El negocio del toro, generalmente, lo han transformado sus mandamases a su antojo para hacer y deshacer según les vengan las ventoleras. Siempre a favor de su cartera y dándole de lado a quien lo mantiene, al aficionado. Con la absurda guerra declarada para pujar por la plaza de Málaga, como telón de fondo, los grandes mantienen un pulso por mandar y hacerse con el control. Y lo hacen por eso, en clara búsqueda de poder y mando. Nunca lo hacen para sentarse de verdad a solucionar los problemas que rodean a la Fiesta. Para rebajar el precio de las entradas y que el aficionado tenga más fácil acudir a las plazas, porque eso es tabú para ellos. Ni tampoco por promocionar novilladas y sacar nuevos toreros que traigan frescura y alicientes al escalafón. Por abrir los carteles de las ferias y no repetir cada año a unos toreros tan vistos, cuando lo novedad siempre revitalizó la Fiesta. Por devolver la emoción en el toro y transmitirla al tendido en vez de presenciar tantas veces las aburridas faenas con el torero convertido en enfermero. O motivar para que sigan vivos encastes que prácticamente han desaparecido de la faz ganadera. Son muchas cosas que se deben arreglar, pero sobre todo se debería empezar por el empresariado, manantial del que nacen mucha de la actual problemática que rodea a la Fiesta, porque ahora esas élites están huérfanas de hombres que tanto sumaron desde sus sillones de mando. Desde aquel Eduardo Pagés –por cierto era catalán-, que cambió el mundo del teatro por el de los toros, al que revolucionó; pasando por el también catalán Pedro Balañá Espinós –si levanta la cabeza se lía a garrotazos con su nieto-, Manuel Chopera –el último grande de verdad- y por medio muchos más nombres de gente importante y que hicieron las cosas con categoría para que el sol de la Tauromaquia brillase con tanta luz. Y no únicamente grandes, porque hubo pequeños y medianos empresarios de enorme categoría. Sin embargo hoy, mayormente, quienes están al frente de la Tauromaquia la promoción le importa un pimiento y así lo demuestran, convirtiéndose además en personas inaccesibles que hasta negocian ¡vía wasahp¡ en una claro despropósito. Sin ver la cara a la otra parte y cambiar impresiones, que es como se debe negociar, de tú a tú. Pero esas personas que conforman las elites taurinas y dan de lado al pelotón más bajo del mundo del toro –anda que no hay matadores modestos o novilleros a quienes ni siquiera contestan- son los primeros que no dicen nada, ni reaccionan, ante los ataques animalistas escondiéndose en sus despachos cuando deberían ser los primeros en dar la cara para frenar la locura extendida contra la Fiesta sin razón alguna. Por esa razón y ante el llamado ‘sistema’ uno siempre mantiene dudas para que se aclaren en los cielos del toro estos nublados que no dejan ver sus estrellas. Más teniendo un arte tan maravilloso y del que además de no haber sabido sacar el provecho han abusando desde sus monopolios de plazas, ganaderías y toreros para dar de lado a quien mantiene su negocio. Y además, en distintos casos, en el apartado ganadero son dueños de varios hierros, porque quien hace la ley también hace la trampa y la ley los protege para que las vacadas quedar registradas en distintos nombres. Por ejemplo este año en La Real Maestranza de Sevilla hará doblete la divisa de García Jiménez, propiedad de la poderosa Casa Matilla. Pues bien, independientemente de su resultado en la pasada Feria de San Miguel –que fue bueno-, lo cierto es que hay una sentencia en firme de la Junta de Andalucía para que un hierro de esa casa ganadera, el anunciado a nombre Olga Jiménez no pueda lidiar en la comunicad andaluza durante un periodo de tres meses además de ser sancionado con diez mil euros por afeitar al toro ‘Pelifino’, marcado con el número 38 y nacido el 4/11, que fue lidiado por El Fandi el cuatro de junio de 2015 el coso de Los Carmenes durante la Feria del Corpus. Aquel día ase mandó a analizar otro toro, que salió de toriles con los pitones muy sospechosos, pero ese toro –que correspondió a Ponce- durante la lidia se estrelló contra un burladero lastimándose aún más la masa ósea de los pitones y no pudiendo ser analizado, por lo que además hasta la fortuna se alía con estos prolíficos taurinos. Sirva este artículo para comprobar muchas realidades y tantas cosas que a los aficionados nos duelen al ver sangrar la herida de la Fiesta.
Escrito por Paco Cañamero