Asociación EL TORO de Madrid
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Tercer festejo de la Feria de Otoño. Se anunció el mano a mano de dos triunfadores de San Isidro, Miguel Ángel Perera y Paco Ureña cuyos triunfos fueron de muy diferente categoría, el primero Puerta Grande regalada sin méritos propios y el segundo abriendo la Puerta de Alcalá por derecho y a ley.
La expectación estaba servida y el público acudió colgándose el cartel de no hay billetes. Para dar más garantías a la triunfal tarde se anunciaron seis toros de tres diferentes ganaderías del gusto de la torería mandona en el escalafón, de Juan Pedro Domecq (1º y 4º), de Núñez del Cuvillo (2º y 5º) y de Victoriano del Río (3º y 6º); todos del mismo encaste para no complicar mucho las cosas. El sexto fue devuelto por extrema invalidez y salió el sobrero de José Vázquez, también del encaste Domecq. Toros muy anovillados que se salvaban por la cara, flojos, sin casta ni trapío para ser lidiados en Madrid que fueron protestados de salida; se conoce que a estas alturas de la temporada la limpieza de corrales se impone. Yo me pregunto ¿cómo se aprobaron por los veterinarios semejantes novillos..?, A firmar y a callar.
Tercio de Varas: Prácticamente no existió; tan solo picotazos sin empujar con la vara, quedándose en el peto sin empujar, toros saliendo sueltos, sin ser bien llevados al caballo, refilonazos levantando la vara no sea que el torete se caiga y aun así, más de uno salió perdiendo las manos. Eso sí, la 6º bis de Vázquez si se le picó en la segunda entrada. Una corrida prototipo del toreo actual en el que está sobrando el primer tercio a mayor gloria del tercero como quieren las figuras para desarrollar su “arte”, todo lo demás sobra.
Cuadrillas: Mención especial a la que llevó Perera por su torería y profesionalidad, destacó en la lidia José Chacón y con los palos Ambel y Arruga.
Presidencia: en el palco Rafael Ruiz de Medina que no tuvo excesivos problemas y al que la euforia del público ayudó en sus decisiones.
Tarde calurosa y lleno en los tendidos. Al final del paseíllo los aplausos obligaron a saludar a Ureña que de manera correcta invitó a Perera a que saliera también pero este comprobó que no era objeto de tal saludo y se quedó en las tablas, hizo bien.
Primer toro: Lingotazo, de 549 kgs. Flojo descastado y muy soso. Picotazo trasero sin rectificar, y picotazo bajo; se va sin picar. Silencio en mulillas.
Segundo toro: Ricardito de 524 kgs, un novillo con pitones, escurrido, flojo, sin trapío. Picotazo sin empujar, trasero y otro picotazo saliendo suelto. Se duele en banderillas. Silencio en el arrastre.
Tercer toro: Soleares,de 545 kgs. Otro novillo descastado y sin fuerzas, que no se picó, Perera le llevó al caballo al paso pero un picotazo trasero y otro al relance del que sale flojeando y al rematar el torero en su quite, pierde las manos cayendo al suelo, penoso espectáculo. Pitos al toro en las mulillas.
Cuarto toro: Indispuesto, de 550kgs. Igualmente anovillado y flojo, protestas de una parte del público. Puyazo sin empujar caído y un picotazo del que sale a trompicones para no caerse. Silencio.
Quinto toro: Portugues de 525 Kgs. Protestado de salida, sin trapío, noble en la muleta con eso que llaman ahora toreabilidad en el último tercio, es decir que va y viene; que no es picado pues solo recibe dos picotazos levantando la vara si empujar; protestas . En banderillas pierde las manos pero en el tercio de muleta se recuperó y acudió de largo sin bravura. Aplausos en el arrastre.
Sexto toro: Desgarbado, de 521 kgs. Sin trapío, novillo, con cara, muy flojo, muy .protestado. Mal llevado al caballo, picotazos perdiendo las manos, más protestas y después de cambiar el tercio, el del palco saca el pañuelo verde. Algo que los asistentes aplauden jubilosos para ver el espectáculo de los cabestros en el ruedo dirigidos por la mano sabia de Florito.
Sexto Bis: Mañanero de 531 Kgs., Con más presencia pero un manso peligroso, también flojo al que se le picó con más saña, sale de las suertes huyendo de los capotes. Silencio.
Miguel Ángel Perera, vestido de “lila y oro”. Estocada caída y trasera; ligeras palmas. Estocada baja, silencio. Pinchazo sin soltar y metisaca a los bajos, el toro se echa sin recibir una estocada, vuelta al ruedo pedida que no debió dar por dignidad cuando no se mata al toro.
Paco Ureña, vestido de “arcilla y oro”. Estocada entera y contraria. Oreja. Estocada caída. Silencio. Estocada baja al encuentro con mucha habilidad. Saludos desde el tercio.
“Cuando en las corridas de toros se acabe la emoción la fiesta habrá muerto”, esto escribía en Felix Bleu, en su magistral libro “Antes y después del Guerra” en 1913 y de manera premonitoria sentenciaba el fin de la Tauromaquia a causa del efectismo estético y la superficialidad a costa de la pérdida de la casta, fuerza y bravura del toro. Porque sin duda sin toro no hay emoción y esto no tiene sentido; eso es lo que se ha evidenciado esta tarde en la plaza. Cuando no se ejecuta la suerte de varas, cuando un torero dice que quiere a los toros “cruditos” que es tanto como decir que no se piquen, se está evidenciando que la evolución de la fiesta hoy pasa por despreciar al toro que infunde emoción y miedo para preferir animales de carretón que van y vienen, acuden al trapo sin codicia y sin embestir; pasar no es embestir. Lo peor es que esto se hace con el beneplácito de un público festivo y triunfalista que aplaude todo y que ignora las más elementales normas del toreo pero que interesa a taurinos y empresarios para seguir desnaturalizando la fiesta a beneficio de sus bolsillos.
Perera, prototipo de este toreo ventajista, beneficiado por los palcos y la prensa, ha dado todo un recital de su repertorio. En su primero anduvo frío, soso, sin ganas con pases sin mando a un torillo también soso y sin casta; faena de enfermero vulgar y aburrida. Al tercero de V. del Río, más de lo mismo. Frialdad, pega pases con el pico, aburridos, poniéndose pesado que es lo peor que puede hacer un torero cuando no hay toro delante, si bien es verdad que el torillo no merecía otra cosa. Y llegó el quinto, ¡la apoteosis¡, falto de fuerzas el toro en los primeros tercios al que probaron el matador y el peón con pases por bajo para ver si doblaba, pero el animal se vino arriba, Perera de manera inteligente lo citó de lejos y el toro cambió, acudía galopando con nobleza y dulzura, pero de casta nada de nada. Faena al uso, descargando la suerte, fuera de cacho, rematando a las afueras, faena sin hondura pero efectista que enardeció al público ante la sucesión de pases sin temple a un toro sin emoción. Señores, ¡Antoñete daba distancia a los toros pero cómo los toreaba con qué verdad! Faena llena de ventajismos y vacía de hondura muy propia de este torero que no mató al toro y de manera chulesca tras petición del público enardecido, dio una vuelta al ruedo encarándose con los aficionados que le recriminábamos el gesto. La dignidad y la torería deben estar presentes siempre y esta tarde Perera no ha estado a la altura; esa actitud un tanto chulesca de superioridad y mando, con toros de verdad. ¡Y encima se encara con los aficionados que protestamos porque queremos ver al Toro!
Ureña cuenta con el beneplácito de Madrid, se lo ha ganado por su entrega y verdad ante los toros, pero con estos ejemplares descastados y bobos su toreo pierde hondura; hay que comprender que a estas alturas de la temporada y con lo que lleva encima quiera ganaderías más cómodas pero en el pecado lleva la penitencia. Muy torero y digno el brindis que le ofreció a su compañero Javier Cortés por la cornada recibida en el ojo. Estuvo digno y con torería en su primero empezando con estatuarios rematados con trincherilla de gran sabor y el pase del desdén, tirando del toro flojo y sin casta, puso él el pellizco y el sentimiento que no ofrecía el toro; naturales, detalles toreros, adelantando la pierna y dando el pecho en una faena con gusto y detalles pero sin toro. Aun así su labor fue premiada con una oreja, a mi modo de ver premio excesivo pero en esta fiesta de hoy si no hay triunfos la gente duerme a gusto. El cuarto pasó sin pena ni gloria, poco pudo hacer a pesar de intentarlo; toro sin fuerza que topaba con la muleta, no embestía. Y salió el sexto de Vázquez, ¡si el señor Aleas levantara la cabeza¡ un buey , feo de hechuras, un marrajo manso aquerenciado en tablas con el que porfió en una faena de valor y entrega intentando sacarle de sus querencias, pero nada; a base de exponerse y gañafones logró una estocada hábil al encuentro que acabó con su sueño de abrir la puerta grande de nuevo.
Se acabó la tarde, y con ella la tauromaquia verdadera basada en tres tercios; por obra y gracia de las llamadas figuras que solo quieren animales amaestrados que acudan dóciles a la muleta, que no molesten…que vayan y vengan… ¿Y eso llamado emoción?
Es de otros tiempos.
Yolanda Fernández Fernández-Cuesta, miembro de La Asociación El Toro
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