DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Domingo, 9 de junio de 2024. Corrida de la Beneficencia. Casi lleno. Asistió a la corrida la Infanta Elena de Borbón, hermana del Rey, que excusó su ausencia. La tarde quedó finalmente como un mano a mano tras retirarse del cartel Morante de la Puebla.
SEBASTIÁN CASTELLA: Metisaca (2) y estocada desprendida (división de opiniones, saludos desde el tercio). Pinchazo y estocada, un descabello (silencio). Estocada (silencio).
FERNANDO ADRIÁN: Estocada algo tendida de efecto rápido (oreja con protestas). Estocada (silencio). Metisaca tras bajonazo y estocada baja (oreja).
Toros de la ganadería de Garcigrande y el Pilar (3º), de procedencia de Juan Pedro Domecq Solís. Desiguales de presencia, capa, peso y hechuras. Salvo el 6º todos pudieron y algunos debieron ser devueltos por invalidez absoluta para la lidia. Salvo el 3º todos mostraron gran nobleza y se dejaron torear en la medida en que las fuerzas se lo permitieron. Algunos sospechosos de pitones, tenían en general más caja que cabeza. Cuatro de ellos cinqueños. Empujaron lo justo en varas y se dejaron pegar. Exceptuando el 6º toro la falta de fuerza y la escasez de casta marcó buena parte de la tarde, que se hizo larga y en gran parte infumable. Una tarde que tan solo se recordará por una nueva y ahora discutida salida a hombros del madrileño Fernando Adrián por la puerta grande de las Ventas, la segunda puerta grande de un matador de toros en esta Feria.
1º ACHAMPANADO, Nº101, 529 kg. Noble y dócil hasta que se cansó de embestir. Flojo. Aunque era el de menos peso de la corrida le sobraban kilos. Fue incomprensiblemente aplaudido en el arrastre.
2º MEDIODÍA, Nº118, 586 Kg. Aún más débil que el anterior. Pitos.
3º HOLANDERO, Nº65, 536 Kg. Se notó el cambio de ganadería. No destacó por su boyantía, pero se cayó menos que los demás exceptuando el 6º y presentó mayores dificultades para la lidia, con la cara alta, parones y embestidas torpes e irregulares. Pitos.
4º LIMONERO, Nº132, 546 Kg. Este y el siguiente debieron ser devueltos por el presidente. Imposibles de lidiar en condiciones. Abucheo en el arrastre.
5º PISTOLERO Nº164, 547 Kg. Ver toro anterior. Intensos pitos de despedida.
6º BROMISTA, Nº 60, 597 Kg. El más grande que se ha lidiado hoy y contra lo que muchos piensan y dicen, pese a su peso el que más juego ha dado. Toro bravo, noble y repetidor, que ha embestido con mucha clase y movilidad a los engaños. Ovacionado en el arrastre.
LA SUERTE DE VARAS Y LAS CUADRILLAS
En cuanto a la suerte de varas, hoy, como otras muchas tardes, se ha picado mal en general: es difícil ver un puyazo bien colocado desde el principio que no se haya corregido.
Pero lo más escandaloso es cómo se ha dejado de picar. Exceptuando el 3º, al que se ha castigado de lo lindo, barrenando con ahínco (sorprendentemente en la segunda vara, no en la primera), en la totalidad de los garcigrandes los varilargueros han hecho más de enfermeros que de picadores, simplemente señalando los puyazos y convirtiendo la suerte de varas en un simulacro no por conocido más presentable. Y aún a pesar de los enormes cuidados y continuarse durante la lidia las precauciones, los animales se caían irremisiblemente, exceptuando (insisto) el 6º.
De entre los subalternos no quiero pasar por alto la brega de José Chacón al inválido 5º y los buenos pares de este banderillero al 1º y al 3º, así como un excelente par de Ángel Otero al 6º de la tarde.
EL PRESIDENTE
Don Eutimio Carracedo estuvo mal. Fue el principal responsable de la hazaña de haber lidiado la corrida completa, a pesar de escandalosas y reiteradas pruebas de debilidad de al menos (siendo muy generosos) dos de los toros lidiados, 4º y 5º.
SEBASTIÁN CASTELLA: lidió con el peor lote. En el primer toro toreó de capa con gusto y con la muleta, elaboró una faena como suele hacerlo, desde la distancia hasta sus arrimones del final, con sus recursos, coincidiendo con la aparición de pitos en el público. No quedaba toro para muchas florituras, y tras dos metisacas lo despachó de estocada tendida. El tercero de la tarde embistió más incierto, con la cara alta, y Castella lo despachó con rapidez con pinchazo y estocada. En el quinto, inválido de solemnidad, su labor resultó deslucida por ambas manos, a pesar de los esfuerzos del torero. A veces la gente discutiendo en la plaza despertaba más interés que una faena sin emoción. Triste.
FERNANDO ADRIÁN: por el interés que manifestó desde su primera aparición durante su quite al primer toro de la tarde, por los deseos del público y por el resultado final en trofeos, sin duda el triunfador de la tarde.
Recibió a su primero de rodillas en el tercio, y tras el simulacro habitual en varas, tras unos ayudados por alto, con caída estrepitosa del toro incluida, fue desarrollando una faena templada bien adaptada a las posibilidades del astado, que remató con una estocada de efecto rápido premiada con una oreja por un público deseoso de premiar al torero. Las caídas repetidas del cuarto y las protestas consiguientes de la plaza, con aplausos y olés hiperbólicos y abucheos al presidente por no haber devuelto el toro, anularon las escasas opciones de triunfo. En el que cerró plaza, toro de mucha movilidad, sin duda el mejor de la tarde, Fernando después de brindar al público y tras un inicio de rodillas que despertó definitivamente a todos, desarrolló dos series por cada lado, la mejor la primera por la izquierda con algunos naturales de mérito, terminando la faena con muletazos limpios y largos por abajo, como tanto gusta en esta plaza, que el toro acompañó primorosamente. Aunque el primer intento de matar acabó en un bajonazo tendido que la cuadrilla sacó con habilidad, en el segundo intento cobró una estocada muy efectiva que hizo posible una eclosión de pañuelos suficiente para que el presidente sacara el suyo. Oreja y puerta grande.
Mucho esperaba esta plaza a este torero, quizá sea (al menos en parte) por las vicisitudes que han llegado a producir la paradoja de que uno de los triunfadores del pasado año en nuestra plaza, un profesional con 40 corridas toreadas después de su alternativa y ya con 22 puertas grandes en su haber solo haya sido convocado esta tarde. Posiblemente estas vicisitudes no hayan hecho más que incrementar la expectación para ver a un Fernando Adrián que reapareció el pasado año como un torero fiable y consistente. Y la verdad es que su disposición ha sido máxima esta tarde y ha confirmado que esta expectación estaba plenamente justificada.
Podremos discutir sobre su merecimiento, decir que siendo puristas la primera oreja era más que discutible y que la segunda se le otorgó tras dos entradas a matar, que muletazos de ley ha habido pocos, pero también es verdad que ganas le sobran, que tras haber pasado unos largos años de ostracismo, Fernando ha sido una de las más gratas sorpresas en los últimos años para el aficionado, que merece ver a este torero muchas más tardes, con toros de otras ganaderías y encastes, seguramente con luces y sobras, como es lógico.
Y para acabar, una reflexión sobre el público. Este maravilloso mundo de los toros no se puede entender sin él. Hoy, una vez más, el público ha sido el gran protagonista. En una tarde fría y gris, que irremisiblemente iba a morir sin más en un final mediocre, el público de la plaza, con su división de opiniones, a veces con agrias discusiones, ha obrado el cambio, el final inesperado.
Los tendidos de la plaza, que reparten implacablemente fracasos con sus pitos y sus palmas de tango, hoy una vez más, nos guste o no, han vuelto a otorgar regalos, no me atrevo a decir justicia. Como el viernes con Borja, con mayor o menor razón, el público de Madrid ha regalado la puerta grande a un torero porque le da la gana. Ahí queda eso.
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