DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
En tarde agradable y con un cuarto de plaza se celebró la corrida concurso de ganaderías programada por la empresa. Muy del gusto del aficionado. Diez años ha de la última concurso en Madrid con toros. Mucho tiempo. Las ganaderías seleccionadas para tal evento fueron las de La Quinta, Baltasar Ibán, Marqués de Albaserrada, Murteira Grave, Pedraza de Yeltes y Valdellán. Mientras que los coletas fueron Fernando Robleño, Rubén Pinar y Javier Cortés.
FERNANDO ROBLEÑO, de tabaco y oro. Multitud de pinchazos y un descabello. Tres avisos. (SALUDA OVACIÓN PROTESTADA). En el quinto, dos pinchazos y un descabello. (APLAUSOS).
RUBÉN PINAR, de celeste y oro. Pinchazo, media baja, un descabello. Aviso. (SILENCIO). En el cuarto, estocada contraria y nueve descabellos. (SILENCIO). En el sexto, pinchazo y estocada. (SILENCIO).
JAVIER CORTÉS, burdeos y oro. Resultó herido en su primer toro en el inicio de faena de muleta. Lo mató Robleño de pinchazo, media estocada baja y un descabello. (SILENCIO).
Presidente: D. José Magán Alonso. No tuvo excesivos problemas. Se limitó a cumplir el reglamento.
Tercio de varas: Todos los toros cumplieron en varas. No hubo ninguno manso ni que rehuyera la pelea. Los picadores dieron un verdadero recital de cómo no se ha de picar, especialmente agarrando a los toros penosamente. Son muy malos o tienen muy mala leche, una de dos. La gente se fue mosqueando progresivamente, un día más, y ya en el sexto tenían a la afición de uñas.
1.- MATORRITO-30, de La Quinta: Negro bragado meano corrido. 633 kg. Ovacionado de salida. Un auténtico tren. Largo de viga, estrecho de sienes, tocadito arriba de pitones. OVACIÓN.
2.- RABIOSO-83, de Baltasar Ibán: Castaño. 536 kg. Bajo, estrecho, fino de cabos, con cuello, de tremenda arboladura aunque algo escurrido de atrás. OVACIÓN.
3.- GOLFO-16, de Marqués de Albaserrada: Negro. 591 kg. Largo, muy amplio de cuna, con la cara para delante. PITOS.
4.- BELLO G.-23, de Pedraza de Yeltes: Colorado anteado. 578 kg. Bajo, bien hecho, con cara, que echó las manos por delante en el capote. SILENCIO.
5.- VIOLÍN-84, de Murteira Grave: Negro bragado. 569 kg. Largo, fino, cornidelantero, con cuello, muy serio de hechuras. PALMAS.
6 BIS.- CERILLERO-9, de Rehuelga. Negro lombardo. 509 kg. Serio, largo y astifino. SILENCIO.
Otros: PREMIOS CONCURSO DE GANADERÍAS
· Mejor toro: "Matorrito", de La Quinta
· Mejor picador: El Legionario, de la cuadrilla de Fernando Robleño.
· Mejor lidiador: Jesús Romero, de la cuadrilla de Fernando Robleño.
Parte médico:
JAVIER CORTÉS, LIDIA DEL TERCERO DE LA TARDE.
Herida inciso contusa por asta de toro en región maxilar derecha y contusión grave ocular en región derecha. Se traslada al servicio de oftalmológica del hospital Gregorio Marañón.
Pronóstico: Grave, que le impide continuar la lidia.
Firmado: Máximo García Leirado.
Cuesta hacer valoraciones, entrar en materia y calibrar el comportamiento del ganado y el desempeño de los toreros después del gravísimo percance de Javier Cortés, un accidente que condiciona, eclipsa y opaca todo lo sucedido en el ruedo, que por otra parte no fue poco en una muy interesante corrida concurso de ganaderías. Las ganaderías seleccionadas para tal evento fueron las de La Quinta, Baltasar Ibán, Marqués de Albaserrada, Murteira Grave, Pedraza de Yeltes y Valdellán. Finalmente, acabaría corriéndose un sobrero de Rehuelga en sexto lugar.
Una fuerte ovación recibió al toro de La Quinta que inauguró la tarde. Uno de los toros más grandes y serios que hemos visto esta temporada. Un auténtico tren. Tocado arriba de pitones. Muy astifino. Acudió tres veces al caballo con un trote cochinero, como si le costara moverse. El toro fue un prenda que marcó claramente los casi seis años que tenía, guardaba toda la fuerza dentro, y nunca pasó por las telas convencido y entregado. Cuando sintió el hierro simplemente se dejó pegar y no empujó de manera especialmente reseñable. Fernando Robleño había dirigido la lidia con madura pulcritud. En banderillas persiguió en algunos pares mostrando cierta codicia. A continuación, Robleño, con la sabiduría y la maestría que le mantiene al pie del cañón todos estos años, fue madurando a Matorrito, que así se llamaba el toro. El pitón zurdo era el menos malo, nunca pasaba convencido, y por ahí fue donde Fernando Robleño le robó a ese tren algunos muletazos que calaron en muchos aficionados. Por momentos, el torero madrileño escuchó algunos rugidos de Madrid. La faena no fue redonda ni mucho menos, pero no había ninguna duda que en aquella lid fue el matador el que se impuso claramente. ¡Qué emoción!
La cosa se torció a la hora de matar, el toro no paraba quieto y no había manera de cuadrarlo, empezaron a sonar los avisos. Dos o tres pinchazos y una estocada corta, no recuerdo exactamente, todos ellos arriba y entrando sin contemplaciones, esto si lo tengo claro, y siempre se ha dicho que valen más, para los buenos aficionados, tres pinchazos arriba entrando bien que una estocada saliéndose. En uno de estos pinchazos el morlaco le arrancó una hombrera y si no es por el capote providencial de un subalterno Matorrito ya estaba dispuesto a comerse al torero cuando yacía en la arena. Al final sonó el último aviso cuando estaban apuntillando al toro y una mayoría de los concurrentes aplaudió fuerte al torero a pesar de la deshonra de los avisos. La emoción lo puede todo.
Apareció por chiqueros el de Baltasar Ibán en segundo lugar. Un animal alto de agujas, largo y con mucha leña en su amplia cara. Impresionante. Las dos primeras varas fueron de corrido, en la tercera se arrancó de verdad y empujó con la cara alta pero de forma continuada. Desde mayor distancia se arrancó en la cuarta oportunidad. Rubén Pinar se dobló de buenas maneras con el toro en el inicio. Le dio distancia en la primera tanda donde se vio la buena voluntad del de Ibán para venirse de largo aunque también un brusco cabeceo en los finales. El toro era pronto, repetidor y embestía con casta. Pinar acertó al vaciarlo por abajo, logrando que no le enganchara la muleta. Pero enseguida se dedicó a vivir fuera de cacho. Y con la izquierda mostraba demasiadas carencias y precauciones ante un toro que pedía poder. El animal con su embestida encastada y sus dos velas imponía y Pinar no le enseñó el muslo ni una vez. Al final, no pudo con el.
El tercero, de Marqués de Albaserrada, fue fino, largo, de amplia cuna. Hizo un extraño de salida arrancándole el capote a Javier Cortés. Muy orientado. Fue duramente picado y apretó en banderillas. La mejor pelea la hizo en la larga primera vara, en las dos sucesivas buscó excusas y se empleó menos. El toro era una prenda, midiendo, pegando saltos en los trastos. Javier Cortés fue cogido de forma dramática en la faena de muleta. Cortés se puso con la verdad que atesora y recibió un pitonazo en el rostro. Después lo buscó en el suelo. Se lo llevaron rápidamente a la enfermería. Robleño acabó con el avisado toro de Marqués de Albaserrada.
Se corrió turno para que Fernando Robleño no matase dos toros seguidos. El enorme toro cinqueño de Pedraza de Yeltes empujó con fuerza en el caballo. Se enceló en el tercer encuentro empleándose muchísimo. En la muleta resultó exigente y pegajoso. Rubén Pinar resolvió como pudo, a veces amontonado por la codicia descompuesta del de Pedraza, producto de las lanzadas del primer tercio en la columna vertebral. No paró en ningún momento el colorado, poniendo las cosas difíciles. Se atascó con el descabello el albaceteño.
Un pavo de Murteira Grave despertó una nueva ovación. Armónico, hondo, largo, cuajado, con dos astifinos pitones hacia delante. Con una grupa de la que da miedo a los toreros. Muy decidido lo recibió por verónicas Fernando Robleño. Arrebatada fue la media verónica tras avanzar terreno en unos lances llenos de pasión. Se arrancó con alegría al caballo. Tres encuentros de mucha emotividad. Dos lanzadas en el lomo se llevó en las dos primeras entradas. No comprendemos como el animal se arrancó con alegría una tercera vez sabiendo lo que le esperaba. Por eso se repuchó y salió suelto cantando la gallina. La afición pidió una cuarta entrada que no se dio. Buena lidia de César del Puerto. Romero estuvo colosal con los palos. El toro apenas duró nada en el tercio final. El matador se dobló bien de inicio pero Violín, que así se llamaba el burel, llevaba la cabeza suelta por los criminales puyazos que había recibido del alabardero. El buen hacer de Robleño se topó como comentábamos con la dureza del de Murteira, que se aburrió sacando la cara por las nubes con violencia.
En sexto lugar salió un sobrero negro lombardo de Rehuelga, cinqueño, con badana y expresión de seriedad. Rubén Pinar perdió el capote en el saludo pero dejó un quite coronado con una media tras los puyazos en los que el toro se empleó con todo. Tuvo buen son y se venía con todo. El manchego no lo supo entender, amanerándose en exceso por los dos pitones y realizando juegos de estilo entre el enfado del respetable. El de Rehuelga exigió temple que no le dio un desconcertado Pinar. El toro acabaría aburriéndose sacando la cara por alto. Tras un pinchazo dejó una estocada.
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