DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
12 Junio 2010 | Escrito por Joaquín Monfil | Fotografías de Constante
Corrida de toros. Se lidiaron seis toros de El Ventorrillo, presentados casi todos bien de cara, aunque los dos primeros bajaron bastante en trapío y remate sobre los restantes. Sin embargo, en cuanto a comportamiento, todos fueron mansos, prácticamente descastados, casi todos nobilísimos (o tontísimos, según se mire, justo lo que buscan los taurinos) y de fuerzas muy justitas, salvo tercero y sexto, los de más poder aunque sin exagerar. Y eso que hubo muchos tumbos, pero más que nada por los flojos jacos y los malos jinetes.
1º) Joyerito, tomó una vara trasera de Francisco de Borja, escapando a la carrera y una segunda igual, incluso colocando al toro antirreglamentariamente bajo el peto, dentro de la primera raya. Muy manso, se fue en banderillas a toriles y entre la ineficacia de los subalternos, las pasadas en falso o poniendo los palos de uno en uno protagonizaron un segundo tercio vergonzoso. Nos quedamos sin verlo en la muleta especialmente por la inhibición de su matador. Algunos pitos en su arrastre.
2º) Madrileño, manso y de escasa casta, sin ser fijado de salida escapó hacia la puerta de cuadrillas donde tomó una vara de Diego Ortiz que hacía puerta. Puesto ya en suerte, Salvador Núñez le propinó un picotazo trasero y escapó suelto. Llegó noble (tontorrón) a la muleta y se dejó hacer. Silencio en el arrastre, porque algunos aún estaban agitando los moqueros pidiendo la oreja para El Juli.
3º) Marqués, el más toro de la corrida y con algo de casta, aunque también manso. Tomó un puyazo trasero de Tulio Salguero con tumbo posterior, luego el toro embistió al jaco y pasó por encima del caballero. La segunda vara de Salguero fue trasera aunque luego rectificó. Llegó con poder a la muleta aunque fue perdiendo gas a medida que la faena avanzaba. Palmas en el arrastre.
4º) Mancheguito, manso, con la casta justita, entró al caballo de Francisco María y al marrar éste le desmontó, quedando sentado en lo alto de la barrera e intentando picar desde allí. El toro escapó, el jaco se levantó y al verle hizo por él, aunque un monosabio lo aguantó sujeto por la brida desde el otro lado hasta que El Juli hizo el quite y se llevó al toro. Entró a una segunda vara apretando, se escapó y volvió a tomar una tercera, esta vez sólo picotazo. Llegó a la muleta con nobleza, aunque tropezó al torero con el morro cuando tras una serie le perdió la cara, pero sin intención de cornearle ¿Sería por las fundas que habrá llevado en la finca? Palmitas en el arrastre.
5º) Acomplejado, recibió un picotazo trasero de Diego Ortiz escapando y un marronazo trasero. Cambiado el tercio y cuando el picador se iba el toro se le arrancó, derribó a caballo y caballero y al escapar manseando le tiró un derrote a Ortiz, que estaba indefenso en la arena, aunque afortunadamente fallando en el intento. Nos quedamos sin verle en la muleta pues el Juli cortó la faena enfadado, cuando comprobó que nadie hacía el menor caso de sus trapazos y enganchones, intentando guarecerse de la lluvia que comenzó a caer. Silencio en su arrastre.
6º) Alagado, sin parar ni fijar se arrancó suelto al picador que hacía la puerta donde recibió un largo puyazo trasero. Puesto en suerte, Miguel Ángel Muñoz le dio un puyazo trasero y bajo, rectificó y le desmontó, escapando el toro a la carrera. Muñoz le puso luego otra vara caída y trasera y le volvió a desmontar. Finalmente le puso un picotazo trasero, llevando al jaco hasta más allá de la primera raya, siendo abucheado. Con pocas fuerzas, cabeceando y defendiéndose en la muleta. Algunos pitos en su arrastre.
MANOLO SÁNCHEZ: (de celeste y oro). Pinchazo, media atravesada, descabello fallado, vuelve a tomar la espada y receta dos pinchazos antes de dar un bajonazo con derrame. PITOS. Pinchazo hondo atravesado que escupe, pinchazo bajo y tendido sin soltar, otro pinchazo sin soltar y estocada corta atravesada y baja y el toro se echa. SILENCIO.
EL JULI: (de tabaco y oro). Julipié desprendido, petición insuficiente. AL TERCIO. Pinchazo al julipié, pinchazo hondo al julipié que escupe el toro, pinchazo al julipé sin soltar y bajonazo descarado al julipié. Descabello. PITOS.
TALAVANTE: (de grana y oro). Estocada arriba pero delantera y atravesada contraria. Cinco descabellos. VUELTA. Estocada corta y se echa. SILENCIO.
Cuadrillas: Muy mal los picadores, como siempre y dando la impresión de no saber mandar bien a los famélicos jacos, pues eran desmontados con gran facilidad. De los banderilleros hubo de todo, aunque en general estuvieron muy desacertados casi todos, con excepción de Valentín Luján, el único que cumplió en la brega del tercero y con los palos en el sexto.
Presidencia, incidencias y otros: Don César Gómez en el palco, muy bien y dando la importancia que siempre debería tener esta plaza, negando la oreja del segundo, pedida minoritariamente. Seguro que mañana los pesebreros le pondrán a parir diciendo que le “ha robado la oreja a El Juli”. Son unos mentirosos. Por eso el 7 y el 8 le ovacionó. Media entrada o tal vez menos, en tarde amenazando lluvia, que terminaría por caer a partir del quinto toro. Al principio el albero estaba resbaladizo pero terminó agarrando bien.Comenzó el festejo con casi veinte minutos de retraso, al quitar las lonas tarde y tener que pintar las rayas.
Nota adicional: Para conocimiento general debemos decir que hemos bautizado como julipié a la personalísima forma de El Juli para aliviarse al ejecutar el volapié, entrando a la carrera, echando la muleta a la cara del toro para cegarle, yéndose a gran velocidad tras el pitón derecho y desde el lateral del toro dando un gran salto para intentar introducir el estoque lo más perpendicular posible, buscando el hoyo de la agujas. Es un invento heterodoxo de Julián aunque lo consideramos un alivio de la ortodoxia del invento de Costillares para matar a los toros parados, cuando hasta entonces siempre se mataba en la suerte de recibir.
Vaya fracaso, hasta en el episodio final. Este era el sentir del 7 al terminar el festejo de hoy, el que cerraba las ferias, cuando la gente se apresuraba a escapar y a parapetarse de la lluvia que volvía a caer de nuevo. La verdad es que Taurodelta todo lo ha hecho mal. Como empezar a quitar las lonas de plástico cuando faltaba sólo un cuarto de hora para el comienzo y hacía más de una hora que no llovía, con lo que la corrida sufrió un considerable retraso ¿Querrían vender más entradas? Los tendidos mostraban una ocupación solamente de la mitad del aforo, aunque la gente estaba distribuída por toda la plaza, pero podemos asegurar sin equivocarnos que cada asiento tenía uno o dos huecos al lado. Está claro que El Juli (hoy el sustituto), el que llenaba los cosos hace años, recién tomada la alternativa, ya no los llena como antes, por más que los juntaletras pesebreros nos le quieran mostrar como la panacea para los males de la tauromaquia actual. Otra cosa hubiese sido José Tomás (el sustituído), pues el morbo sí los puede llenar. Ni siquiera el tiempo acompañaba para poder disfrutar de una buena tarde de toros.
Manolo Sánchez, fino estilista vallisoletano pero hoy día torero de escasos festejos, abría el cartel, al haberle contratado la empresa a tal fin obligado por Tomás, que nunca quiere ir por delante. En su primero ni se atrevió a fajarse con el animalito y eso que no se comía a nadie. Con el cuarto dejó alguna pincelada suelta, como recuerdo de su antiguo esplendor. Y con los aceros un desastre en ambos ¡Ay, Manolito, Manolito, quién te ha visto y quién te ve!
El Juli destoreó, como siempre, al segundo de la tarde, tirando líneas, echándoselo fuera, metiendo pico y alternando algunos pases ligados con tropezones en la muleta, pero la mayoría de asistentes le aplaudían frenéticamente como si estuviera reinventando el arte de Cúchares. Cierto que le puso ganas pero se sobrevaloró su labor por la mayoría de “guiris” y no habituales que hoy eran mayoría en los tendidos, aunque éstos sólo ocupados a medias. Lo mató de un julipié desprendido y parte del público sacó pañuelos, como si hubiese ido solamente a la plaza con esta intención orejista. Menos mal que en el palco hoy estaba don César Gómez, que se mantuvo firme al comprobar que ni había mayoría ni tampoco la labor juliana la había merecido. Julián saludó desde el tercio, no quiso dar la vuelta y la bronca del resto de la plaza al palco fue contrarrestada por la gran ovación que le dedicó el 7 a la presidencia. En el quinto aún estuvo El Juli peor, con contínuos enganchones y sin encontrar siquiera la distancia. Aprovechando que comenzó a llover, que la gente se puso a sacar los paraguas y parapetarse y que pocos le hacían caso, cogió un rebote de soberbia, suponemos que enfadado con todos (palco incluído por lo del toro anterior), se fue a por la espada y tuvo que dar tres pinchazos al julipié antes de matar a la cuarta de otro julipié pero éste bajísimo, que hizo que la mayoría, esta vez sí, le premiase con una gran bronca. Así terminó su labor hoy en Las Ventas este “fenómeno”, loado por la mayoría de palabreros y juntaletras pesebreros y del que mañana nos volverán a contar las excelencias de su tauromaquia y la incomprensión de algunos aficionados “reventadores”. Pero con el 7 de Madrid lo tiene cada vez más crudo. Que se anuncie con una corrida de toros de verdad, no de los “nobles y escogidos” cuidadosamente por sus veedores y entonces le respetaremos. Porque estamos convencidos de que, aunque su arte pueda ser más o menos estético, su técnica, dominio y conocimientos tienen que poder y someter a la mayoría de los toros. Y eso nos emocionaría. Es algo parecido a lo que nos pasa con Ponce, por ejemplo. Pero mientras que ambos (y muchos otros) sigan viniendo con torillos descastados y babosas, en el 7 nunca les respetaremos, porque ellos tampoco lo hacen. Ellos verán. Por lo pronto, el de Chiva, rico ya, no quiere venir a Las Ventas. Veremos si Julián sigue el mismo camino. Están en la misma línea de lo que pasó hace muchos años con “Guerrita” primero y “Joselito el Gallo” después, salvando las distancias, claro. Y entonces en Madrid no había tendido 7. Pero aquí hay que venir a dar la cara y hacer un gesto de verdad, aunque sólo sea una vez o dos al año y no a juguetear y engañar con el medio-toro del resto de plazas.
Talavante era el convidado de piedra que siempre hay que poner cuando viene una figura. Así estaba previsto en el cartel original con Tomás, aunque luego éste fuera sustituído por El Juli. Y debemos decir que su inicio de faena al tercero fue lo mejor y más emocionante de la tarde. El toro era el de más trapío y se lo llevó a los medios, dando la de cal al principio...y la de arena al final, yendo a menos la faena. A lo mejor le hubiesen pedido también la orejita pero tras cobrar una estocada, que parecía mejor de lo que era en realidad (pues estaba arriba pero delantera y con la trayectoria atravesada y contraria), falló repetidamente con el descabello, acertando por fin al quinto intento, con lo que todo se diluyó, aunque terminó por dar la vuelta al ruedo. El sexto fue el más feo, basto y manso de todos y estuvo siempre a la defensiva derrotando al final de cada intento de pase. Talavante nunca se acopló y acabó tan desmoralizado como todos nosotros.
En resumen, una corrida para “figuritas”, escogida cuidadosamente para poderles hacer a estos medio-toros todas las “monerías” de la moderna tauromaquia, pero nunca para demostrar lo que es poder y dominar a lo que debe ser un verdadero toro de lidia, es decir una fuerza desatada de la naturaleza embistiendo a todo y a todos, que es justamente la emoción que vamos buscando los aficionados y como no la encontramos es la causa y motivo por lo que poco a poco los más mayores vamos desertando de las plazas y los jóvenes cada vez acuden menos. Vaya futuro más negro para la Histeria (que no historia) de la actual Tauromaquia.
Han terminado las peores ferias (San Isidro y Aniversario) jamás vividas en la plaza de Las Ventas. Culpables: la empresa TAURODELTA y sobre todo el Centro de Asuntos Taurinos de la CAM por aprobarlas. Y nos amenazan con renovarles el año próximo “por lo bien que han cumplido todo”, según declaraciones del señor Gómez Ballesteros, director gerente del CAT ¡Qué horror!