DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
06 octubre 2013 | Escrito por Pedro del Cerro | Fotografías de Constante
Corrida de toros de Adolfo Martín, de gran presencia y seriedad, dando un juego manso, blando y descastado.
ANTONIO FERRERA: Estocada trasera; PALMAS. Pinchazo arriba, trasero y estocada en buen sitio con un aviso; OREJA CON DIVISIÓN DE OPINIONES.
JAVIER CASTAÑO: Pinchazo y sartenazo; SILENCIO. Dos pinchazos, estocada corta pasadísima, dos pinchazos y descabello; SILENCIO.
IVÁN FANDIÑO: Dos pinchazos, estocada corta y dos descabellos; SILENCIO. Dos pinchazos cuarteando y media estocada caída; SILENCIO.
Presidencia: Don Julio Martínez Moreno. Una vez más marró en la concesión de trofeos y rebajó la categoría de la plaza otorgando una oreja para Ferrera con una petición paupérrima.
Tercio de varas: La corrida no ha dado opciones de lucimiento pese a la buena disposición de Antonio Ferrera y Javier Castaño, en general, los toros tardearon en los cites y salieron sueltos de las peleas. Destacó Dionisio Grilo con el cuarto, haciendo la suerte con pureza.
Cuadrillas y otros: Una vez más volvió a destacar la cuadrilla de Javier Castaño, aunque con menos brillantez que en otras ocasiones. Fenomenal a la brega Marco Galán y pareando notablemente David Adalid y Fernando Sánchez, cada uno en su estilo. Al finalizar el festejo, el torero de plata Roberto Bermejo se cortó la coleta, a lo que procedió su jefe de cuadrilla Antonio Ferrera. Lleno en los tendidos sin terminar de agotarse el papel y clima perfecto para la práctica del toreo.
La corrida de Adolfo y la terna anunciada generaron gran expectación y la plaza lució la mejor entrada de toda la feria, la ganadería venía de dar una gran tarde en San Isidro y los aficionados que asistieron al apartado - que colgó el cartel de “no hay billetes” - quedaron satisfechos con el trapío que lucían los albaserradas del hierro de la V, sin exageraciones pero serios, muy en el tipo del encaste y de los victorinos que se lidiaban en la década de los 70, de miradas fieras y pitones vueltos. A la tarde, cuando llegó la hora de la verdad, los toros no se comportaron a la altura de lo esperado y dieron un juego mansurrón, descastado y no muy sobrado de fuerzas. El aficionado sabe que estas cosas pasan, pero aún con ello no deja de ser un fiasco.
El primero ya salió con un trote chochón, queriendo huir del capote de Antonio Ferrera, marcando lo que iba a ser el devenir de la corrida. Hay que decir que Ferrera, en la tarde de hoy, ha ratificado la evolución de su tauromaquia que ya habíamos visto en anteriores tardes sin terminar de creer un cambio tan significativo, definitivamente este Ferrera gusta, y mucho. Sus argumentos han sido sólidos y llenos de contenido. Ha ejercido, una vez más, de auténtico director de lidia, colocando los toros en suerte para el tercio de varas sin ningún reparo en darle protagonismo al animal, mostrando la bravura, o no, que pudieran contener. No ha dejado que los picadores se cebaran en el castigo porque siempre acudió presto a hacer auténticos quites, moviendo la capa con soltura y poderío. Sobresaliendo unas chicuelinas para retirar al burel del peto que cogieron por sorpresa e hicieron vibrar a los tendidos. Ha mostrado un repertorio variado en banderillas, sin obtener el brillo que alcanzó en San Isidro, pero dando muestras de sobrado dominio de los terrenos. Prueba ostensible de la evolución positiva que Antonio Ferrera viene desarrollando es el embroque en banderillas, antaño afeado con un salto acrobático y, en las últimas comparecencias, clavando sin apenas salto o con los pies asentados en la arena, de forma mucho más ortodoxa. Tuvo el detalle de no atosigar a los toros a la muerte ni dejar que la cuadrilla los tirara a base de rodarlos con los capotes, incluso se sentó en el estribo, a la antigua usanza, esperando a que el bicho cayera a sus pies con la estocada en todo lo alto. Con los argumentos comentados y la faena de muleta que hiló con el cuarto de la tarde, de nombre Madroñito, en la que se vio a un Ferrera natural y muy torero, toreando por ambos pitones sin montar la espada, resulta normal que afloraran los pañuelos en los tendidos, sin embargo no había petición suficiente y la presidencia otorgó una oreja para el matador. Por ello se produjo cierta división en los tendidos; una vez más, don Julio Martínez se pronunciaba erróneamente en la concesión de trofeos. Más allá de la estadística y el baremo presidencial tan caprichoso, los derechazos a media altura - el toro perdía las manos si le obligaban por abajo - tan en redondo y con tan buen gusto, más los pases de pecho toreados de principio a fin, ahí quedaron.
Javier Castaño tuvo una tarde aciaga. Sus oponentes fueron de escasísimo juego pero el torero no estuvo centrado en la tarde en ningún momento. En la misma consonancia que toda la temporada, vimos un Javier Castaño muy desgastado y apático, falto de ideas y recursos; parece que despachar camadas enteras de Cuadri y Miura le está pasando factura, que no es cosa baladí desde luego. Su primer toro fue el más terciado del encierro y también uno de los más descastados, había que porfiar de uno en uno y Castaño pecó, quedándose continuamente en la oreja del animal; desde ahí no se puede citar. Con el quinto de la tarde fue más de lo mismo, un quiero y no puedo, no hubo faena en ningún momento ante un ejemplar blando con media arrancada. Dio un mitin con la espada y clavó en sitios muy feos. Esperamos a un Javier Castaño con energías renovadas para la temporada que viene, toreros como él son muy necesarios.
Iván Fandiño forma parte del fiasco de tarde que estoy comentando. La plaza le esperaba a él pero al finalizar la corrida, en las tabernas, la gente hablaba de Ferrera. Faltó claridad de ideas y, además, no pudo rendir con la actitud y arrogancia a la que nos tiene acostumbrados. El tercero de la tarde fue un toro de pobre contenido, con la cara muy alta continuamente. Pero el quinto, de nombre Carpintero, tuvo un pitón izquierdo con más provecho del obtenido, Fandiño se empeñó con la diestra y cuando se quiso dar cuenta que el bueno era el zurdo ya era tarde. Solo con ver cómo ejecutó la suerte de matar confirmamos que el torero de Orduña no tuvo su día, pues era la primera vez que le veíamos matar a paso de banderillas y marrando. Una tarde más en la que Fandiño se va sin pegar un buen aldabonazo en Madrid y que tan bueno sería para revitalizar la salud de la Fiesta.