DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
12 de mayo de 2014 | Escrito por ©Pepeíllo | Fotografías de Constante
Corrida de novillos. 6 Novillos de Fuente Ymbro. Encaste Jandilla. Bien presentados, varios de ellos con el trapío de toros de figuras, pero fue una mansada, aunque algunos de ellos sacaron algo de casta y blandura. Su juego decepcionó a los aficionados. En esta ocasión Gallardo no dio con la tecla.
Mario Diéguez: De blanco y azabache. Estocada que vale. Saludos generosos desde el tercio. Dos pinchazos, uno delantero y perpendicular, estocada casi entera Descabello tras aviso. Silencio.
Román: De corintio y oro. Estocada trasera baja y atravesada y descabello. Vuelta por su cuenta. Pinchazo trasero y tendido y descabello. Oreja regalada por el presidente tras petición minoritaria.
José Garrido: De corintio y oro. Tres pinchazos, aviso, media estocada y tres descabellos. Silencio Sartenazo infame sin inmutarse y estocada trasera y perpendicular. Silencio.
Presidente: Nada más terminar el torero Román de dar la vuelta al ruedo dándose un baño de multitudes, en el quinto de la tarde, después de cortar la oreja de su enemigo, el presidente sacó inmediatamente el pañuelo blanco y dejó a toda la parroquia de aficionados sin la opción de protestar la decisión partidista del usía, No se podrán conocer los motivos que llevó al representante de la autoridad a tomar con tanta celeridad esta decisión, pero cuando el aficionado comprobó el apoderado del torero, pienso que no le quedaría ninguna duda de que el hecho no fue casual. Así funciona este mundillo. Esperemos que al torero le sirva de algo este trofeo que le pusieron en bandeja sus mentores.
Suerte de varas:
1ºSeñorio: Tres veces entró el novillo al caballo, la segunda al relance y en las tres ocasiones no se empleó y en la primera vara hizo una fea pelea. Manso, blando con algo de casta.
2º: Hortelano: En las dos entradas al caballo entró suelto y salió suelto al sentir el castigo. Nadie tuvo la vergüenza torera de pararlo después de recetarle una cantidad ingente de capotazos. El piquero le dejó el morrillo como un colador. Después se iría a casa con la tranquilidad del deber cumplido. El novillo manso y encastado.
3º Volante: Después de que nadie fuera capaz de fijar al toro para ponerlo en suerte frente al caballo el burel acudió suelto, el piquero le tapó la salida y el novillo no se empleó en la pelea. En la segunda entrada lo picó trasero pero no lo castigo. Manso que no ha dejado de embestir en la muleta.
4º Mimoso: En la primera vara le tapó la salida yel novillo se dejó pegar. En la segunda entra se repuchó. Manso y soso en la muleta.
5º Rabadán: Fue picado en el tendido del 1 al no conseguir ningún torero fijarlo de salida. En la segunda entrada salió suelto cuando sintió el castigo. Manso descastado que se ha dejado torear.
6º Comisario: En la primera entrada marró el piquero y después como premio le zurró la badana el piquero tocado de castoreño. En la segunda vara no se empleó y salió suelto. Manso y descastado-.
Cuadrillas y otros: En esta tarde le ha tocado desmonterarse a Jesús Díez, “Fini”. Colocó dos pares de banderillas que levantaron a los aficionados de sus asientos. Sin embargo los picadores no estuvieron a la altura que la fiesta exige a todo aquel que sale al ruedo tocado de castoreño. Tampoco los toreros de plata anduvieron muy finos. Nadie creo que llevara la cuenta de los capotazos que recibieron algunos novillos sin que nadie parara a los bureles de salida, pero lo que sí quedó claro es que la mansedumbre del ganado puso en evidencia la profesionalidad de casi todos los toreros, sólo destacó Santiago Acevedo durante la lidia del sexto. Otro hecho significativo fueron los quites en el tercio de banderillas. Daba lástima ver a un torero de plata salir apurado de un par de banderillas y el novillo haciendo hilo con él torero mientras sus compañeros, mal colocados en el ruedo, contemplaban la escena como meros espectadores. El cuarto saltó al callejón apoyándose en el burladero de cuadrillas y se sentía tan a gusto que se dio un garbeo por él antes de volver al ruedo a cumplir con su obligación. Al parecer dos personas sufrieron heridas. Mucha gente ocupa el callejón sin ser necesaria su presencia, incumpliendo con ello el reglamento, sin que la autoridad tome las medidas necesarias. Ayer, sin ir más lejos, el apoderado de José Garrido, estuvo en la barrera durante la lidia de los sus dos novillos.
Una pregunta rondaba ayer las mentes de los aficionados: ¿Quién manda en la plaza? ¿La autoridad? ¿El público que reclama los trofeos para su torero? Ayer se pudo comprobar que deben existir fuerzas ocultas en el taurinismo que los aficionados desconocen, para que el presidente se viera en la necesidad de conceder un trofeo al torero Román, en el quinto, sin ningún merecimiento y al no existir petición mayoritaria. Muchas cosas raras ocurren en esta interesada fiesta y que nadie se atreve a desvelar.
Al novillero Román se le vio con ganas de agradar, lo que ocurrió fue que su toreo no llegó a los aficionados. A muchos de ellos le recordó a un tremendista que mandó en el escalafón años ha, y que a pesar de llenar las plazas llegó a hacerle mucho daño a la fiesta. A su primero, un manso encastado, lo recibió con unos estatuarios en lugar de someterlo por bajo, así fue, que durante toda la faena el novillo estuvo embistiendo a su aire y el torero detrás, tratando de sacarle un pase en cada tendido. Cuando se centró le recetó una serie de redondos bajándole la mano. Fue lo único destacado. Al final remató con unas manoletinas, quedándose al descubierto delante del novillo y este se vio en la obligación de arrollarlo. Este hecho llegó a calentar los tendidos que le sirvieron para confundir la benevolencia de un público facilón con el triunfo, regalándose el torero una vuelta al ruedo, recreándose en ella como si hubiera inventado el toreo. No terminó con esto el sainete, en el quinto lo único destacado fue una serie de redondos con oficio consiguiendo con ellos sujetar al manso en la muleta. Lo que vino después fue vulgaridad con mucho entusiasmo. Todo fueron medios pases intentando meter a su público en la faena, sin conseguir ni un muletazo limpio. Remató la faena con unas bernardinas, muy de moda, que entusiasmaron a sus incondicionales, los cuales solicitaron la oreja para su torero y el presidente, muy generoso, no dudó en conceder.
Al primero de Mario Diéguez lo mantuvo en pie la casta, pero en cuanto le bajaba la muleta el burel doblaba las manos. Al segundo muletazo se le coló por el pitón izquierdo, hecho que dio lugar a que el torero no encontrara el sitio adecuado a su muleta, toreando al hilo del pitón, consiguiendo con ello que el novillo terminara mandando en lugar del torero. En un momento de la faena se quedó al descubierto y lo lanzó por aires sin consecuencias. Al natural ni lo intentó, y eso en un novillero no está bien visto. Su segundo fue un novillo sosote pero el torero tampoco estuvo a la altura, intentó sacarle muletazos que no tenía y al final se puso pesado.
José Garrido no encontró el temple que su muleta necesitaba. Al primero se lo sacó al tercio dando trallazos con la franela. Continuó la faena toreando en redondos la hilo del pitón y con las ventajas de un aspirante a figura del torero moderno. Al natural no trató de enmendarse, descomponiendo la figura en cada muletazo y toreando en la oreja de su enemigo. Al final el novillo se hizo dueño de la situación y el torero era quien obedecía y como regalo a los presentes, se pasó de faena tratando de buscar lo que no había encontrado en los cinco minutos iniciales, a pesar de que el novillo no se cansó de embestir. Su segundo, un manso de escuela, le sacó al torero toda la voluntad que llevaba dentro Le hizo recorrer la mitad de la plaza alrededor de las tablas, cada uno buscando su fin, el toro la tranquilidad de la dehesa y el torero meterlo en la muleta, pero su enemigo le hizo el desaire de no concederle ese privilegio. La voluntad en esta ocasión no le sirvió de nada al torero. Otra vez será, matador.