DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 6 toros de la ganadería de El Montecillo, encaste Juan Pedro Domecq. De variada presentación, algunos sin trapío. El quinto el de más romana, fue protestado por falta de trapío y el sexto por falta de fuerzas. En general blandos, mansos y tan siquiera una gota de casta. En el caballo mansearon y al segundo puyazo salían huyendo buscando la dehesa.
Curro Díaz. Estocada caída en la suerte natural. Saludos desde el tercio. Estocada muy baja. Vuelta al ruedo tras mínima petición.
Sergio Serrano: Estocada desprendida y 3 descabellos. Aplausos a la voluntad y saludos desde el tercio. Pinchazo arriba y dos descabellos. Saludos desde el tercio.
Tomás Campos: Estocada tendida y silencio tras aviso. En el sexto pinchazo y 3 descabellos. El público silenció su labor.
Presidente: D. Víctor Oliver Rodríguez.
No tuvo en cuenta la evidente invalidez del sexto ni la protesta de los aficionados. Fue un borrón en su labor perjudicando a los espectadores y al matador que no pudo hacer nada ante un inválido casi de libro.
Cuadrillas y otros.
Mucho granito se vio ayer en los tendidos, registrando el coso algo menos de media entrada en una tarde de agradable temperatura. En el tercio de banderillas los toreros de plata emborronaron su profesión, destacando la cuadrilla de Tomás Campos en el tercero de la tarde, en el cual mostraron falta de profesionalidad. Los del castoreño tampoco tuvieron su tarde. Varios de ellos a pesar de marcar el castigo arriba, les taparon la salida, siendo un cáncer que al parecer nadie desea erradicar de la fiesta. Daniel López castigó al segundo de la tarde con saña, como si le fuera la vida en el enfrentamiento. Algunos incluso evidenciaron una falta en el manejo de la montura. La suerte más bella de la lidia la están convirtiendo en un puro trámite con el agravante de una pérdida de afición por parte de los montados.
Destacar el quite de Oscar Castellanos a Curro Díaz al hacer éste el quite a su compañero Sergio Serrano, que se vio apurado tras recibir a su enemigo de rodillas en los medios. El animal hizo hilo, y cuando ya tenía casi segura la presa, apareció el capote salvador del torero de plata evitándole la cornada.
El ganado no dio juego y aburrió a los espectadores. En el último tercio ofrecieron pocas oportunidades a la terna, y las que dio, el tercero, de nombre Fandanguero, no las aprovechó Tomás Campos. Un burel que lo sacó a los medios y acudía a las citas del matador con fijeza incluso haciendo el avión, pero el pacense no lo vio claro y respondió a las exigencias de su enemigo cambiándole los terrenos. El animal se fue apagando como una vela. Es lo que se dice tapar al toro. Fue una oportunidad perdida el no intentar jugársela ante un enemigo que le ofreció la oportunidad de mostrar que quiere ser figura. Recibió un aviso de la presidencia. El sexto, de nombre Cafetero, mostró blandura desde que apareció en el ruedo y desde los primeros compases de faena se pudo comprobar que no reunía condiciones para la lidia. Se mantuvo en pie dada la poca exigencia del matador en la lidia.
El cuarto de la tarde, de nombre Alcachofa. un animal escaso de fuerza pero lleno de nobleza, le permitió a Curro Díaz lucir el temple y la hondura que atesora en su muleta. Lo recibió en el tercio con unos muletazos llenos de torería, sometiendo al toro empapado en la pañosa. Con la mano izquierda consiguió naturales cortos, dado el poco recorrido de su enemigo, pero hondos en la ejecución. Fue una pena que el animal se derrumbara en plena faena, ya que el maestro mostró una disposición que solo se presenta en momentos de inspiración. El bajonazo infame que le recetó al entrar a matar le privó de un mayor premio a su labor que la vuelta al ruedo. En su primero, de nombre Romano, el animal llegó al último tercio defendiéndose y el torero solo pudo mostrar detalles en tandas de redondos muy templados y llevándolo muy metido en el engaño, arrancándole al toro lo que no tenía. Por el pitón izquierdo su enemigo no tuvo recorrido.
Sergio Serrano en su primero, llamado Cabrero, comenzó la faena en los medios consiguiendo algunos muletazos templados acompañando la embestida de su enemigo. El toro terminó defendiéndose por ambos pitones al no encontrar en la muleta del matador el temple necesario que necesitaba el manso y noble animal. Terminó tirando de manual del arrimón pisando terrenos comprometidos, pero no consiguió llegar a los tendidos. En el quinto, de nombre Chaparrito, comenzó la faena de hinojos en la boca de riego. El animal comenzó desplazándose y metiendo la cabeza con nobleza en la muleta, pero fue un espejismo. El toro se fue apagando y midiendo las embestidas. La única opción que le dio al torero fue meterse entre los pitones con el fin de levantar los ánimos de los presentes, pero para ese tipo de faenas, el toro tiene que transmitir emoción y eso fue lo que no mostró ninguno del encierro.
Como dijo un espectador próximo a mi localidad. “Menudo pestiño de ganado”. Y no es que lo dijera, es que llevaba razón.
Pepeíllo.
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