DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
09 de agosto de 2015 | Escrito por Emilio Roldan | Fotografías de Constante
Dos horas y cuarto de festejo en tarde fuertemente calorosa. Un cuarto de entrada. -6 toros, 4 de Gavira (1º,2º,3º y 6º), hierro titular, de procedencia Domecq y Díez, de comportamiento desigual y de presencia en escalera hacia abajo; y 2 de Carriquiri (4º y 5º), de procedencia Núñez vía Rincón, bajos de presencia, mansos y descastados, para los diestros:
Iván Vicente (de lila y oro): verde botella y oro. 1º: Estocada entera algo pasada. Oreja. 4º: Dos pinchazos, estocada entera y pasada. Leves palmas, saludos desde el tercio y vuelta al ruedo por su cuenta.
Rubén Pinar(de nazareno y oro): 2º: Estocada entera caída y cuatro descabellos con un aviso. Vuelta al ruedo. 5º: Estocada en la cruz algo atravesada. Leves palmas y saludos desde el tercio.
David Galván (de rosa y oro): 3º: Estocada pasada y desprendida, más un puntillazo, teniendo que escuchar los dos avisos, el primero de ellos sin haber entrado a matar. Saludos desde el tercio. 6º: Pinchazo, media estocada pasada y cuatro descabellos. Leves pitos.
Presidencia:: D. Justo Polos Ramos, como viene acostumbrando, mostró su avieso ejercer al sacar el pañuelo blanco rápidamente para dar fin a los correspondientes tercios de varas cuando los toros aún no habían sido castigados con un segundo puyazo, que no picotazo, accediendo a que éstos salieses crudos y a que el espectáculo no se llevase a cabo con integridad. Se negó a devolver al 6º, un inválido que mostró su escasez de fuerzas y su andar renqueante desde salida.
Los toros: 1º: Pordiosero(28), de Gavira. Negro, cinqueño y de 555 kg.de peso. Digno de hechuras y de semblante ibarreño.
Tercio de varas:
1º: Puyazo trasero y bajo sin empujar.
2º: Picotazo trasero al relance. Sale crudo del caballo.
Comportamiento: Blandea de salida. Sale del tercio de varas sin castigo y dando coces al caballo. Mansea, aquerenciándose hacia las tablas. En la muleta, se viene arriba, tiene un comportamiento ciertamente boyante, muy noble y su embestida es humillada, larga y rebrincada. Una perita en dulce para el matador.
2º: Sereno (18), de Gavira. Negro, cuatreño y de 508 kg. Justito de presencia, se tapa por la seria encornadura que presenta.
Tercio de varas:
1º: Breve puyazo en la cruz. Sale huyendo.
2º: Picotazo trasero. Sale incruento del primer tercio.
Comportamiento: Ejemplar mansurrón y de enorme nobleza. Manseó en varas, donde no encontró apenas castigo. Muestra un galope poderoso, embistiendo con recorrido, con un comportamiento que lo asemeja al anteriormente lidiado. Muere yéndose hacia los terrenos del 2, buscando abrigo en tablas.
3º: Cantarero (41), de Gavira. Negro, cuatreño y de 524 kilos de peso. Ensillado de morfología en su lomo, falto de remate y de encornadura desarrollada y veleta.
Tercio de varas:
1º: Picotazo trasero, fingiendo el varilarguero que desempeña su función. El burel sale despavorido.
2º: Picotazo trasero sin empujar y sin querer hacer la carioca a un animal de evidente mansa condición. Otro simulacro. Sale el animal crudo del caballo, circunstancia que condicionará de qué manera la posterior lidia del matador.
Comportamiento: Abanto de salida, huidizo en varas, pero con un poder que irá desarrollando a lo largo de la lidia, bastante propiciado por la leve labor del picador. No derrocha fuerza, pero pone en serias dificultades al matador para domeñarle, el cual acaba a merced de su zaíno oponente. Manso encastado, de menos a más, con galope alegre y rebrincado.
4º: Carabello (49), de Carriquiri. Colorado de pelaje, cuatreño y de 525 kilos. Serio de cuerna pero sin transmitir trapío. Acochinado por atrás y excesivamente alto para su procedencia.
Tercio de varas:
1º: Se le pica en su querencia de manso, en los terrenos del 3, mostrando un comportamiento huidizo y tardo.
2º: Vuelve, sin sentido, al caballo que le espera en contraquerencia, siendo lidiado por el picador con leve castigo, del que sale renqueando de la mano izquierda.
Comportamiento: Manso, parado, huidizo en varas y enormemente tardo. Un mulo soso de escasa fuerza y nula transmisión.
5º: Huertano (7), de Carriquiri. Cinqueño, negro listón y de 605 kilos. Con hechuras fuera de tipo, muy grandón, con caja pero muy atacado de peso.
Tercio de varas:
1º: Puyazo largo en la cruz al relance, haciendo el varilarguero la carioca.
2º: Puyazo en el morrillo, haciendo la carioca y barrenando.
Comportamiento: Cabecea en varas. Dobla las manos al recibir un lance a media altura al salir del primer puyazo. Blandea posteriormente, sin ofrecer transmisión. Se duele en banderillas. Manso, tardo, parado y descastado de condición.
6º: Habanero (65), de Gavira. Negro, cuatreño reciente, de 543 kilos de peso. Un novillo en toda regla, falto de cara y sin remate alguno, que es fuertemente protestado de salida por la triste figura que porta respecto a la Plaza en donde ha salido por chiqueros.
Tercio de varas:
1º: Picotazo al relance sin meter las cuerdas.
2º: Leve caricia con la puya. Otro que sale sin recibir apenas castigo.
Comportamiento: Parado de salida. Dobla al salir del primer puyazo. Vuelve a perder las manos repetidamente, mientras el usía se niega a devolverlo. Muestra un trote cochinero en sus andares y al iniciarse el tercio de muerte sufre la rotura su pitón izquierdo por la raíz o mazorca, quedando inhabilitado para seguir siendo burlado por el matador, que, no siendo consciente de ello, se empecinó en darle una sarta de pases careciendo de oponente. Manso, descastado e inválido, debió ser devuelto a chiqueros al observar su comportamiento de salida y durante el primer tercio.
Se anunciaba en nuestra Plaza de Madrid para esta tarde calurosa, que no dejó de apretar hasta casi acabado el festejo, un cartel muy bajo en alicientes, formado por una ganadería sin apenas interés, por méritos propios, para el respetable, remendada por otra, que viene dando petardos reincidentes en sus últimas comparecencias aquí. Por otro lado, se anunciaba Iván Vicente, un torero que creíamos desaparecido; otro que lleva siendo promesa unos cuantos años, como es Rubén Pinar; y una promesa de promesa, que siendo de reciente alternativa, no hay, hasta la fecha, promesa que nos pueda hacer confiar en que el chaval podrá algún día serlo. El comportamiento de la corrida fue bastante variado, aunque, otra tarde más, la bravura, que lleva de estío un largo tiempo ya, no se quiso acercar por el albero venteño. A pesar de esto, pudimos observar tres toros de cierto interés: los dos primeros, dos carretones a todo motor; y un tercero que, aun teniendo comportamiento de manso, mostró casta y puso emoción, frente a la que David Galván no plantó batalla, mostrando serias deficiencias en su labor lidiadora. La segunda parte del festejo, supuso un desierto en cuanto a interés se refiere.
Al primero de la tarde, el madrileño Iván Vicente lo paró con un ramillete de verónicas no muy templadas, pero dejando una media con suavidad y temple por el izquierdo, cumpliendo así su objetivo. Posteriormente lo llevó bastante templado con el capote y después pudimos observar una muy precisa brega y sin abusar de lanceo por parte de J. Luis López “Lipi” durante el segundo tercio, donde Curro Robles dejó un reunido tercer par clavando al paso desde la misma cara del burel. Con la muleta, Iván Vicente comenzó por abajo, procurando llevar al toro hacia las afueras en estos primeros envites. Estuvo bastante templado ante un ejemplar cinqueño que iba y venía humillado, con embestida certera y larga, dejando algunos detalles de calidad en forma de trincherazos, pero no cumpliendo con el toreo al regular, abusando de derechazos y extendiéndose mucho. El toro enganchaba la muleta del matador al citar para iniciar la tanda desde muy fuera, en unas series donde descargó la suerte repetidamente, aunque la mayor parte de los presentes decidió darle una oreja como premio a su labor. Acabó con el burel de una estocada certera, aunque tuvimos que presenciar con enfado cómo los peones, para agilizar la muerte, fueron a tirar al burel al suelo dándole vueltas, situación que está penalizada en el Reglamento y que se ha convertido en habitual, como otras tantas tropelías de la Fiesta actual.
Al quinto de la tarde, lo recibió con unas verónicas a toda mecha, sin templar la embestida ni fijarlo ni pararlo en los medios. El toro mostró una querencia hacia tablas bastante marcada, frente a la que el matador, ya portando la muleta, decidió sacar finalmente a su oponente hacia los medios con el fin de taparle la pretensión de negarse a la pelea. Al burel no le sobraban las fuerzas y con muletazos a media altura y tapándose mucho, realizó una faena de enfermero, citando siempre en la oreja, acabando con un arrimón ojedista sin sentido ante un marmolillo que apenas se podía mover. Rubricó su actuación con un sainete con la espada, ante el que decidió, por su cuenta, dar al finalizar una vuelta al ruedo, pensando quizás que se le había escapado una supuesta Puerta Chica que hace escasos años no era ni ovación mayoritaria. La Plaza de Madrid cada día está más perdida en cuanto a rigor se refiere y la vergüenza torera de muchos de los diestros sigue siendo una asignatura pendiente.
Rubén Pinar, torero del que algunos todavía esperan ver torear y al que su salida por la Puerta Grande hace unos años parece que le vino excesivamente grande, mantuvo durante toda la tarde un estilo que bien se asemeja al de Julián López “El Juli”. En esa competición de a ver quién es el que más se retuerce durante el pase regular, descargando la suerte más de lo que aconsejan los fisioterapeutas, pareció que vino con ganas, queriendo quitar al primero a su salida del caballo con unas verónicas desligadas y dos medias a la virulé. Perfilero en el cite y de muy vastas maneras, comenzó muleteando al primero con unos pases en la suerte que yo vengo denominando “de la farola”, ya que el torero, sin ayudarse de la espada, recibe al toro bien estirado, dando el muletazo por alto en línea, sin mandar sobre la embestida, no juntando los pies como en el estatuario; y quedándose quieto, repitiendo el mismo movimiento en varios pases a una mano sin sabor, poder ni estrategia alguna. Parece que todo lo que sea dar pases es bien recibido, ya que no importa ni de qué manera ni para qué. Cogiendo la muleta de la punta al natural y echándoselo hacia afuera en el embroque, fue prendido por el animal, que se le coló en una de estas series por la enorme ventana que separaba su despegada figura de la muleta. Acabó su trasteo con el postre que se ha oficializado en los últimos tiempos con la finalidad de ver si se puede rascar algunas palmas del personal: la bernardina o manoletina, a poder ser perfilera, a merced de la embestida descompuesta del burel y atropellada. Finiquitó tal despropósito con sendos fallos con el estoque, lo que no le privó de escuchar palmas del tendido y dar una irrisoria vuelta al ruedo.
Con el quinto del festejo, estuvo bastante más asentado, parando el burel con una serie de suaves verónicas doblándose con cierta torería. Al no tener apenas oponente, decidió darle sitio citando en los medios para evitar la negación a la batalla del burel, que perdía las manos cuando el albaceteño le bajaba la mano. El toro cazaba moscas por el izquierdo y también mostraba una embestida muy descompuesta y escueta por el derecho, frente a la que Pinar acabó bastante desconfiado, dudando mucho en el cite, lo que provocó que el torero, en una de estas embestidas, se tropezase con el burel, teniendo la fortuna de no ser cogido por este toro que tuvo todas las papeletas de merecer un buen macheteo por la cara. Acabó con este soso ejemplar de Carriquiri –ganadería que lleva ya bastantes años de capa caída- de una estocada muy efectiva arriba, escuchando algunas palmas del tendido, frente a las que decidió salir a saludar desde el tercio a sus incansables y bien cariñosos paisanos.
David Galván, diestro de “La Isla” de San Fernando, naufragó durante su actuación de este domingo en Las Ventas, en la que ni supo aprovechar las cualidades de su primer oponente ni tampoco se mostró firme en abreviar al ver la imposibilidad de hacer faena al inválido sexto. Bien es cierto que es un torero de escasa experiencia, pero parece que hay cuestiones básicas de la Lidia que aún no ha conseguido asimilar, como tenerse que doblar por bajo, taparse y estar siempre muy cruzado frente a un toro encastado, condición, pese a la mansedumbre, que tuvo el tercero de la tarde y que le provocó más de un quebradero de cabeza. Comenzó su faena al tercero recibiéndolo con unas atropelladas verónicas, de las que el toro salió por su cuenta sin ser fijado, mientras el gaditano salía con un desplante. No podían faltar, al inicio del trasteo, unos pases a la suerte de “la farola”, anteriormente descrita, toreando al viento pausado de la tarde, cuando el toro pedía, como agua de mayo, que el diestro se impusiese al poder de su contrincante, doblándose con él, fijándolo y no dejándolo hacerse dueño de un albero por el que transitaba con libertad plena sin encontrar oposición. Se mantuvo a merced del toro en todo momento, perdiendo en dos ocasiones, por reincidentes enganchones, su herramienta de franela, que más que de ataque fue de constante defensa, al estar siempre fuera de cacho, citando al relance, sin acoplarse y viéndose repetidamente sorprendido por la embestida boyante y bullidora de un ejemplar de Gavira con mucho que torear. Tuvo que alargar mucho la faena al no poder hacerse con él, teniendo que escuchar un primer aviso antes de coger el estoque, del que tampoco hizo buen uso.
Con el inválido que cerró el festejo volvió a mostrar su falta de estrategia a la hora de lidiar, mostrándose muy vulgar, practicando un toreo regular muy retorcido, ventajista y sin poder alguno, lo que condujo a que el toro le torease a él y acabase, por esa falta de mando, sin saber cómo sujetarlo, haciendo el Tour de Francia con su compañero por el albero de Madrid. Y así acabó otra tarde de este verano bullanguero y enormemente triunfalista de Madrid, en el que se aplaude todo, se perdona todo; solo importa la muleta y, sobre todo, el número de pases ejecutados y no el cómo ni el para qué. Esperemos que este próximo sábado, Festividad de la Paloma, Carlos Escolar “Frascuelo”, ferviente devoto de nuestra virgen patrona, nos recuerde otra vez, aunque solo sea con algunas gotitas, cómo huele el aroma de la torería y el “bientorear”, que tenemos tan olvidado.