DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 5 toros de la ganadería de Baltasar Ibán, considerado encaste propio, por cruce de Contreras y Juan Pedro Domecq Díez vía Los Guateles, muy serios y cornalones, y un sobrero de la ganadería de Montealto (1º bis), procedencia Juan Pedro Domecq y Díez vía El Ventorrillo y Luis Algarra, justo de presencia y armónico en su morfología.
Curro Díaz: De azul añil y oro. Metisaca en los bajos. SILENCIO. En el cuarto, estocada caída. OREJA. Con el último de la tarde que tuvo que lidiar ante la cogida de Román, pinchazo y estocada baja. SALUDOS.
Pepe Moral: De canela y oro. Pinchazo y descabello. SILENCIO. En el quinto, cuatro pinchazos y estocada tendida. PITOS.
Román: De azul añil y oro. Gran estocada, resultando cogido. OREJA que recogió la cuadrilla y que no paseó.
Presidente: D. Gonzalo J. de Villa Parro. Bien. Devolvió al primero por inválido y tuvo la firmeza para aguantar el chaparrón y exigir el cumplimiento del reglamento cuando se solicitó por parte de Román el cambio de tercio cuando el toro únicamente llevaba 3 “palos”.
Suerte de varas:
1º Argentino. 530Kg: De Montealto. Negro salpicado. En ambas entradas se dejó pegar y fue picado trasero. PITOS.
2º Camarito. 570 Kg: Negro listón. En la primera entrada se le pica duro en el sitio, apretando de riñones con el rabo tieso. Segundo puyazo trasero con el toro apretando de riñones. PALMAS.
3º Santanero I. 559 Kg: Castaño. Gran pelea en la primera entrada, empujando con un solo pitón, desplazando el caballo a tablas y derribándolo. La vara cayó trasera. En la segunda entrada, volvió a replicar su empuje con los riñones. Solicitud de un sector del respetable de una tercera entrada, no atendida. PITOS.
4º Arbolario. 548 Kg. Castaño. De corrido, en el primer encuentro, se deja pegar. Mansea en su segunda entrada, cayendo la puya trasera. OVACIÓN.
5º Mexicano: 544 Kg: Castaño. Primer puyazo caído, con el toro empujando de riñones. Segundo puyazo trasero, sin hacer buena pelea. Duro castigo recibido el que recibió el toro en ambas varas. PITOS.
6º Gallito. 589 Kg: Negro listón. En la primera entrada es picado trasero. Para la segunda entrada, la puya cayó baja. PITOS.
Cuadrillas y otros: tarde para el olvido de los de plata y los de a caballo. Bochornoso tercio de banderillas de la cuadrilla de Curro Díaz al primero bis, dejando los palos de uno en uno en dos ocasiones y colocando un par al sobaquillo; si no nos lucimos en Madrid dónde nos vamos a lucir…Desastrosa lidia al toro de Román, que hizo que Santanero I adquiriera un sentido diabólico que complementaría sus innatas malas ideas durante el transcurso de su lidia. Mencionar también la dureza con la que los toros de Pepe Moral fueron picados, especialmente por Francisco Romero con el quinto de la tarde, que en dos varas propinó el equivalente a cuatro, con el respectivo enfado del respetable. Torero detalle de Curro Díaz brindando su segundo a un Román que estaba siendo operado en la enfermería, dejando la montera enfrente de la misma, con la atronadora ovación del respetable hacia ambos protagonistas.
Esperada e inesperada corrida de Baltasar Ibán. Esperada por la afición venteña, por sus recientes éxitos en nuestra plaza y en las principales ferias de novilladas nacionales. Inesperada por su comportamiento, distante de aquellos animales legendarios que tan frescos tenemos en nuestra memoria.
Porque vaya prenda el que le tocó “en suerte” a Román, uno de los toros más duros de la última década. En vez de bajar de San Lorenzo del Escorial, subió del mismísimo infierno. Un toro complejo incluso de describir. E incluso, de entender. El comportamiento en varas fue un espejismo de lo que Santanero I llevaba dentro. No es que en banderillas desarrollara, que también, es que se transformó. Arreones de manso y geniudo al tocar las telas. Desconocemos cuál es el toro que a Román le gusta, pero este desde luego que no le disgustó, porque allá fue al encuentro de este bravucón con toda la verdad del mundo. Firme ante los arreones del Ibán, exponiendo demasiado ante un toro de nula entrega cuya obsesión era derrotar y cabecear aquello que por delante le imponía mando. Para colmo, la rajada del toro cuando Román lo metió en vereda. Estará Domingo contento… Por el mando demostrado ante este complicadísimo Ibán, la oreja dependía de la rúbrica, aunque con el público de este año, vaya usted a saber si le piden una, dos o permanece todo el mundo en silencio. Sentenció con una grandiosa estocada Román a su oponente, resultando gravemente cogido por el de Ibán, que se acunó como un imán en tablas asumiendo la derrota tras haber hecho presa al que anteriormente le robó el dominio del ruedo venteño… para levantarse luego al segundo golpe de puntilla y tragarse la muerte como el bravo que no era.
Si hablamos de Curro Díaz, hagamos como que en su primero no pasó nada que fue justamente lo que pasó. Y avancemos a su segundo en el que sí pasaron cosas. Y es que, a plaza helada tras la cogida de Román, “The show must go on” (el espectáculo debe continuar), como canta la canción de Queen. Para tal fin se necesitan toreros que sepan abstraerse de la dureza de lo acontecido y tengan la sensibilidad como para entender que la mejor forma de honrar a un compañero herido es brindarle al mismo la faena en la que más corazón y sentimiento uno es capaz de ponerle. Eso se vio en el rostro de Curro y en su toreo con la mano derecha. Dos tandas por la derecha, la primera extraordinaria, donde templó la profunda y humillada embestida del Ibán con una gran delicadeza, permitiéndose el torero de Linares desmayarse en algún muletazo. La siguiente tanda estuvo interrumpida por la condición del propio animal, que se quedó por sí solo descolocado y, tras arrancarse al torero, se lo supo Curro sacar con maestría por la espalda como si nada. Al natural fue otro cantar; estuvo inseguro y perfilero cuando el de Ibán empezó a tardear. Rápido se fue a por la tizona, consciente de que aquello se había terminado. Poco pudo hacer en el último de la tarde, un toro que no puso ni un mínimo de interés en que Curro saliese por la Puerta Grande.
Espejismo de un pasado fue la actuación de Pepe Moral en su primero. Y es que con Camarito fue capaz de sacar buenos muletazos con la derecha sin rematar las series. E incluso consiguió templar al buen toro de Baltasar Ibán. Erró en la elección de las distancias para practicar aquello que llama/n “El natural eterno”. La corta distancia ahogó a Camarito, que se paraba y le costaba un mundo ir al trapo. Lo que bien empezó, mal acabó. Para el quinto, Pepe Moral estuvo que no estuvo. No vamos a buscarle excusas, que a lo mejor incluso las hay. Dejémoslo en que nos quiso contar el cuento del toro malo y ni él mismo se lo creyó.
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