toro basas todo a una carta llena de triunfalismo para generar un alboroto más parecido al del deporte rey que al que nace con el toreo puro, es normal que buena parte de la Plaza recrimine al torero su falta de capacidad lidiadora frente a una perita en dulce que sí hubiera lucido en una faena de distancias basada en el toreo fundamental. La Plaza, ante tal desmesura y sin haber dado una tanda de ley a un toro con mucho que torear, enloqueció y se le concedió una oreja frente a las protestas de muchos aficionados que recriminaban que el torero, en vez de ponerse a torear, hubiera elegido la vía del arrimón y el desenfreno en desplantes que a día de hoy tanto embriagan a los públicos. En resumidas cuentas, esta tarde contemplamos de nuevo cómo se repetían los simulacros en varas, cómo todo se predispone para el último tercio, toros con opciones que se fueron sin torear, faenas basadas en el toreo accesorio y en excesos de gallardía que son más premiados que el torear de verdad y la continua dejación de funciones de la Presidencia a la hora de devolver toros de una invalidez plausible, en una tarde con un público entregado en todo momento a la terna y que deseaba de cualquier manera dar trofeos para volver al día siguiente a la oficina y decir que ayer estuvo en Las Ventas y vio a un torero cortar una oreja. Lo dicho, esto es el pez que me muerde la cola y parece, aunque suene muy pesimista, que esto va cuesta abajo y sin frenos.