Y salió el primer animal, “Ladrón” se llamaba, bajo, con rizos, acapachado de cuerna, en Lisardo. Y salió Uceda Leal de la tronera a pararlo, decidido, recetándole seis o siete verónicas superiores, no recuerdo cuantas, pero sí que fueron buenas, de mano baja, ceñidas, ganando terreno, dominando al toro, rematadas con una media verónica de menos tronío. Cuando llegó a la muleta ya se barruntaba lo que pasó después, el toro fue claro en su condición: buscó la enfermería después del primer encuentro con el caballo y necesitó otros dos más para sumar los reglamentarios ya que “Ladrón” tuvo mucho miedo del señor de a caballo y huía de allí cada vez que entró en jurisdicción; después flojeo el bicho y aprovechó Eugenio de Mora para hacer acto de presencia, dos verónicas y una larga de aceptable ejecución. Cumplió la cuadrilla con facilidad gracias a la inestimable colaboración de “Ladrón”, que nos enseñó a todos las buenas intenciones que tenía. Y como decía, así llegó a la muleta, noble y boyante, con la fuerza justa, y claro, conociendo la torería que guarda Uceda Leal y que a veces saca a relucir sumado a la condición del toro, más de uno ya se relamía pensando en lo mejor. Y así fue, se sacó el toro al tercio toreando por bajo, erguida la planta, único y personal. Y en esos terrenos, frente a la Puerta de Madrid, hizo la obra el torero. Por el lado derecho empezó a torear, fueron dos tandas, mejor la primera que tuvo más cadencia y calidad en los lances, en la segunda el animal se lo pensó más y Uceda Leal aguantó sin dudas los parones del amigo “Ladrón”. Cambió la mano, y el resto se basó en la mano izquierda, donde alcanzó las cotas más altas, dando muletazos sueltos realmente extraordinarios, con bragueta, de mano baja y dominio, rematados hasta el final, y para mí lo más importante: con naturalidad y derecho como una vela. Bien es verdad que hubo lances rematados a media altura o por arriba, debido a la condición del toro, que por su falta de poder, no admitía muletazos de tanto dominio. Y se fue a por la espada de matar, y en esta suerte es donde Uceda Leal es líder indiscutible, donde se impone al resto, excepcional. Se perfiló en corto, entró derecho y hundió la espada milímetro a milímetro hasta la empuñadura. Concedió el presidente la oreja que la mayoría del personal reclamó y bien merecida la tiene, que “Ladrón” no daba para más. Viendo la disposición y la inspiración de Uceda Leal esta tarde, había ganas que llegara el cuarto, que tuviera casta y poder, y medir así a este gran torero. Se devolvió por inválido y en su lugar salió uno de los toros más feos que he visto nunca, de Javier Molina, ¡qué horror! Además de feo, era manso y más invalido que el anterior, y la afición le pidió al matador que abreviara, no sé si fue por lo lamentable que resulta ver torear a un torero de poderío con un animal tan insignificante o por las ganas que había de verlo otra vez con la tizona. El caso fue que de nuevo ejecutó la suerte perfectamente, con toda la pureza que mandan los tratados, esta vez en el segundo intento, después de señalar un pinchazo en toda la yema. Saludó en el tercio, por la estocada y sólo por la estocada. Y esta ha sido toda la historia de la corrida, hasta aquí les puedo contar, del resto prefiero no acordarme de nada, que si lo sé me marcho después del primero, pero es mi deber contar lo que pasó y esto es lo que yo vi: los animalejos que se lidiaron carecían de cualquier atributo propio de un toro de lidia, quitando esas defensas que presentan que ya no saben ni para qué las tienen. Espero no volver a ver este espectáculo en varas, nunca había visto algo tan vergonzoso en esta plaza, ninguno recibió dos puyazos y aún así caían desplomados durante la lidia, eso sí, en la muleta algunos aguantaron pastueños y bonancibles. La parroquia indignada y harta de protestar, y el presidente, impertérrito, permitía este bochornoso espectáculo, estilo Las Vegas. Acartelado estaba Eugenio de Mora, al cual le correspondía lidia y estoque del segundo de la tarde, que por cierto, tenía un pitón izquierdo muy sospechoso. Con la capa estuvo más que digno, toreo a la verónica con mando y mano baja. Y poco más, faena bullidora ante un inválido, estocada baja, muerte rápida del toro, que parece que calienta a los partidarios, el torero sale a saludar y ya de paso se da una vueltecita por el ruedo ¡porque yo lo valgo! Con el quinto estuvo más descolocado pero vimos otra gran estocada, que nuevamente calienta a los partidarios y el torero aprovecha para, según él, recibir el calor de las masas, y ya de paso ¡otra vez! hace ademán de darse otra vueltecita, que el público ya no toleró. El francés estuvo desastroso toda la tarde, dubitativo y mal colocado. Sus toros no permitían el lucimiento, eran inciertos, embestían a oleadas y cabezazos pero así no se viene a Madrid. Al tercero lo cazó, y saliendo de la suerte, le pegó una estocada hasta las cintas. Buena tarde echaron los toreros con la espada, algo que la afición agradece. Terminar reivindicando ese pedazo de torero que es Uceda Leal y que su falta de regularidad le hace estar donde está, sólo de él depende remontar vuelos y colocarse donde un torero de su categoría se merece. Por mi parte, esta temporada tiene el indulto, por el golpe familiar sufrido, pero hay que verlo así más tardes y con toros de casta, no con la basurilla de esta tarde.