DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Seis toros de la ganadería de El Pilar, procedente del encaste de Juan Pedro Domecq, en la línea de María Antonio Fonseca y Aldeanueva, El Raboso. Bien presentados con romana pero les faltó remate. Al quinto le salvó la cara, con dos puñales por defensa. Mansos en el caballo pero en la muleta fueron exigentes y duros de pezuña. No desagrado su juego. Varios se fueron sin torear, ya que los toreros no estuvieron a la altura. Salvo el cuarto ninguno fue de querencias. El sexto fue aplaudido de salida., fueron 619 kilos de mansedumbre pero con casta.
Juan del Álamo: De caña y oro. Bajonazo que hace el hilo con el torero, aviso. Vuelta por su cuenta. . En el tercero y por cogida de su compañero Álvaro Lorenzo, pinchazo hondo tendido, aviso y descabello. En el cuarto estocada delantera, tendida y baja entrando a topacarnero. Silencio. En el sexto estocada baja saliéndose de la suerte. Silencio
José Garrido: De azul noche y oro. Aviso pinchazo sin soltar y estocada habilidosa. Silencio. Tres pinchazos, aviso y estocada muy baja. Silencio.
Gonzalo Caballero: De rojo pasión y oro. Fue herido al entrar a matar al tercero de la tarde siendo trasladado a la enfermería para no aparecer.
Presidente: D. Gonzalo J. de Villa Parro. Aunque los aficionados venían avisados de quien ocupaba la presidencia, muchos espectadores se llevaron la sorpresa cuando lo vieron anunciado en la plaza. Se conoce que esta jerarquía no conoce lo que puede significar para la fiesta determinadas decisiones que toman algunos presidentes en los palcos y para más determinación en esta plaza, donde los aficionados viven como propios los desmanes que sufre la fiesta por decisiones interesadas de algunos presidentes.
Al no existir un análisis profundo del comportamiento de determinados presidentes, en sus decisiones claramente partidistas, tuvo que ser la exigente afición de Madrid la que pidiera la dimisión de este presidente, en un acto de plena libertad de expresión. Los responsables que permiten estos hechos, no solo no pusieron en cuarentena sus decisiones, sino que enviaron al tendido 7 una pareja de agentes, para que… Eso nos preguntábamos: Para qué.
Los aficionados no tienen nada personal con este señor, lo único que exigen es que las decisiones que se tomen vayan en concordancia con la importancia de la plaza.
Suerte de varas:
Dulcero: 585 Kg. Negro. Acudió suelto al caballo en ambas entradas. En la primera manseó y en la segunda fue castigado trasero tapándole la salida. Manso en el caballo, su juego en la muleta su juego llegó a los tendidos.
Medicillo: 589 Kg. Negro. En la primera entrada fue castigado en la paletilla y en la segunda se arrancó de largo y el piquero marcó arriba. Manso con picante en la muleta.
Medicino: 546 Kg: Negro. Tuvo que acudir cuatro veces al caballo. En todas ellas no fue puesto en suerte, ya que de la misma manera que acudía suelto, salía suelto. Manso encastado que se dejó torear hasta que se rajó.
Jacobero: 546 Kg: Negro. Acudió suelto al jaco y se dejó pegar. En la segunda vara se repuchó. Manso encastado que en la muleta estuvo por encima del torero
Canastero: 522 Kg: Colorado. En las dos entradas al montado se dejó pegar pero sin fijeza. Manso encastado.
Guajiro. 619 Kg. Colorado ojo de perdiz. Manseó en ambas entradas repuchándose, fue picado trasero y tapándole la salida. Manso y exigente en la muleta.
Cuadrillas y otros: El coso registró una buena entrada. Al terminar el paseíllo salieron a relucir en el tendido 7 unas pancartas pidiendo la dimisión del presidente, D. Gonzalo J. de Villa Parro, por decisiones desafortunadas y triunfalistas en contra de la seriedad de la fiesta. En el tendido se presentaron dos policías tratando de depurar responsabilidades cuando en realidad, quien tiene que dar explicaciones es el presidente mencionado. En el primero de la tarde destacó en la lidia, el torero de plata, Manuel Rodríguez, Mambrú. En el quinto tuvo que desmonterarse Antonio Chacón para corresponder a los aplausos del respetable en la colocación de los rehiletes. También se lució Curro Robles en el sexto.
Los aficionados ayer salimos un poco decepcionados por la labor de los toreros. Fue una pena que ninguno de los tres entendieran las condiciones de sus enemigos y la mayoría se fueran sin torear, o lo que es lo mismo, sin que los matadores le dieran la lida que cada toro merecía. Por poner un ejemplo, al quinto, un manso encastado Garrido lo recibió con muletazos por alto, en lugar de someterlo por bajo, así fue, que el animal se hizo dueño de la pelea y el torero mostró falta de mando y tomó el camino de las precauciones, ya que su enemigo se había hecho dueño de la situación. Al segundo de la tarde también cometió el error de estar toreando a un toro comercial de los admiten 200 pases sin inmutarse, pero el animal cuando se orientó le sacó los colores en el toreo en redondo. Con la muleta en la izquierda, tampoco llegó a acoplarse y su enemigo comenzó a medir sus embestidas y al volver con la mano derecha, el animal ya estaba desengañado. El torero no tuvo su tarde.
Juan del Álamo tuvo que matar cuatro toros por cogida de su compañero Gonzalo Caballero al entrar a matar al tercero de la tarde. A su primero lo sacó a los medios sometiéndolo y al comenzar la faena en redondo estuvo acelerado y sin reunir. Un aficionado le tuvo que recordar que no teníamos prisa, el toro acudía a todos los cites, pero el torero no se acoplo en ningún momento de la faena. Cuando lo intentó al natural le faltó colocación y en un descuido se lo llevó por delante, sin consecuencias, continuó por redondos con parte del público entregado pero el matador dejó escapar una oportunidad de triunfo. En el segundo de su lote interpretó un toreo basado en las ventajas de la ventaja, es decir, citando fuera de cacho y embarcando las embestidas con el pico de la muleta. El animal metía la cabeza con claridad, pero el matador solo puso voluntad. Otra oportunidad perdida. En el sexto se encontró con un toro exigente, como casi toda la corrida, y en los comienzos de la faena el animal desbordó al torero, que encontró en la desconfianza la manera de salir de la situación.
Gonzalo Caballero en el tercero logró algunas tandas de redondos citando sin descomponer la figura y cargando la suerte. Al continuar por el pitón derecho el animal se fue quedando corto y su toreo careció de remate. Al intentar el toreo al natural su enemigo ya no se mostró tan claro en su comportamiento. Al entrar a matar le pegó una cornada, que según el parte médico de la plaza, la cornada fue de 25 cm, que le afectó a la cara externa del muslo izquierdo, produciendo destrozos en el músculo tensor, de la fascia lata e isquiotibiales. A recuperarse, torero.
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