DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
17 Mayo 2011 | Escrito por Juan Minguela | Fotografías de Constante
Corrida de toros. 8º de la Feria de San Isidro. Encierro bien presentado de la ganadería de El Ventorrillo. Paco Medina (propietario ahora de la ganadería Montecillo) fue el creador y antiguo dueño de esta vacada hasta que la vendió en 2006 al constructor Fidel San Román). Toros serios y bien rematados, los tres primeros enrazados y encastados. Primero y segundo toro de la tarde, aplaudidos en el arrastre. Tercero ovacionado, de nombre "Cervato", con leve petición de vuelta al ruedo. Se quedó crudo en el caballo. Cuarto, quinto y sexto silenciados en el arrastre.
Manuel Jesús "El Cid": pinchazo, estocada y once descabellos (pitos); y dos pinchazos, estocada y descabello (silencio).
Miguel Ángel Perera: dos pinchazos y media caída (silencio tras aviso), y pinchazo hondo y estocada (silencio).
Alejandro Talavante: estocada recibiendo (dos orejas), media tendida y caída, dos descabellos (silencio tras aviso).
Tercio de varas: Es aplaudido el picador de la cuadrilla de Miguel Ángel Perera, Ignacio Rodríguez, la puya cae trasera. Se pica mal en todo el festejo, se coloca mal en suerte al burel, puyazos traseros y caídos.
Banderillas: La suerte de banderillas ha sido de trámite, excepto en el segundo de la tarde, en que tienen que desmonterarse Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero.
Otros: El presidente don César Gómez Rodríguez no tuvo complicaciones en el festejo; el único borrón de la tarde fue por cambiar de tercio precipitadamente al tercer toro, que estaba sin picar.
Hoy la emoción ha venido a visitarnos. Ha sido breve, de soslayo, pero ha venido. Hoy ha venido el Talavante enchufado, el que crece exponencialmente en cuanto las cosas le salen un poquito de cara. Y con Fidel San Román ha venido un castaño salpicado que ha hecho de correa de transmisión entre el torero y esa multitud con déficit de emoción. Ya había asomado por gaoneras Talavante en el primero de Perera. Le supo rico y se quedó con el aroma para luego saborearlo de nuevo con "Cervato". La verdad que el toro más que picado se fue "marcado y peinado". La primera no fue ni media vara y la segunda fue el mondadientes que apunta a la aceituna de un vermú, resbalando sin atinar con el objetivo. Crudito y coleando llegaba el morlaco a la muleta, como se las ponían a Felipe II: en los medios, primera arrancada, cuatro derechazos ceñidos y primeras palmas. Después se la echó a la izquierda, tres naturales y pistoletazo de salida para la histeria. Tandas templadas, ajustadas y de mano baja, levantando al público de sus asientos. Emoción. Dos tandas más de naturales, una de ellas sin enganchones y con manoletinas atornilladas en el albero, sin rectificar ni un milímetro, cambios de mano…Alejandro navega bien en estas aguas. Lo de entre tanda y tanda ir andando como el funambulista por el alambre, despacito y echando la frente para atrás, hasta conseguir que nuca y hombros se solapen a lo alto de la espalda, así ya puedo ver cómo me aplauden los tendidos sin que se note mucho. El dato que falta es que Alejandro no se ha cruzado ni una vez, pero la emoción no entiende de eso, más cuando llegas a ella por otros motivos. Ya no hay retorno. Dos tandas más con la izquierda, reduciendo las marchas, posibilitando así un chute de temple que nos supo a gloria. Entendió Talavante que no tenía sentido prolongar más el tema, así que se fue a por la de verdad y después de sus sempiternas (y tropezadas) bernardinas cuadró al toro y sin darle tiempo a armar el estoque fue "Corveto" a su encuentro, posibilitando esas dos orejas que abren Puerta Grande por primera vez este año. Poco caballo y mucho natural tuvo este toro. Mejor así, no le demos más vueltas que luego la liamos. Hubo emoción, dosificada, pero algo hubo.
El primero fue Manuel Jesús. “El Cid”, que está desangelado. Gris. Alquitranado. La gente le empuja en cada lance, él como forzado, son los primeros olés los que mueven su capote, más que ese hambre insaciable que traía hace años. Es Manuel Jesús torero que necesita de toros que vengan acelerando, que tengan cuerda para los dos o tres primeros lances, que ya se encargará él de mantenerlos frescos. Está claro que los toros de hoy no son para él. Y menos cuando tu cabeza dicta una cosa y tu cuerpo ejecuta otra. Lo de hoy no ha tenido ni sujeto ni predicado, todo de aquella manera. Tandas con ambas manos, sin acoplarse, no aguanta la embestida de los bureles, descargando, pasito atrás, descompuesto. Ni con el segundo de su lote, noble, de templada y suave embestida, estuvo a gusto el torero de Salteras. Está por debajo de sus oponentes.
Miguel Ángel Perera con su primero, toro con fijeza y noble, no ha sabido sacarle el jugo que destilaba, después del buen hacer de su cuadrilla, picado por Ignacio Rodriguez y banderilleado por Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero. El día que entra en bucle mejor no te arrimes, no hay quien le haga entrar en razón. Se lleva al burel a los medios. Dos tandas por la derecha, desde lejos, el toro ni se inmuta, así que acorta distancias. Se va acercando. Ahora sí. Tandas aseadas, pero sin rematar. Cada pase que da, más encima está de la chepa del animal. "Cuanto más me arrimo, más me aplauden". Y ahí ya no hay quien le pare: catálogo de posturitas, abanico de circulares, colección de avisos. Todo esto como los raíles de los trenes él y el toro, paralelos todo el trayecto. Está en pegapases de la tauromaquia moderna. Perera se desespera. Y no sé si ya es demasiado tarde para intentar ver cómo sacarlo de la espiral en la que torea. No esta a la altura de sus oponentes.
Bienvenida, emoción, esta es tu casa. Vuelve cuando quieras, te estaremos esperando con los brazos abiertos.