DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 6 novillos de “Los Maños”, encaste Santa Coloma en las líneas de Pablo Mayoral Benito y Bucaré, procedencia Javier Buendía. Bien presentados, con juego variado, donde predominó la casta y en alguno la bravura junto a la nobleza. El 2º, 5º y 6º, fueron aplaudidos de salida y el 2º y 3º en el arrastre.
José Cabrera: De azul pavo y oro. .Presentación en esta plaza. 3 pinchazos, el cuarto, pinchazo hondo que vale. Silencio. Pinchazo saliéndose de la suerte, el novillo se echa dos veces aburrido. Silencio.
Jorge Isiegas: De verde y oro. Pinchazo hondo perpendicular, aviso y descabello. Saludos desde el tercio. Pinchazo, aviso, vuelve a pinchar y estocada que vale. Saludos por su cuenta.
Daniel Barbero: De azul pavo y oro. Presentación en esta plaza. 5 pinchazos, dos avisos y 3 descabellos. Saludos por su cuenta. En el sexto dos pinchazos y estocada tendida y caída y aviso. Silencio.
Presidente: D. Gonzalo J. de Villa Parro. Sin problemas apreciables en sus funciones
Cuadrillas y otros.
En tarde de temperatura agradable, el coso venteño registró un tercio de aforo. En el tercero de la tarde se tuvo que desmonterar el torero de plata, Javier Cerrato. Estuvo muy valiente en el tercio de banderillas ante las acometidas del encastado animal. En este novillo destacó en la lidia Jesús del Monte.
Al final del festejo una voz anónima, o no, del tendido gritó: “Ganadero, así se viene a Madrid”. A la finalización, el mayoral ante los aplausos del respetable se vio en la obligación de corresponder con un saludo.
Salvo el primero de la tarde de nombre Aviador, que puso en dificultades la labor de muleta de José Cabrera, los demás brindaron una buena tarde de toros a los aficionados. A pesar de la luz que aportó l juego de los astados, hubo sus sombras. Las sombras más opacas las ofrecieron los del castoreño que no estuvieron a la altura que requería el ganado, y lo que podía haber sido una reivindicación de la suerte de varas, la convirtieron en la desvergüenza de la fiesta, con un desconocimiento total de su profesión. Otra nota oscura la ofrecieron los toreros en el manejo de los aceros, donde alguno de ellos llegó a perder algún reconocimiento del público asistente.
José Cabrera pareó a sus dos enemigos y no estuvo afortunado, aunque en el segundo trató de enmendar la plana. En su primero, que abría plaza y de nombre Aviador, le apretó de salida y el torero lo tuvo que sacar a los medios con soltura, Con la pañosa en la mano, el novillo le ofreció las dificultades que tiene la mansedumbre unida con la casta, ya que sabía que detrás del trapo rojo se escondía algo que no lograba alcanzar. El matador algo desconfiado se limitó a pasarlo en redondos y al natural pero sin llegar a acoplarse. El cuarto, segundo de su lote y de nombre Secretario, recibió un tratamiento impropio del picador de turno. En venganza lo llevó en volandas hasta las tablas en un alarde de bravura y nobleza como si de un muñeco de trapo se tratara, indicándole con ello al piquero que no volviera a montarse más en un caballo. En el último tercio el matador no encontró en su muleta el dominio que necesitaba para ganarle la partida a un enemigo encastado pero que embestía con nobleza, facultad que se fue apagando según transcurría la lidia, llegando a mostrar signos de brusquedad. Como dije, es lo que tiene la casta.
En segundo lugar salió Cupletero, cárdeno de capa, que fue aplaudido cuando apareció en el albero. Jorge Isiegas lo recibió de capote con gusto, rematando su labor con dos medias que fijaron la atención de los presentes. Su juego en el caballo fue de manso encastado, empujando con fijeza pero saliendo suelto. En el último tercio mostró una sosa embestida aderezada con nobleza. El matador no encontró el punto en su labor, mostrando maneras en el manejo del engaño, consiguiendo unas tandas templadas pero embadurnadas por falta de colocación, restándole calidad a su muletazos. Su segundo enemigo apareció en el ruedo con muchos pies, levantando los aplausos del respetable. En la primera entrada al caballo perdió las manos y los aplausos de salida se volvieron en protestas. Como a sus hermanos de camada, el piquero lo recibió con una inoperancia absoluta, tapando por completo el juego del novillo en el caballo. En la muleta mostró nobleza, metiendo la cabeza con claridad aunque con poco recorrido y saliendo del engaño sin fijeza, limitado por la escasez de fuerza. Al natural las condiciones de su enemigo no le permitieron tampoco el lucimiento.
En tercer lugar salió Saltacancelas, permitiendo que Daniel Barbero se luciera con el capote. En el caballo acudió de largo pero de nada le sirvió, el piquero lo recibió de malas maneras, marrando en ambas entradas, restándole de nuevo la vistosidad a esta hermosa suerte. El tercio de banderillas fue emocionante, ya que el animal perseguía a los toreros de plata hasta que tomaban el olivo, llevando con ello la emoción de la casta a los tendidos. Con la muleta el torero se dobló por bajo con buenas maneras y con un enemigo que mostraba codicia en la pelea. Daniel Barbero aguantó el envite con tres tandas de redondos templadas y con mando, que lo único que le faltó fue cargar la suerte. Con la mano izquierda ofreció dos naturales hondos y templados que llegaron a los tendidos, ante un enemigo que no se cansaba de embestir. El joven torero debía haber aprovechado más el pitón izquierdo. Con el acero dio un sainete recibiendo dos avisos. El sexto, de nombre Embajador, no se entregó en la pelea que le presentó el torero con la capa. En el caballo cumplió empujado con fijeza pero fue castigado trasero. En la faena de muleta Daniel Barbero trató de fijarlo por bajo y el burel le presentó algunas complicaciones y aunque el torero no le perdió la cara en ningún momento, terminó haciéndose dueño de la pelea. Insisto, es lo que tiene la casta con algo de picante.
Lo dicho, “Enhorabuena ganadero".
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