DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron seis ejemplares de la ganadería de Valdefresno, con procedencia Atanasio Fernández, Lisardo Sánchez y Puerto de San Lorenzo. Con cara, pero llenos de mansedumbre, de los no se entregan en la pelea. Salvo el primero que manseó descaradamente en el caballo, el resto aguanto el castigo del piquero, pero todos lo demás de matadero.
Daniel Luque. De rojo pasión y oro. Dos pinchazos, estocada perpendicular y descabello. Silencio. Estocada desprendida. Aviso. Saludos desde el tercio.
José Garrido: De verde y azabache. Aviso, estocada. El manso hizo hilo y tuvo que tomar el olivo recorriendo todo el albero. Vuelta al ruedo tras petición. En el quinto, estocada que escupe y estocada baja. Silencio.
Juanito, Que confirmó la alternativa: De lila y oro. Dos pinchazos, en el primero perdiendo la muleta y estocada. Silencio tras aviso. En el sexto pinchazo que escupe, estocada caída y 14 descabellos. Le dieron dos avisos. Silencio.
Presidente: D. Víctor Oliver Rodríguez.
Sin problemas en sus funciones. En el tercero hubo petición minoritaria para José Garrido, y el presidente estuvo firme en no conceder.
Cuadrillas y otros.
En tarde fresquita se celebró el 17º festejo de la feria, con un viento que en momentos molestaron a los toreros. El coso registró media entrada.
En general los toreros de plata destacaron sobre todo en los tercios de banderillas. Fue un detalle por su parte, tratar de maquillar la mansedumbre de los “Lisardos”. El picador José María El Patilla fue aplaudido cuando abandonaba el ruedo. Los restantes se dedicaron a cumplir marcando el castigo sin olvidar tapar la salida a sus enemigos, y eso que salvo el primero que manseó en el primer encuentro con el caballo, todos se dejaron pegar y no se emplearon.
La mansedumbre de los “Lisardos” no dieron opción al lucimiento de los matadores, aunque los tres pusieron voluntad, el ganado no colaboró. Como dije este tipo de encaste no suele emplearse en la pelea y no transmite emoción a los tendidos, haciendo las faenas de los matadores insulsas y pesadas y muy difícil de tragar. Fue una tarde plomiza, y para remate el portugués Juanito necesitó catorce descabellos para despenar a su enemigo. Una voz del tendido, le recomendó al ganadero que saludara al final del festejo. Yo, que me lo creo todo, tuvo que aclararme un vecino de localidad, que lo dijo de “coña”. Menos mal, que si no... Pero ojo, cosas más raras se han visto en esta feria.
El portugués Juanito confirmó la alternativa de manos de su compañero Daniel Luque. Cuando el toro de su confirmación, de nombre Manzanillo, llegó a la muleta no mostró ninguna intención de colaborar en la pelea. El matador lo intentó por ambos pitones pero lo único que hizo fue defenderse. Al final y en su intención de agradar se puso pesado. El sexto, otro manso de nombre Cantanero que se dejó pegar en el caballo, El matador se lo llevó a querencias para ver si la mansedumbre se convertía en casta y bravura. Lo único que pudo mostrar el torero fue voluntad y poca ligazón en su faena.
El primero del lote de Daniel Luque, de nombre Manzano, en el juego con el caballo el picador se olvidó de castigarlo y el toro entregarse en la pelea. Fue el preludio de lo vendría en la faena de muleta. Un animal defendiéndose con las fuerzas justas y un torero que no lo sometió por bajo, terminando soltando la cara en cada muletazo. El único pero a Luque fue que el toro no se merecía el tipo de faena que quiso hacer. También se encontró con el problema del viento. El cuarto de la tarde, de nombre Buscavísperas, metió los riñones en el caballo, pero cuando llegó a la faena de muleta sacó toda la mansedumbre que llevaba dentro. El animal anduvo suelto por el albero como si nada fuera con él. Luque trató de someterlo por bajo pero el manso no llegó a entregarse. En cuanto tenía la oportunidad salía de la pelea buscando las querencias. Al final la voluntad del torero consiguió dominar a un toro que no mereció nada de lo que el matador intentó.
En el tercero de la tarde José Garrido se encontró, para no variar, con otro manso. Su nombre, Pelotero al cual arrearon en el caballo, pero ni por esas el animal sacó algo que mereciera la pena destacar. Con la pañosa mostró algo de recorrido que hizo que nos ilusionáramos, pero el torero pacense no llegó a sujetarlo y el animal utilizó el tranco para buscar las querencias. El torero le dio tablas y allí a fuerza de voluntad logró unas tandas de derechazos y naturales que el público reconoció y que le permitió dar la vuelta al ruedo. En el quinto llamado Langosto, un manso que se dejó pegar en el caballo, Garrido lo sometió por bajo sacándolo a los medios. El animal acudía al engaño defendiéndose y casi por obligación. Terminó emplazado en querencias en el 4, y allí con más voluntad que acierto consiguió pasarlo en la muleta.
Podía haber resumido esto en una frase: Los Lisardos, Mansedumbre, mansedumbre y mansedumbre.
©Pepeíllo.
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