Texto: Gonzalo García. Fotos Luis Bláquez. 26 marzo de 2011.
Todo empezó cuando una vez instalados en el autobús que nos conducía camino de la provincia de Salamanca, establecimos las correspondientes tertulias de principio de temporada.
Cada dos asientos establecimos un coloquio, con sus correspondientes comentarios de lo que ya estaba sucediendo en la neófita campaña y de lo que: imaginábamos que iba a devenir, siempre basado tanto en las informaciones que nos llegan de los medios o de las que tenemos por línea directa. En cualquiera de ambos casos, no es que la ilusión nos desbordara, aunque el hecho de que fuéramos a conocer lo que en el campo podíamos descubrir de "nuevo" o de "viejo" nos llevara a comprobar lo que había sido y actualmente es de la cabaña brava.
A pie de ganadería, D. Moisés Fraile y su hijo nos atendieron con la sencillez y naturalidad con que los hombres de palabra y raíces camperas acogen a todo tipo de visitantes.
Tuvimos la oportunidad de conocer toda la dehesa, que por cierto es de una gran belleza salmantina, en donde uno se puede perder para disfrutar del color, olor y recogimiento, en donde quien no encuentre la paz es que no la merece.
En el corredero pudimos ver el muestrario de saca reseñada para diversas plazas, al no estar debidamente separadas, tuvimos que ver un carrusel constituido por una escalera de reses en donde su mezcla nos hacía no poder delimitar lo que el ganadero tenía seleccionado para lo que de inminente iba a lidiar en plazas como Sevilla (a la vuelta de la esquina) o Pamplona. No comprendo -y aquí hablo en primera persona- que no tuviera apartada la corrida de Sevilla.
En términos generales, la presentación del ganado me aparentó una comodidad y disfrute para el torero. Lo que vaya dentro no lo conozco, como tampoco el ganadero.
De cualquier forma, y en una primera consideración, entiendo perfectamente por qué las figuras cotizan al alza esta ganadería.
¡¡ Gracias, ganadero por sus atenciones!!
Comimos en Tamames, en el restaurante "La Bombilla", recomendable por su atención y calidad de sus productos. El almuerzo transcurrió con la amenidad y sencillez que distinguen estos paréntesis, en donde, para no perder la costumbre, la mesa y sobremesa estuvo amenizada por comentarios, recuerdos y sentimientos taurinos. También se aprovechó para entregar la placa de diez añero en la asociación a nuestro compañero y amigo de león, Antonio García.
A continuación visitamos la ganadería de "Barcial", en donde su ganadero no pudo recibirnos por, al parecer, justificadas obligaciones.
Fue una de las visitas más entrañables y bucólicas que uno podrá recordar: La pertinaz lluvia. El olor a hierba era esencia y el horizonte con todo el ganado disperso, mostrándonos la belleza de sus pintas, eran de por sí una poesía, en donde la incomodidad del "viaje-tractor" hacía más pura la vivencia en el campo. Los "patablancas" y sus variadísimos pelajes hacían un contraste radiante con la caída de la tarde y el verdor de las encinas, que algunas hasta parecían que habían ido al peluquero al objeto de ponerse de gala para recibirnos.
De bonita estampa y una fijeza inusual, lo de menos para nosotros era lo que sería su futuro comportamiento -no pudimos saber a dónde iban, pero nos bastó conocer de dónde venían-. Nos sobró con disfrutar de aquel paisaje, del que por muchas dehesas ganaderas que veamos, nunca podremos disfrutar con esa policromía que nos regaló la naturaleza, conjugada con la presencia de un ser único como esos toros que nos acompañaron y que, repito, nos rindieron un homenaje de respeto, que muchos de sus ganaderos quisieran tener.
¡¡ No le puedo dar las gracias ganadero por sus atenciones!!
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