DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
EMILIO DE JUSTO, CONSAGRACIÓN DE UNA FIGURA
02 de octubre de 2021. Feria de Otoño. Lleno de no hay billetes dentro del aforo permitido del 50 %. Se han lidiado toros de Domingo Hernández y Garcigrande ( 2º y 4º los de este segundo hierro), bien presentados aunque desiguales en hechuras. En general, todos pasaron de puntillas por los primeros tercios. Así parecen estar programados en esta vacada. Ya para la muleta, noble y con recorrido resultó el primero, a menos el segundo, encastado y venido arriba el quinto y manso y rajado el sexto. Tercero y cuarto, sosos y deslucidos.
El Juli (sangre de toro y oro). Estocada trasera, atravesada y descabello (oreja). Media estocada trasera, tendida y 3 descabellos (silencio).
Emilio de Justo (nazareno y oro). Pinchazo hondo y 7 descabellos -1 aviso- (Silencio). Estocada en lo alto (dos orejas).
Juan Ortega (tabaco y oro). 3 pinchazos y estocada caída (silencio). Estocada atravesada y dos descabellos -1 aviso- (ovación).
Tercio de varas y cuadrillas: Tan solo el segundo de la tarde se empleó en cierta medida bajo el peto tras rehuir los dos encuentros en primera instancia, por cierto. El resto de la corrida pasó por el caballo como cumpliendo un trámite totalmente innecesario. De todos es sabido, y reconocido por el propio ganadero, la falta de importancia que se le da a la suerte de varas en esta casa. Y así se muestran sus productos tarde tras tarde; no se emplean en los primeros tercios y sus corridas solo parecen seleccionadas para el tercio de muleta.
En banderillas destacó Iván García en el cuarto.
Presidencia: Ocupó el palco D. Victor Oliver Rodríguez. Sin complicaciones.
Por si había alguna duda ahí ha quedado eso. Aldabonazo definitivo de Emilio de Justo, que tras cortar tres orejas el pasado mes de julio, hoy ha venido a refrendar aquel triunfo, con más contundencia si cabe, y se ha consagrado como figura del toreo. Así de claro, y además ejemplificando un cambio de testigo simbólico ante quien ha ocupado los puestos más altos del escalafón durante hace ya muchos años, demasiados a buen seguro... Y con un mérito añadido si me permiten, y es que este torero se hace figura después de muchos años de lucha, ganándoselo con la verdad de su toreo y convenciendo a la afición, no simplemente por imposición del taurinismo imperante y los medios paniaguados.
Hoy, en Las Ventas además ha vuelto a florecer algo que ya germinaba en las temporadas 2018 y 2019 y que nos truncó la maldita pandemia. La constatación de que el toreo dominante en los últimos años está sufriendo un relevo… y bendito relevo. Las últimas figuras ya no atraen y su toreo monótono, de tiralíneas por las afueras y de pata atrás lo están borrando de un plumazo un ramillete de toreros con aire fresco, que no nuevo porque simplemente está basado en las normas clásicas que siempre sustentaron el buen toreo. Hoy hemos tenido el claro ejemplo de lo uno, y de lo otro.
Emilio de Justo ya había dejado muletazos sueltos de buen trazo ante el segundo de la tarde, y un buen quite por verónicas como replica a uno por delantales de Juan Ortega. Acusó el toro una larga y laboriosa lidia durante los primeros tercios y se fue viniendo a menos (fue el único que había cumplido mínimamente en varas), y aquello no cuajó. Como parecía que no cuajaría nada ante el aparentemente insulso que hizo quinto. Se desarrollaba su lidia sin pena ni gloria y nada nos hacía presagiar lo que el toro llevaba dentro. Pero su matador, sí lo debió percibir porque enseguida comenzó doblándose por bajo, mandando en la embestida y saliéndose con él en muletazos flexionados hacia las afueras. Precioso inicio, y preciso. Porque en la primera serie el toro acometía al galope, con poder, repitiendo y aunque algo acelerada en un principio, allí encontró siempre la firmeza de una muleta bien colocada, mandona y de trazo bajo. No se apreció ni una duda, y en las siguientes series también a derechas, todo fue ganando en acople, siempre con “la pata adelante” y el toro siguiendo la muleta en curva y hacia la cadera. Una trinchera y un pase de pecho de remate hicieron rugir Las Ventas. Aquello tenía mucha emoción. Con la izquierda la faena mantuvo el nivel, echando la panza de la tela adelante sin brusquedades y en muletazos llevándolo muy toreado. Cada remate de las series suponía una nueva explosión en el tendido y la última serie de derechazos culminada con un cambio de muleta a la izquierda, y enlazando con un natural y el de pecho fue monumental. Para finalizar, sin la ayuda del estoque, un cierre con muletazos por bajo alternando la muleta de mano que hicieron crujir la Plaza. Todo el mundo en pie. No lo creíamos, un toro encastado, a más en su comportamiento y había sido podido y toreado. El estoconazo en todo lo alto pusieron en las manos del extremeño el justo premio de las dos orejas. Las dos orejas de su consagración.
Por cierto, ojo al toro, hay que mencionar que le faltaba un mes para cumplir los 6 años y era alto y feo de hechuras; lo que cualquier taurino y comentarista de cabecera aborrecen de forma imperante. Pero amigo, la casta brava circulaba por sus 630 kilos y aquello tuvo la importancia que no tendrán nunca las tan cacareadas obras artísticas realizadas a los torillos a modo que tanto defienden los de siempre.
A todo esto, El Juli ya había cortado una orejita al primero, un toro que llegó noble y facilón a la muleta. En su quehacer destacó el temple en toda la faena, la pulcritud y la ligazón, es verdad, pero como decía mi añorado Fausto, “que NOOO…”. Faena típica, sin forzar en demasía al toro, con falta de ajuste, despegado y ayuno de emoción y alma. Aquello era la máxima expresión del toreo imperante en los últimos 20 años que, puesto en comparación con lo apreciado justo después y en la misma tarde, hace que nadie se acuerde ya de esta primera faena. Con el cuarto, soso y deslucido, poco se podía hacer.
Y llegaba también a Madrid Juan Ortega. Y se notaba en el ambiente que la gente lo esperaba. Es otro de los coletas llamados a coger el testigo. Tiene el toreo en su cabeza y en sus muñecas y su expresión con capote y muleta nos hace albergar muchas esperanzas. Nos defraudó en su primero, un toro que aparentó no comerse a nadie, descastado bien es cierto, pero ante el cual el sevillano se encontró sin ideas y muy poco resolutivo. No parecía tener su tarde, pero en buena medida nos resarció ante el sexto. Manso y rajadito pero que le permitió embarcar 15 o 20 muletazos con esa sevillanía y torería que atesora el trianero y que nos supieron a gloria. Perdió la oreja porque la estocada no fue efectiva y se demoró con la cruceta, pero queda su cartel intacto ya de cara a la temporada que viene.
Escrito por Alberto Herrero
Foto: las-ventas.com