DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
17 de Junio. Corrida de la Cultura. Lleno de no hay billetes con 40 grados a la sombra. Se han lidiado 6 toros de Nuñez del Cuvillo, por debajo en presencia y seriedad de lo que debería ser exigible en esta plaza. En comportamiento, toros flojos que se dejaban en varas, aunque parecían ya salir picados y en general nobles y con posibilidades en la muleta. En definitiva, suponemos que de buen resultado para el ganadero según sus criterios de selección. El sexto resultó el más soso y descastado. El segundo fue ovacionado en el arrastre.
Morante de la Puebla (verde y oro): Estocada –Silencio-. 2 pinchazos y estocada defectuosa –bronca-.
Cayetano Rivera Ordóñez (tabaco y oro): Estocada tendida –Saludos con protestas-. Estocada tendida –saludos-
Ginés Marín (corinto y oro): 3 pinchazos y estocada –vuelta al ruedo-. Estocada caída y tres descabellos –saludos en la despedida-
Tercio de varas y cuadrillas: Los tercios de varas, una tarde más, se desarrollaron como meros trámites. En la fiesta moderna, el toro moderno no parece ser criado para demostrar su bravura en varas. Las intenciones por hacer las cosas bien durante este tercio de la lidia también brillaron por su ausencia. Una tarde más, nada positivo que reseñar. En cuanto a las cuadrillas de a pie, sensacional Iván García. Tanto en la brega con el segundo de la tarde como con las banderillas en el quinto , donde destacó en un magnífico tercer par. Presidencia: Presidió D. Trinidad López Pastor-Expósito. Permitió la salida al ruedo de toros con un trapío por debajo del mínimo para Madrid. Consintió simulacros en varas en varios toros durante la tarde. No devolvió el tercero a los corrales a pesar de su manifiesta invalidez en los primeros tercios y aunque lo pidió gran parte de la plaza. Curiosamente el toro permitió posteriormente una faena de alto nivel de Ginés Marín. Incidencia: A la conclusión del festejo, la noticia corrió como la pólvora. Un todo de Baltasar Ibán había corneado y provocado la muerte al diestro Iván Fandiño en la plaza francesa de Aire Sur L´Adour.
No eran las diez de la noche cuando una llamada telefónica se colaba a través del bluetooth del coche... ¡No podía ser! La misma sensación heladora volvía a recorrernos el cuerpo once meses después. Los mismos once meses que separaron Pozoblanco de Colmenar separaban ahora Teruel de Aire Sur L´Adour. A Iván Fandiño le había matado un toro en Francia... Sí podía ser… Había sido. Hasta ese instante varias ideas iban rondando la cabeza de este que suscribe de camino a casa, tras finalizar este nuevo invento llamado Corrida de la Cultura.… “No ha sido la peor tarde de las treinta y tantas sufridas durante el último mes…” “De todas formas, tengo la sensación de que cada vez nos conformamos con menos…”“Pero es verdad que Ginés ha estado muy torero toda la tarde y sale relanzado…” “Anda que Morante, ¡ni achatando el ruedo ni monsergas, otro año más en blanco…!”“Y Cayetano ha estado por debajo del lote…”“Seguro que Álvaro del Cuvillo habrá salido tan contento con su corrida...” Ideas que habría que ir ordenando y dando forma para hilvanar un nuevo intento de crónica. Pero después de esa llamada lo vivido en Las Ventas se disipaba, dejaba de tener importancia. ¿Qué analizar, qué enjuiciar, qué criticar y/o ensalzar de lo ocurrido en Madrid? El destino y la propia Naturaleza de la Fiesta se habían encargado de trasladar todo el protagonismo a tierras francesas. El Toro se había cobrado de nuevo el más caro de sus tributos. A partir de ese momento las sensaciones, el sentimiento y el corazón doblegan a la razón.¿Qué decir, qué contar? En cualquier caso habrá que intentarlo porque la Fiesta, como la propia vida continúa, aunque en este momento no se le encuentre sentido. Por ejemplo, podemos decir que volvió Morante a Madrid. Dos años después, con el piso de plaza modificado según su petición y en festejo a modo. Pero hoy tampoco encontró la inspiración; quizás su actitud tampoco pareció la más apropiada para buscarla. Silencio y bronca fue su balance. A seguir esperando mientras no se agote la paciencia. O que a Cayetano le tocó un lote de triunfo y no fue aprovechado. En primer lugar, un toro chico que fue una máquina de embestir de forma franca a la muleta, y que fue pasado en innumerables muletazos por parte de su matador sin llegar a cuajar faena. Máxima cantidad, mínima calidad, justo lo contrario a lo deseable. Ante el quinto, los tendidos “nómadas” de sol disfrutaron de “su” momento con un inicio de rodillas bajo el 5. Ya con el torero de pie, todo se diluyó. Gran oportunidad perdida a nuestro entender por parte del menor de los Rivera.
Y por último, podemos contar que cerró el cartel Ginés Marín como triunfador de la Feria. Y a buena fe que lo ratificó. Se mostró por encima del anovillado sexto que resultó el más descastado y soso del encierro. Muy torero, sereno, entrando en quites y con la mente muy despejada durante toda la tarde. Ante el tercero, un inválido durante los primeros tercios, ya había comenzado la faena andándole con suavidad, desde el tercio, adornándose con muletazos de cartel para concluir en los medios. Sensacional inicio. El toro aguantó y la faena resultó bien estructurada, mejor por la izquierda que por la derecha, intentando siempre trazar en círculo, hacia la cadera y sobresaliendo en los remates, preciosos y precisos. La espada hizo esfumarse la Puerta Grande. Quizás el destino no lo quiso porque para esa misma hora otra Puerta Grande, mucho más Grande… la Mayor de las Puertas Grandes, se estaba ya abriendo allá arriba para un Torero de Orduña.
Aquí nos quedará el impacto, la tristeza, la consternación, pero también la serenidad, la honestidad y la reafirmación en nuestro convencimiento sobre nuestra afición. Al igual que lo demostrado siempre por Iván Fandiño hacia su profesión. Porque esta Fiesta es así de dura, así de verdad y así debe seguir siendo. Flaco favor le haremos si perseguimos su dulcificación artificial y humanización excesiva porque estaremos minando su esencia, y por tanto haciendo peligrar su subsistencia. El hecho palpable de que una desgracia así puede pasar es inherente al propio espectáculo y no puede desaparecer porque si no, todo esto carecería de sentido. Así de crudo y así de real fue siempre el Toreo y así deberá serlo siempre. Hoy de nuevo, por sí mismo, se ha vuelto a hacer patente. D.E.P. Iván Fandiño. Gloria eterna para ti, TORERO.