No ha mucho han pasado las fiestas de San Isidro, fechas en las que en los “Madriles” tradicionales se vendían las rosquillas del Santo. Antiguamente éstas eran de dos clases: las “tontas” y las “listas” y si bien ambas estaban elaboradas con las mismas materias primas -harina, huevos, azúcar y anís o anises- se diferenciaban en que las segundas tenían una cobertura a base de claras con azúcar glass y unas gotas de zumo de limón que las hacían mejores y con mejor paladar. Naturalmente eran más caras y las preferidas de los madrileños, en particular los de las clases más pudientes. Así vino siendo durante años, tal vez siglos, hasta que a principios/mediados del XIX surgió un personaje que cambió el mercado de las rosquillas: “La Tía Javiera”, una espabilada repostera, natural de Fuenlabrada para unos y, para otros, entre éstos Don Jacinto Benavente, de Villarejo de Salvanés. El origen es lo de menos, lo importante es la feliz idea que tuvo: cambió la cobertura de las “listas” por otra formada por un almíbar espeso de agua, anís y azúcar y, para dar ésta, las ensartaba por docenas en una cuerda y las sumergía ligeramente en el almíbar hasta que se impregnaban parcialmente para luego colgarlas, en la misma cuerda, hasta que se secaban. El resultado fue unas rosquillas menos secas con una cobertura más dulce que no se desprendía y que las hacía más suaves y apetitosas que las clásicas. Por otra parte, y como valor añadido, las vendía en la misma ristra por docenas en lugar de por unidades. El éxito fue rotundo, para el público por su calidad, y, para ella, por venderlas en mayor cantidad y, además, más caras. Desaparecida la Tía Javiera surgieron imitadoras y paulatinamente las rosquillas fueron perdiendo calidad, se empezaron a vender en confiterías y, finalmente, acabaron fabricándose en esas “panaderías industriales” que las distribuyen en cajas y cajones que lo mismo suministran a un hipermercado que a un mercadillo. Muchos de ustedes se preguntarán que por qué cuento esta historia ¿no?; pues bien, la cuento porque existe un singular paralelismo entre las rosquillas del Santo y la historia experimentada por las corridas de toros en la plaza de Las Ventas. En Madrid, la temporada comenzaba en Marzo y terminaba en Octubre teniendo dos abonos, el de primavera y el de otoño que incluían festejos dominicales, reservando los jueves para corridas extraordinarias con los toreros que habían triunfado los días anteriores. Así comenzó en Las Ventas desde que ésta se inauguró oficialmente el 21 de Octubre de 1934, si bien antes se habían dado tres festejos: una corrida de toros el 17 de Junio de 1931 con el fin de recaudar fondos para los pobres de la capital, la corrida en honor de las “mises europeas” del 25 de Mayo de 1933 y la de la Asociación de la Prensa del 13 de Julio del mismo año. Tras su inauguración oficial, la nueva plaza siguió con el mismo criterio que la vieja hasta que se interrumpió durante la guerra incivil en que quedaron suprimidos los abonos. Después de la contienda y ya desaparecidos los abonos, se daban básicamente dos clases de festejos: novilladas y corridas normales o de carteles sencillos (“tontas”) y corridas en las que intervenían los mejores toreros con las mejores ganaderías del momento (“listas”) y, entre éstas, se encontraban las extraordinarias que tenían fines generalmente benéficos (beneficencia, prensa, montepíos de de toreros, policía, etc.). Así transcurrieron unos años hasta que en 1947 un sagaz, a la par que gran y emprendedor empresario, Don Livinio Stuyck, (la Tía Javiera del orbe taurino), decidió dar un paso más en beneficio de la calidad de los carteles y, en el propio, de mayores ingresos: cogió los mejores ingredientes (toros y toreros) y los “ensartó” en un abono especial que fue la restauración del tradicional que había sido suprimido y que se vendió en conjunto: así, el 15 de Mayo de 1947, había nacido la Feria de San Isidro que en principio fue llamada "Feria de Madrid". El primer año la formaron solo cinco festejos (cuatro corridas y una novillada) que posteriormente fueron aumentando a diez, quince, veinte, etc. hasta llegar a nada menos que ¡veintiocho!, veintidós corridas de toros, tres de rejones y tres novilladas, y así se mantuvo hasta el 2004. A lo largo del tiempo, como el afán de lucro era insaciable, decidieron ampliarlo y crearon la Feria de Otoño y la Feria de la Comunidad. El resultado fue que el abonado que quería conservar su abono tenía que sacar las tres ferias y así llegamos hasta el año citado, 2004, en que para conservar el “privilegio” era necesario adquirir, 3 localidades (novilladas) en la de la Comunidad, 28 en San Isidro (22 corridas, 3 de rejones y 3 novilladas) y 6 en Otoño (4 de las primeras y una de las otras dos), lo que hacía un total de ¡nada menos que 37 localidades! (26 corridas, 4 de rejones -ya al mismo precio que las corridas- y 7 novilladas), que, simplificando, suponían 30 de las caras y 7 de las baratas. Ese mismo año, último de los que algunos llamaron/llamamos la era de los “Dalton brothers”, se dieron un total de 70 festejos distribuidos en 43 corridas de toros, 5 de rejones y 22 novilladas, o sea 48 de las caras y 22 de las baratas. Ello suponía que para mantener el abono en cuestión -ya por entonces conocido por “abono cautivo”-, era necesario adquirir obligatoriamente el 62,5 % de las entradas más caras y 31,8 % de las baratas, o, si lo prefieren, el 52,9 % del total y si consideramos que el 75 % de la plaza está abonado (y no está más porque la ley no lo permite) ¡¡¡menudo chollo para el empresario!!!, desde luego un auténtico pastel y ¡¡¡que abuso del abonado!!!, una verdadera vergüenza, ¿no les parece?. Eso respecto a festejos ¿y en lo que respecta a ingresos de esos abonos?: ese año, en que los precios de las localidades no subieron, tal vez por ser el último de los Dalton brothers y querer dejar un recuerdo menos malo, los ingresos por taquilla fueron (Nº 82 de Cambio de Tercio): Novilladas: 233.059,55 €, Corridas de toros y de rejones: 465.455,60 €. Totalidad del abono de San Isidro: 12.974.585,95 € Si añadimos el abono de la feria de la Comunidad, 3 novilladas, sumaremos otros 699.178,65 € y haciendo lo mismo con la de Otoño, 4 corridas de toros más otra de rejones y una novillada, otros 2.560.337,55 € para la buchaca. Total que por la obligada adquisición de los abonos, entre la empresa y la Comunidad se aseguraron ese año, nada más y nada menos, que 16.234.102,15 € ¡casi na! que diría un castizo. ¿Y del resultado artístico?, mejor no hablar, los Lozano dejaron Las Ventas como un erial, pero, como dice el refrán, otros vendrán que bueno te harán y, en efecto, así fue: unos meses después ya se oyeron en los tendidos voces de “Lozano vuelve”, algo inaudito, después de ver como habían cambiado la plaza, tanto en la subida desproporcionada de los precios de las localidades, como en la degeneración de la calidad de los festejos. En este sentido, vamos a dar solamente unos datos (Nº 82 de Cambio de Tercio) de su último San Isidro, la feria más importante del mundo, la olimpiada del toreo … ¿Los toros?, para que se hagan una idea, en Mayo, el día 18 salieron de 5 hierros diferentes, el 13 de 4 y el 30 de 3 y, el 3 de Junio, también de 3; en total, en las 22 corridas de toros celebradas, salieron por chiqueros 35 hierros diferentes, sin comentarios. ¿Los toreros?, pues más de lo mismo: a 44 matadores se les fueron con las orejas puestas al desolladero nada menos que 126 toros, o lo que es lo mismo, sólo se cortaron 7 orejas en 132 reses (2 en un toro, Matías Tejela el día 19) y algunas muy protestadas, entre ellas la 2ª del único día de la puerta grande. Sin duda, hasta entonces la peor feria de la historia de Las Ventas, pero eso, hasta entonces, porque después la empresa nueva, el Choperita (también conocido por “El Pantera” ¿por qué?) en complicidad con el CAT (Cuento de Arreglos Taurinos) se ha ido encargando de empeorar cada año, hasta llegar al presente que, como está todavía en la mente de todos, no necesito recordarlo. Los toros.Los toreros. Bien, después del desastre de 2004, en que sacaron como disculpa aquello de la cera y los mimbres, dado que salía la plaza de nuevo a concurso, la CAM, como propietaria del coso, en un rasgo de generosidad hacia los abonados, pero sin renunciar a sus pingues beneficios puesto que puso un “canon mínimo”, que luego se convertiría en 5.175.000,00 €, quiso poner coto a tamaño atropello del abono cautivo. Primero limitó la subida anual de las localidades al IPC para evitar los abusos de la era anterior, que, en los 13 años de gestión, en los que el IPC había subido el 68,7 %, subieron la localidad media de las corridas de toros el 116 %, de las de rejones el 141 % y de las novilladas el 131 % (Nº 79 de Cambio de Tercio). Como segunda medida, suprimió, como de obligada adquisición, la Feria de la Comunidad y limitó el número de festejos en los otros dos abonos: San Isidro, 18 corridas, 2 de rejones y 3 novilladas y Otoño, 3 corridas y 1 novillada, es decir, de 37 festejos obligados pasaron a 27, lo que supuso una reducción del 37 % que no estaba nada mal. En estas condiciones, la adjudicación, más bien “el pucherazo” recayó en el empresario más nefasto que ha pasado y pasará por Las Ventas el Choperita, el agraciado de los pucherazos, pero de esta historia ya hablamos el pasado año en esta misma tribuna por lo que no vamos a insistir; el que quiera saber más, que pinche aquí. Lo que si queremos recordar, para comparar con el 2004, son los ingresos por taquilla del siguiente año, el de los tristemente celebres 107 incumplimientos, el de “Lozano vuelve” …, el 2005, en que a pesar de haber subido las localidades un 3,13 % en las corridas de toros y rejones y un 3,05 % en las novilladas, hubo estos ingresos (Nº 84 de Cambio de Tercio): Novilladas: 240.169,35 €, Corridas de toros y de rejones: 480.030,45 € Totalidad del abono de San Isidro: 10.321.117,05 €. Y si también tenemos en cuenta la feria de Otoño, 3 corridas y una novillada, eso sí con un opíparo descuento en este abono del 10 % (¡muchas gracias, generosos!), añadimos otros 1.512.234,63 €, con lo que la totalidad del abono cautivo en 2005, fue de 11.833.351,68 €, que frente a los 16.234.102,15 € del año anterior, suponían una “pérdida”, nada despreciable, de 4.400.750,47 €. ¿Se podía consentir esto?. De ninguna manera, algo había que hacer y en las preclaras mentes del equipo de el Choperita y con el beneplácito de los miembros, y miembras, del CAT y su Gerente, surgió la Feria del 75 Aniversario, algo raro, raro, raro … porque como ya se ha dicho antes, la inauguración oficial de Las Ventas fue el 21 de Octubre de 1934, con lo que el 75 aniversario debería haber sido en Octubre del 2009, pero ¿qué más daba?, si se trataba de favorecer a la empresa de los pucherazos, valía todo. Ya teníamos una feria más, no aumentábamos el abono cautivo ¡no!, creábamos un “abono encubierto” -las malas al cautivo y las buenas al encubierto- y nos saltábamos limpiamente la reducción de los festejos, eso sí, sin incumplir el pliego y con la aquiescencia de miembros y miembras, y los sufridos abonados a comprar otras 3 corriditas de toros y una de rejones … ¡era la guinda que le faltaba al pastel de Las Ventas!. De nuevo 22 corridas de toros en San Isidro entre lo obligado y lo encubierto … ¡eso son pasteleros y no la Tía Javiera! Y así, ese año, el 2006, volvieron a subir los ingresos por taquilla, no sólo por el IPC, que aunque fue el 3,7 %, las corridas subieron el 3,81 % y el abono el 3,78 %, misterios del redondeo. Los ingresos de los festejos y el Sanisidro cautivo, fueron (Nº 86 de Cambio de Tercio): Novilladas: 248.290,50 €, Corridas de toros y de rejones: 498.333,00 €. Totalidad del abono de San Isidro: 10.711.531,50 € Pero hay que añadir el otro abono cautivo de Otoño, otras 3 corriditas y una novillada, (otra vez con el 10 % de rebaja) que hacen 1.568.960,55 € y el encubierto ¿voluntario? del Aniversario, 4 corridas, otros 1.993.332,00 € más, con lo que los ingresos por prácticamente obligada adquisición fueron de 14.273.824,05 €. Con la subidita del IPC y la guinda del Aniversario se había recaudado por taquilla 2.440.472,37 € más que el año anterior: el invento había funcionado, los miembros y miembras y su omnipresente Gerente lo bendijeron y ya era cuestión de mantenerlo, incluso con la desfachatez de seguir llamándolo Feria del Aniversario, ¿aniversario? ¿de qué?, ¡que más da! El caso es seguir ordeñando la vaca e ir metiendo de clavo en ese abono encubierto algún festejo más, que todo vale. Así en el 2008, imponen otra corridita y, además, la segunda de José Tomás disimulándola el 15 de Junio, en el 2009, ya han dejado fijas las 4 de toros y la de rejones y, en el presente, por si era el último, otra más, total 7 de las caras que, como está anunciado el monstruo dos tardes, está todo vendido. Por si es poco montan unos ciclos que no interesan a nadie, salvo a unos cuantos guiris y al fenicio que pone la TV a su servicio y al de su bolsa y que para lo único que sirven es para desprestigiar más, si es posible, a la plaza/espejo del orbe taurino. Pero, en este aspecto, ¿qué pasa con ese prestigio? ¿a quien importa? ¿a los aficionados? ¿a los abonados? a todos esos, ¡que les den! ¡si siguen sacando los abonos cautivos y el encubierto! Entre esta empresa y el mezquino Consejo Taurino con su Gerente al frente tragando todo, y además por unanimidad (¿prevarican?), han dejado el prestigio de la antaño primera plaza del mundo a la altura de las alcantarillas. Lo que hemos visto este año en lo que va de temporada es para que se les cayera, a cachos, la cara de vergüenza, pero ¿cómo se les va a caer si no la conocen? Una pancarta … Y otra Y por si fuera poco, el Choperita tiene la nula dignidad de solicitar la última prórroga y el Cuento de Arreglos Taurinos la desfachatez de concederla (¿prevaricación?) … ¡dame pan y llámame perro! Eso sí, los unos y los otros se quejan de los antitaurinos, pero son ellos, ni catalanes ni nacionalistas, ellos solitos, taurinos impúdicos, los que están acabando ¿o han acabado ya? con la verdad de la Tauromaquia. Y luego viene la oportunista y prepotente Presidenta de la Comunidad de Madrid, Doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, responsable de los pucherazos (¿recuerdan las “presuntas” relaciones inmobiliarias de su esposo Don Fernando Ramírez de Haro y Valdés, Conde de Murillo con Taurovent?, (leer artículo) a erigirse en “defensora de la Fiesta” y declarar a ésta “Bien de Interés Cultural”. ¡Vamos ya señora! ¡a otro perro con ese hueso! comience usted por limpiar su casa de mierda y luego podrá declarar lo que quiera, mientras tanto ¡¡¡calladita!!!. Pero todo esto, estas peticiones y concesiones de prórrogas tienen una justificación: seguir degustando sin escrúpulos el suculento pastel de la plaza, porque como hemos visto, éste, con su guinda, da para mucho. Veamos. Los cuadros que se incluyen a continuación, reflejan los ingresos por taquilla a plaza llena para los diferentes festejos y el abono de San Isidro en la presente temporada.