DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Javier Castaño, Tito Sandoval y David Adalid ponen la emoción a una corrida mansa pero con matices
30 Mayo 2012 | Escrito por Rubén Sánchez. | Fotografías de Constante
Corrida de toros. Seis toros de Carriquiri: 1. Peluquero II: Colorao, 580 kg, cuatreño. Manso descastado y parado.
2. Violín: Colorao bragado, 545 kg, cuatreño. Manso descastado a menos.
3. Peluso: Colorao, 560 kg, cuatreño. Manso descastado y falto de fuerzas.
4. Peluquero I: Colorao bragado, 580 kg, cinqueño. Manso con pitón derecho aprovechable.
5. Letrado: Negro listón, 624 kg, cinqueño. Manso encastado.
6. Flamenco: Negro, 633 kg, cuatreño. Bravucón, a menos.
Corrida bien presentada, aunque ciertamente desigual ya que varios toros, sobre todo el quinto, sobresalieron por encima. Mansa en general de comportamiento, unos con más poder y otros con muy poco, abantos, distraídos, sin fijeza, sin emplearse ante los montados y aquerenciándose en tablas y chiqueros al final de sus lidias, viniéndose muy abajo y parándose.
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- FRASCUELO: Media estocada delantera (silencio) Media estocada en buen sitio (silencio).
- IGNACIO GARIBAY: Buena estocada tras cuatro pinchazos bajos (silencio) Estocada caída y tendida (silencio).
- JAVIER CASTAÑO: Estocada algo contraria, desprendida (Palmas) Media estocada arriba, algo tendida (Vuelta al ruedo).
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Suerte de varas: Se ha picado trasero en diversos terrenos de la plaza en función del nivel de mansedumbre de lo lidiado. Se ha tratado de romper el máximo posible a los que más complicaciones podrían dar, pero al no emplearse y salir de najas se les ha complicado el poder castigarles, y al no picar delantero, ni les han castigado lo necesario en algunos casos, ni ha humillado ninguno.
Presidencia: Don César Gómez, sin complicaciones.
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La corrida de Carriquiri era esperada tras dejar su sello la pasada temporada y sobre todo al tener en el cartel a un Javier Castaño que atraviesa un gran momento, tras lidiar seis Miuras en Nîmes y salir triunfante, así como sus buenas actuaciones de la temporada pasada y del inicio de ésta. Garibay era recordado por su tremenda cogida con aquel enorme toro de Partido de Resina y a Frascuelo, la Plaza de Madrid lo espera siempre, sean cuales sean los motivos y aunque no siempre los haya ese pellizco y torería distintos pueden con la seriedad del coso, cosa que no me parece justa siendo tan pobres los argumentos. Madrid ha de tener su memoria, pero también su ecuanimidad de afición ejemplar.
Apretaba el calor y salió al ruedo el primero, Peluquero II, un toro bien presentado, sin exageraciones y que fue abanto ante las telas de un Frascuelo que se vio algo incapaz, comprensible por su falta de facultades. El animal prosiguió la lidia sin fijeza, manseando en el caballo, aunque metió riñones en el primer puyazo caído que recibió. Para el segundo se hizo bien la suerte y la vara cayó en buen sitio, pero el burel no se quiso emplear. Miguel Martín le colocó un par vistoso y complicado de ejecutar debido a lo agarrado del piso y lo distraído que se encontraba el animal, huyó a chiqueros y allí dio comienzo la faena, sin nada que hacer con una embestida tan corta y sosa, le metió la mano con habilidad, pasaportándolo de media delantera. Actuación digna y sin aburrir al personal del veterano diestro.
Parejo de presentación a su hermano anterior, este Violín también fue abanto aunque tuvo más pies; en la puerta de caballos, es decir, en su querencia, empujó con cierta fijeza fijeza por abajo, saliendo suelto de un segundo encuentro en la zona del cuatro. Le han pegado bastante y queda muy parado acusando flojedad, de manera que poco se puede hacer con la muleta; Garibay insiste, poniéndose pesado, a media altura y abusando de la ventaja, lo que le hizo escuchar la protesta generada por el aburrimiento. Cuatro veces le pinchó hasta dejarle una estocada buena.
El tercero fue algo menos abanto de salida aunque, al igual que al resto, le faltó fijeza. Fue bien puesto en suerte por Castaño, la suerte se hizo bien, pero no quería caballos en la zona de contraquerencia, pues llevando el jaco hacia el seis, tomó una vara trasera y fue metido bajo el peto para la segunda; en vista de lo poco que podría lucirse el toro, Castaño tapó su mansedumbre de manera eficaz; no le sentó bien esa segunda vara y no superaba el primer tercio ya que quedó muy justo de fuerzas, parado en banderillas. Inicia la faena a media altura, ayudando al animal, con algún enganchón nada favorable, saliendo hacia el tercio para continuar con sosería por la derecha, sin obligarle demasiado. Javier está con mucha voluntad, siempre tratando de estar en su sitio, pero ante un animal muy soso. Sin ponerse pesado cogió el estoque de acero, cosa que le agradeció la parroquia, dejando una estocada algo contraria, desprendida, tirándose bien pero perdiendo su defensa, la muleta. Dos descabellos hicieron falta para acabar con este Peluso; el personal aplaudió los detalles, la voluntad y la ausencia de pesadez a Javier Castaño.
Otro Peluquero le correspondió a Frascuelo en el papelillo con el lote que sortearon de mañana. Al contrario que el anterior, tuvo más violencia en los primeros compases, se fue hacia chiqueros nada más localizar al picador de turno, pero salió de najas del encuentro. Le sacan de aquella jurisdicción y el desorden es patente al no haber parado al toro en el recibo. Tras poner al caballo titular en el siete, se les va el morlaco a la puerta de caballos, más bien desisten en colocarlo en contrquerencia, pues su mansedumbre obligaba a llevar a cabo el castigo allí, pero vuelve a salir escopetado. Recibe una tercera vara, cosa comprensible, pues al no emplearse y salir huyendo ha sido imposible ahormarle, pero los otros tres encuentros más con el caballo, repuchándose y defendiéndose, denotaron la falta de orden, ya que si se le quería atemperar se le debió tapar la salida y pegarle delantero y no lo que ocurrió, un recital de encuentros con el toro a sus anchas por el ruedo y además siempre traseros. El animal espera a los peones y les tira la cara por arriba, pero enseña un buen pitón derecho. Frascuelo inicia por abajo, acortando el viaje, tomando muchas precauciones, desgastando zapatillas y sirviéndose del pico por el pitón franco del animal. Poco duró la probatura del izquierdo, pues el toro era distinto. Se fue a por la espada sin dejar el típico detalle de regusto que le hacía único a pesar de su edad y saliéndose de la suerte, anduvo hábil para dejar esa media estocada en buen sitio. El toro fue pitado, cosa que comprendo debido a su mansedumbre contrastada, pero igual de mansos fueron los anteriores y fueron silenciados, con la diferencia de que éste, también sin emplearse, aguantó más castigo y tuvo el pitón más aprovechable, aunque Carlos Escolar lo supo tapar bien y por ello fue silenciado mientras que la res abucheada.
De extraordinaria estampa, el quinto lució cuajo, remate, seriedad de cara, muy aleonado con culata, un gran morrillo…un animal que recibió algunas palmas de salida, quizá no todas las que mereciese y que puede que escuchen en los próximos días algunos, que sin merecerlo tanto, lleven algún hierro más predilecto del coso. Además era un cinqueño con toda su barba y además fue incierto y cambiante se salida…¡para animar al malogrado Garibay, vaya!. En el cinco recibe una vara muy trasera y desde chiqueros lo cita bien Briceño, pero en vista de su mansedumbre acude a buscarlo, propinándole un puyazo fuerte fuera de las rayas. Espera a los rehileteros desde los medios, sin humillar ni emplearse; el mexicano se fue al centro, voluntarioso por ambos pitones, pero a éste hay que tragarle mucho ante los hachazos que pega. Terminó rajado en tablas, como buen manso que mostró ser desde un principio. Un poco tarde trató Ignacio de dominarle por abajo, someterlo, pero acabaron en chiqueros sin haberlo preparado bien para estoquearlo. Le dio boleto de estocada caída y tendida.
Un tanto más acochinado fue este Flamenco, sexto, con menos cara que el ofensivo quinto, que fue recibido discretamente por Castaño. Un picotazo en chiqueros precedió al tercio de varas más emocionante de lo que va de feria, debido sobre todo a la generosidad de su matador, al buen hacer de su picador Tito Sandoval y a la fijeza del toro, ojo, que no a su bravura, pues aunque tomó tres varas de menos a más distancia alegremente, tardeó un poco y salió suelto de los tres encuentros. En banderillas se volvió a poner en pie la plaza con dos monumentales pares de David Adalid, también muy esperado por la afición porque siempre deja pares de lujo y se desmonteró una vez más. La faena comenzó vibrante, muy torero el cambio de mano que remató la primera serie en el terreno del toro, pero con la zurda se vino la cosa a peor ya que se equivocó al sacarle a los medios, donde el morlaco se encontró podido, no restando importancia a la quietud, colocación y voluntad del espada. Le sobró el arrimón final y lo despachó de media estocada, que no llegó a entrar entera debido a la falta de acometividad de un astado muy venido a menos. Se dio Javier una merecida vuelta al ruedo y con el toro hubo cierta división.
Tras el festejo, sin duda una corrida con matices, dejo una reflexión acerca de que a la mayoría de la gente de la plaza se le escapan ciertos detalles, ya que no es comprensible que se abronque tanto a un picador por salir a buscar a un manso, cuando además de ser lo que tiene que hacer, es cuando más expone y más valor ha de demostrar, pues teniendo en cuenta que su defensa es la puya, su fuerza y las tablas, debo decir que las rayas se establecieron para proteger a los picadores, sabiendo que más allá del tercio y sin poder correr, si cae queda a merced del toro y además tampoco puede llevar el caballo hacia las tablas para que éstas frenen el empuje. Repito, esta bronca denota gran falta de afición y cultura taurina, preocupante en un lugar como Madrid. Otra de las discusiones surje con el bravucón sexto, al que la garganta, el buen caballo que le tocó y la espuela de Tito Sandoval hicieron parecer bravo sin serlo, pues en un toro hay que ver que acuda, cómo acude, cuánto tarda en acudir y sobre todo si se queda a empujar y de qué manera. Y éste no se quedó a pelear. Muchos matadores deberían tomar nota de la importancia de que la gente llegue emocionada al último tercio tras hacerlo bien y contar con las buenas cuadrillas en los dos primeros, ya que la emoción en ellos es bien valorada y tapa muchos defectos de sus faenas. Esperamos con expectación a Javier Castaño con los Cuadris.