DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Plaza de Toros de Madrid. 11 de mayo. 2ª de abono de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Fuente Ymbro. Muy serios y bien presentados, la mayoría encastados. Destacó el encastado 2º, “Orgulloso” de nombre.
EL FANDI: media estocada tendida (silencio); bajonazo, -aviso-, un descabello (silencio); bajonazo (silencio).
ROMÁN: gran estocada (oreja); estocada trasera y contraria, -aviso-, un descabello, - segundo aviso-, y se echa el toro (vuelta al ruedo).
LEO VALADÉZ: estocada trasera (ovación cuando va a la enfermería). Herido. Luxación en el hombro derecho y contusiones y erosiones múltiples, según reza el parte médico.
¡Esto es la fiesta! coreaba la afición en el tendido durante la archifamosa “Corrida del Siglo” de 1982. La corrida de Fuente Ymbro, que no fue brava, mas si encastada, sin ser la corrida del siglo y salvando las distancias, sí que a buen seguro será uno de los encierros de la temporada. Pues esta es la fiesta verdadera, auténtica, la de la verdad, en la que la épica se antepone a esa manida estética vacía que desgraciadamente abunda por las plazas de Dios hoy en día. Además del juego de los toros, la tarde tuvo un nombre propio: Román. El valenciano dio una lección de de pundonor y raza torera, y de no ser por los aceros, hubiera abierto la puerta grande con todo merecimiento.
“Orgulloso” era el nombre del toro que hacía segundo, que cumplió en el envite con los acorazados del castoreño, derribando en la primera vara. Cuando los clarines tocaron a matar, se echó Román la muleta a la diestra y le citó de largo en unas distancias dignas de Antoñete. Tras el primer muletazo, el toro salió suelto y distraído, haciendo un atisbo de rajarse, yéndose a las tablas del tendido 5. Le volvió a citar desde la distancia, esta vez al natural, para enjarretarle la primera serie. El animal tardeaba, pero una vez se arracanba a la franela, lo hacía con gran acometividad, requiriendo mando y mano baja por parte del matador. Así lo hizo Román, que alternó buenas series por ambos pitones, con naturales largos bajando mucho la mano y redondos de igual trazo y dominio. Cerró por doblones y ejecutó un gran volapié marcando los tiempos, cayendo el estoque algo contrario, de puro atracarse en el embroque de la suerte. “Orgulloso” se tragó la muerte por la casta que llevaba dentro, escuchando una gran ovación como póstumo homenaje, y se fue camino del desolladero sin una oreja, que fue concedida a Román, la cual fue de mucho peso.
La faena al quinto fue otra historia, por su mala condición y aviesas intenciones. Mirón, sin terminar de pasar y quedándose debajo. Escarbaba a la defensiva y se arrancaba repentinamente sin citarle. Pero allí anduvo Román, muy firme y con un valor seco, ante las inciertas acometidas del burel, exponiendo mucho. La faena se vivió con mucha emoción en el tendido, con la incertidumbre de si en cada embestida “Oficial” haría por la muleta o por los muslos del torero. Fue una labor importantísima en la que le robó muletazos de incalculable mérito, pero esta vez la estocada se fue trasera y contraria, marrando un golpe de verduguillo, tras el que finalmente el marrajo acabó doblando. Román dio una clamorosa vuelta al ruedo, siendo en el conjunto quizá la tarde más importante de su carrera.
El tercer ejemplar de la tarde también albergaba casta en su interior. Con genio y de embestida brusca y violenta, Leo Valadez no fue capaz de atemperarla, pues estuvo muy desacoplado y su muleta fue enganchada en innumerables ocasiones. En un ejercicio de estulticia intentó una arrucina y resultó prendido sin consecuencias. En la suerte suprema se tiró derecho, saliendo trompicado y sufriendo un fuerte golpe que le provocó una luxación en el hombro impidiéndole salir a matar el segundo de su lote.
Completaba la terna El Fandi, que anduvo más zafio y chabacano de lo habitual si cabe, dentro su consabida vulgaridad innata, siendo la suya una labor propia de plaza de talanqueras. No se comprende como este híbrido de torero – recortador lleva un cuarto de siglo de alternativa ocupando los primeros puestos del escalafón. Martinete por aquí, otra vueltecita por allá, trallazo va y trallazo viene, además de su show circense rehiletero. Y mientras tanto dejando escapar toros de triunfo, quizá los más pastueños de la corrida, como el abreplaza, y especialmente el sexto que hubo de matar por Valadéz, un gran toro para la muleta, que se empeñó en mantenerle cerrado en el tercio destoreándole a destajo.
La afición salió encantadísima de la plaza, pues en la arena se había obrado el milagro de la casta y la verdad de un torero sin trampa ni cartón. ¡Esto es la fiesta!
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