DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Muy mal la empresa con estos carteles
26 Agosto 2012 | Escrito por Paco Ruiz. | Fotografías de Constante
Novillada con picadores. Novillos de Villamarta, descastados y escasos de fuerzas, primero, segundo y quinto; encastados y nobles, tercero, cuarto y sexto.
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- PEDRO CARRERO: (verde y oro), estocada trasera y descabello –palmas-; pinchazo hondo que escupe, estocada que hace guardia, aviso, seis pinchazos sin soltar y estocada baja –silencio-.
- RAÚL CÁMARA: (blanco con cabos negros y oro), nuevo en la Plaza; estocada caída –palmas-; estocada baja trasera –silencio-.
- LUIS GERPE: (grana y oro), tres pinchazos sin soltar, aviso, dos pinchazos y estocada –silencio-; buena estocada perdiendo la muleta, aviso –oreja con petición minoritaria-.
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Hay días en que no es que no te sientas inspirado para contar con más o menos fortuna lo que has visto; es que como no has visto nada reseñable para contar, porque allí –en Las Ventas- hubo muy poco por el escaso bagaje que traían los toreros, pues claro, te cuesta. Pero vamos a intentarlo.
Ocurrió que, para cumplir con el trámite, la Empresa dio una agosteña novillada más, sin los mejores ánimos ni deseos, sin el menor propósito ni preocupación de servir a la afición su distracción favorita y sin respeto a la ilusión con que el público más o menos aficionado se acerca a ver el espectáculo. Se trata de cumplir sin más con las obligaciones del pliego de adjudicación y con eso basta. Claro, tampoco tienen que esforzarse mucho porque para llenar menos de un cuarto de plaza, caso de este domingo, les sobran las dos docenas de aficionados capaces de exigir. Allí había chinos, coreanos, marroquíes, americanos, guatemaltecos, italianos, alemanes, franceses, maoríes, papúes de Nueva Guinea, hindúes, dos mauritanos (a mi lado) y …de Colmenar de Oreja (Madrid), “claque” por paisanaje que acompañaba a uno de los diestros actuantes y como esta gente se conforma con nada pues la Empresa tan feliz. Y esto no es así. Este es un público de aluvión que, evidentemente, hay que respetar porque paga, pero la Empresa tiene más que olvidado que los toros son un espectáculo de y para aficionados o para crear afición. Y esto empieza, entre otras cosas con la confección del cartel, cartel que no correspondía al entusiasmo a suscitar en un aficionado. Que me perdonen los tres chicos (uno ya madurito) que lidiaron las reses de Villamarta. No va nada contra ellos concretamente. Va contra un sistema de concepción errónea. Nos debe satisfacer animar a quienes empiezan el duro y difícil camino de esta arriesgada profesión de torero, pero es que pensamos que en muchos de estos casos se da la íntima tragedia del esfuerzo inútil. Precisamente, por la enorme repercusión de la Plaza de Las Ventas, no se entiende cómo la Empresa presenta uno y otro domingo toreros “a probar” con las desventajas para el porvenir de éstos y la propia categoría de la plaza. Y no me refiero con esto a las novilladas de promoción, que son otra cosa.
A Madrid no deberían venir, ni contratarlos la Empresa, sino muchachos que tuvieran terminado su aprendizaje, porque una venida o presentación sin más ni más es malograr posibilidades. Salir en la Plaza de Madrid y pasar por allí sin pena ni gloria es cortarse de manera tonta una carrera que en su tiempo y con otras seguridades pudiese ser brillante. Esta plaza no debería ser - y es responsabilidad de la Empresa - una plaza de ensayos ni probaturas. Jugar a la lotería primitiva produce ilusión, pero no será nunca una base segura para lograr un cambio de vida. Como la gente, aunque poca, va a la plaza, la Empresa se olvida de conciliar entusiasmos y ofrecer otros carteles. Dar facilidades a toreros como los de este domingo, sin técnica, recursos y escasamente placeados es un deber para profundizar en la búsqueda de nuevos valores, pero estas facilidades en plazas menores, no en Madrid. Madrid no debe ser la criba, los valores deben llegar aquí ya cribados y con una garantía mínima. Signo evidente de la decadencia del prestigio de la Plaza de Madrid se encuentra en el crecido número de novilladas veraniegas que se organizan en los últimos tiempos con carteles nutridos de modestos novilleros a los que en condiciones normales les habría costado antes mucho esfuerzo hacer aquí el paseillo.
Bueno, pues lo que ha pasado este domingo es que se han anunciado tres novilleros que - según programas de mano - totalizaron en conjunto trece festejos en la temporada pasada, por más que la Empresa se empeñe en disimular y justificar con la participación de éstos en certámenes nacionales y allende las Américas, oportunidades, bolsas, bolsines, encuentros internacionales de escuelas, novilladas nocturnas y de ahí directamente a Las Ventas. Y pasa lo que pasa: salieron seis novillos de impecable presentación, bonitos de estampa, cabezas cómodas, un carbonero y un berrendo de capas preciosas, tres de ellos encastados y nobles sobre todo el que hacía sexto y … la falta de conocimiento de los toreros (todos ellos con la faena preparada), experiencia y recursos acabó viéndose.
Pedro Carrero, muy poco placeado y con ocho años y medio en el escalafón, en su descastado primero, muy mal lidiado y peor picado con tres picotazos a lo que salga (dos por el picador de reserva al no haber quien lo sujetara), pues a la vulgaridad a que estamos acostumbrados. Derechazos y más derechazos, toro al suelo incluido, dos tandas de naturales, enganchón va y viene y el consabido desplante final. Su segundo, bien picado con dos puyazos frente a chiqueros y banderilleros como para despedirlos, lo descubrió por noble. El novillo iba y venía humillando sin hacer un extraño, pero él no lo llevaba, acompañaba la embestida con pases a media altura cuando le estaba pidiendo que bajara la mano, pero claro, no lo sabía y al final después de pasarlo no sé cuántas veces se le fue sin torear, como diría el aficionado conspicuo (de nada D. Joaquín) de la grada del 8.
Raúl Cámara se llevó el peor lote. Dos novillos escasos de fuerza y descastados que acudían al caballo calamocheando y sin entregarse a cambio de dos picotazos, más que puyazos, cada uno. Reseñar el sainete que en su segundo toro dieron los peones con las banderillas. En la muleta entraban rebrincados y cabeceando, defendiéndose por la falta de fuerzas aludida y el torero sin saber ni poder corregirles en lo posible el defecto. Había que poderles, machetearles de inicio, pero en interpretación del toreo moderno se empeñaba nuestro buen hombre en estirarse con ellos, con las lógicas consecuencias de los sustos, del enganchón y la pérdida de la muleta.
Fue Luis Gerpe el más afortunado de la tarde en cuanto a los toros que le cupieron en suerte, sobre todo en su segundo, encastado, repetidor, noble, seguía la muleta como si le oliera a Armani, pero ¡ay!, el chico no está a la altura porque, aunque las dos series con la izquierda no le salían mal, eran más que aceptables, estaban por debajo de las exigencias y de lo que el toro le pedía; en todo caso le salían bonitas pero insustanciales. El novillo merecía que se colocase el diestro en su sitio, irse al otro pitón, traérselo y rematar atrás, pero claro, esto es lo que falla aunque, eso sí, no se privó de acabar con las consabidas y jaleadas bernardinas al uso. Total, que la buena estocada, aún perdiendo la muleta, le valió la oreja gracias a los escasos pañuelos y la bondad del Presidente, hoy don César Gómez. Había tomado este toro dos muy buenas varas de un picador con oficio - Luis Carlos Pedroza se llama -, bien, francamente bien, empujando, empleándose con fijeza y derribando en la primera.
No fue el caso de su primer novillo, precioso de lámina y capa que no se merecía, aunque solo fuese por eso, el puyazo trasero, rectificando doblemente que con saña y a la grupa del caballo le metió el piquero de turno. Menos mal que en el segundo encuentro se limitó a señalar porque si no lo hubiera dejado hecho una hamburguesa. Buen inicio con la derecha con tres muletazos de rodilla flexionada y rematados con gusto. El novillo es noble, muy noble y aunque maneja con cierta soltura la muleta y lo torea porque con la calidad de ese toro no tiene más remedio, si se cruzase más y lo hubiese llevado más toreado no se habría quedado corta la embestida como sucedía en la mayoría de las ocasiones. Los ayudados por alto con que acabó la faena tuvieron sabor, la verdad. Sus dos novillos estuvieron por encima de él y lo que decíamos, este chico, muy joven, si hubiese estado más placeado (para eso están los pueblos, las portátiles, las plazas de tercera, los festivales) y se encuentra con los toros que le han salido nos habría dejado más satisfechos. Su apoderado y mentores verán lo que le conviene.
Y lo dicho, señores empresarios, no vayan a lo fácil y estricto cumplimiento en cuanto a número de festejos del pliego. Retomen la afición y ofrezcan carteles en condiciones.