
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
18ª Corrida de la Feria de San Isidro de 2025, con lleno de no hay billetes en los tendidos, en una tarde más calurosa de lo deseable para estas fechas.
Se lidiaron 6 toros cinqueños (todos de finales de 2019) de la ganadería titular, de El Torero, de procedencia Domecq, como ayer y tantas otras tardes, en general bien presentados (sobre todo el 1º, 4º y 5º), aparentemente astifinos, de peso muy similar según la báscula venteña, de juego diverso, flojos todos sobre todo los 3 primeros, todos toreables, en general mansos, alguno de solemnidad, y con la casta justa, si bien 4º, 5º y 6º se crecieron en la muleta posibilitando la consecución final de trofeos, ante una plaza muy dispuesta a concederlos.
Diego Urdiales, de tabaco y oro (lidió 2º y 4º): pinchazo y estocada (silencio tras aviso); estocada delantera (silencio).
Roca Rey, de sangre de toro y oro (lidió 3º y 5º): estocada algo trasera (silencio) y estocada baja (oreja).
Rafa Serna, de blanco y plata (que confirmaba alternativa, lidió 1º y 6º): estocada trasera (palmas) y estocada baja (oreja).
1º Bizantino – 12/19 – 535 kg – negro bragado – 48
Muy flojo, dobló las manos antes de entrar al caballo por primera vez. Salió de la primera vara suelto a brincos del caballo e hizo sonar el estribo en la segunda, ya un claro simulacro de la suerte. A pesar de no recibir castigo, no aguantó más que 3 tandas en la muleta, doblando las manos y parándose literalmente en la 4ª tanda, lo que obligó a Rafa Serna a abreviar la faena del toro que confirmó su alternativa. Pitos en el arrastre.
2º Castor – 12/19 – 542 kg – negro bragado meano – 90
Protestado de salida por su menor trapío, con el cuello corto, justo de cabeza. Temeroso y huidizo desde su salida, comportamiento que mantuvo en el caballo. Se dolió en banderillas. Manso de manual. En la muleta presentó una embestida descompuesta, con la que no se acopló Urdiales. Silencio en el arrastre.
3º Delincuente – 10/19 –534 kg – castaño bragado meano axiblanco –53
También protestado de salida. Manso, se repuchó y salió suelto de los 3 encuentros con el caballo, que pasaron a ser desencuentros con rapidez. Muy mal picado, en los lomos, sin que el varilarguero tuviera tiempo para corregir el sitio. Obediente a la muleta de Roca, aunque sin transmisión. Como muchos otros, noble y manejable, de poca casta, anodino, aburrido. Silencio en el arrastre.
4º Federal – 12/19 – 547 kg – negro salpicado –13
El 2º de Urdiales, muy bonito, más encastado que sus 3 primeros hermanos. Aunque flojeó de salida, cumplió (sin excesos) en el caballo y se vino arriba después del tercio de varas. Presentó sin embargo una embestida bronca en la muleta que Diego Urdiales no supo o no pudo templar. Algunas palmas en su arrastre.
5º Tomillo – 12/19 – 545 kg – negro – 85
El 2º de Roca Rey, el más ofensivo del encierro, alto, largo, bien rematado. Cumplió en varas, en gran medida porque se le administró el castigo con mimo en los 2 encuentros y se cambió rápidamente el tercio. Embistió con nobleza en la muleta, lo que permitió a Roca una faena larga y finalmente con premio.
6º Barbecho – 12/19 –541 kg – negro bragado meano – 121
El que cerró plaza, a cargo del confirmante, de cabeza algo justa. Manso y con genio, protestó por los castigos (también simulacro en varas) y llegó a la muleta algo crudo, menos pastueño que sus hermanos. De embestida incierta, algo más picante respecto a los anteriores, acabó calentando a un público que regaló un apéndice a su valiente enemigo.
Presidente: D. José Luis González González. Fue simplemente un espectador más, desapercibido hasta casi el final. Cumplió la ley al conceder la oreja a Roca Rey por mayoría de pañuelos en la plaza y se comportó de forma excesivamente bondadosa al conceder la oreja del que cerró plaza, sin que hubiera una clara mayoría y sin que por otra parte, casi nadie lo protestara. Si esta plaza continúa con estos regalos corremos el riesgo de parecer una plaza más.
Tercio de varas y cuadrillas: los picadores se limitaron al habitual simulacro en la aplicación del castigo. Mal Sergio Molina, que solo acertaba a los lomos en el 3º. Los banderilleros simplemente cumplieron con corrección, si exceptuamos a Francisco Durán “Viruta”, que por sus 2 buenos pares fue obligado por el público a desmonterarse en el 3º de la tarde.
Abría cartel el confirmante Rafa Serna, sevillano, ausente de Las Ventas desde 2017, año de su alternativa en su ciudad natal, en la que sufrió una grave cogida. Ha mostrado esta tarde buena disposición y unas lógicas ganas de triunfo, participando en los quites a sus toros y además al 3º y al 5º con verónicas lucidas y bien rematadas, saliendo a recibir al 6º de rodillas en los medios de la plaza y demostrando valentía con sus dos oponentes, especialmente con el que cerró plaza aguantando el genio del manso y su embestida incierta, con un par de series meritorias, lo que al final le valió el favor del público en forma de una oreja, barata pero muy valiosa y que espero le sirva para torear más en el futuro. En el 1º, que apenas se sostenía en pie, tuvo que abreviar necesariamente.
En el 2º de la tarde no se acopló a la embestida bronca del toro, siempre temerosa y a media altura. Mató a la 2ª de estocada y fue silenciada su labor. En el 4º, un animal más bravo y boyante, no acabó de romper la faena, el trasteo no pasó de ser simplemente correcto, y quedó la impresión en la plaza de que el toro se fue a medio torear. Mató de estocada baja, el toro se echó al ver el descabello y Urdiales recibió algunas palmas del respetable. Diego Urdiales es un torero apreciado y respetado en esta plaza. Todavía se recuerda su pasado con ganaderías duras, su crecimiento desde abajo, su salida desde La Rioja al resto del mundo taurino y sus éxitos llegada su madurez, sus triunfos en 2018 en Madrid y otras muchas plazas. A muchos nos gustaría ver de nuevo esta versión.
Andrés Roca Rey recibió bien al pastueño 3º de la tarde a la verónica, continuó con buena disposición brindando su faena al público y recibiendo al toro de rodillas en el centro de la plaza. Pero las posteriores y sucesivas series por ambos lados, sin dejar de ser correctas, carecieron de profundidad. Se puede decir que de 67 pases antes de coger la espada de verdad solo un 10 por ciento fueron medianamente buenos. En parte por la poca emoción del toro, obediente hasta el último pase, que además dobló las manos varias veces desluciendo el envite, dejando la impresión de una excesiva superioridad de Roca. Mató de estocada trasera de efecto rápido, recibiendo una pañolada del público que no fue suficiente para obtener la oreja.
En el 5º, el toro más franco de la corrida, comenzó en la misma línea de toreo insulso, anodino, de “mucho pase y poca chicha”. Parecía que “esta película ya la habíamos visto”, cuando en la enésima tanda, en pases sacados casi “a sacacorchos”, empezó a torear y logró trenzar varios naturales de mérito, que apenas nadie percibió. Fue entonces cuando decidió ejecutar los pases “de cercanía” como la noria, que levantaron por fin a un público entusiasmado que no le abandonó hasta concederle la oreja.
Se presentaba un cartel internacional, la segunda tarde en Madrid del número 1 del escalafón después de una primera tarde en blanco, tras el percance sufrido el otoño pasado, el mejor año desde su alternativa. Es cierto que ha mejorado respecto al día 23, pero también es verdad en mi opinión que es un balance que debería considerarse insuficiente para la primera figura del toreo en la primera plaza del mundo. Roca debe responder a Madrid como el primero del escalafón, y Madrid le debe exigir como tal.
Ya ha pasado el ecuador de la feria y aunque algunos ya van tomando conclusiones, ya se han visto cosas muy interesantes y todavía quedan tardes de esperanza. La historia del toro está llena de tardes de expectación que luego se convierten en nada. Pero es imposible no ver que es cada vez mayor el contraste entre los encierros de cada día, que nos presentan machaconamente (unos días más que otros y con sanas excepciones) esta descastada nobleza, resultado de una selección genética más o menos dirigida, y los que ofrecen animales más “a la antigua”, más bastos, menos “civilizados”. El contraste entre Madrid y otras plazas. Y frente a aquellos y estos animales, estos y aquellos lugares, es cada vez más llamativo el contraste y la riqueza que nos aporta el arte de Morante (ahora en buen momento, afortunadamente), el sorprendente aplomo y también arte de gente como Fortes, la gran exposición de otros valientes. Porque fuera de opiniones, todos los que venimos a los toros lo hacemos para sentir emociones y admirar la belleza de este arte sublime que aprendimos a querer y que no queremos ver morir.
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