
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Viernes 2 de mayo de 2025, fiesta de la Comunidad de Madrid. Corrida de toros, con la singularidad de que los actuantes visten trajes que intentan trasladarnos a la época de Francisco de Goya, por eso se le añade el adjetivo de goyesca.
Quedo una tarde soleada con nubes, después de un buen chaparrón de agua en la previa del festejo. Temperatura primaveral agradable.
El público llenó cerca de los tres cuartos del aforo de la plaza de Las Ventas.
Se anuncian tres toros de la ganadería de Baltasar Ibán y tres toros de la ganadería de Algarra, estos procedencia Juan Pedro Domecq y Díez.
En conjunto, toros serios de cara, de variada presentación, sin rastro de la bravura que se les debe exigir a los toros de lidia.
Francisco José Espada (Blanco e hilo negro). En su primero, el segundo de la tarde, lo intento con la muleta. Fijó al toro al inicio de la faena con pases de tanteo, pero en las muchas tandas de pases con la derecha, y una con la izquierda, que dio, en ningún momento le bajo la muleta al toro. Faena sin alma, sin transmisión. Entra a matar sin bajar la muleta, pinchazo sin soltar. Accidentado segundo encuentro sin clavar el estoque, el toro el echa la cara arriba y el torero recibe un fuerte varetazo en la cara. Lo intenta otras cuatro veces sin clavar el estoque en el astado. Recibe un aviso. Decide coger el descabello con protestas desde los tendidos 7 y 6. Termina con la vida del toro en su primer intento con el verduguillo. Silencio.
Recibe a su segundo con tres largas cambiadas y un par de verónicas. Binda la muerte del toro al respetable. Toda la faena con la muleta la hace a media altura, sin intentar bajar la muleta. Fuera de sitio, sin templar los pases y sin mandar sobre la embestida del astado. Es una faena sin emoción ninguna. Recibe un aviso. En la suerte de matar, le deja media estocada perpendicular en todo lo alto. Mata al toro al tercer descabello. Silencio.
Álvaro Lorenzo (Caña e hilo oro). Brindó al público la muerte de su primer toro. Faena sin ligazón, abusando de la ayuda del estoque simulado, con enganchones continuos, sin temple alguno, fuera de sitio, sin mandar en la embestida del toro. Faena sin emoción alguna. Finaliza la faena con unas bernardinas que arranca los aplausos de gran parte del público, probablemente de ese público bisoño. Estocada en lo alto y desprendida, que tiene un efecto inmediato en la muerte del toro. Oreja, benévola por parte del Presidente del festejo, muy protestada por parte del público aficionado habitual en el coso venteño.
En su segundo, empieza la faena con derechazos por abajo para fijar al toro. Faena a media altura, echándose al toro hacia fuera. Liga alguna tanda, pero predominan los pases sueltos, de uno en uno. Faena sin ritmo ni emoción. Es verdad que el toro tampoco transmite emoción alguna, pasa sin más a los toque de muleta como buenamente puede. Aviso antes de tirarse a matar. Fuera de la suerte, mata al toro de una estocada caída y trasera. Petición de oreja por parte de ese público festero y conformista, que esta vez el Presidente no concede. Seguramente esta faena fue más meritoria que la de su primer astado, pero concederle una segunda oreja con salida por la Puerta Grande hubiera sido un premio excesivo. Da la vuelta al ruedo con las protestas de los tendidos 6 y 7.
Diego García (Espuma de mar e hilo negro), que confirmaba su alternativa como matador de toros. En el toro de su confirmación y que abría plaza, no tuvo opciones. Pinchazo y una estocada baja, que fue acompañada de palmas de protesta. Silencio.
A su segundo lo recibe con unos lances con el capote. Deja al toro en suerte en los dos encuentros con el caballo. Brinda el toro al respetable. Fuera de sitio, toreando al hilo, lo mejor de los muchos pases que dio, fueron unos naturales. Pincho tres veces antes de introducir una estocada desprendida para terminar con la vida del toro. Recibió un aviso. Silencio.
Presidente: Víctor Oliver Rodríguez. Se dejó influir por el público bullicioso en la concesión de la oreja que le concedió a Álvaro Lorenzo, que no se merecía ni por la lidia al toro ni por la suerte de matar que ejecutó. Y como rectificar es de sabios, no concedió el trofeo en el quinto de la tarde en circunstancias muy similares.
Tercio de varas: Por enésima vez en la plaza de toros de Las Ventas, anodino el tercio de varas. Salvo al sexto de la tarde, no se puso en suerte a ningún toro. Las puyas cayeron, en la mayoría de los casos, traseras. Los toros, carentes de bravura, se dejaron picar.
Cuadrillas: A destacar las lidias que se hicieron a todos los toros por Iván García (2º), José Luis Triviño (4º), Juán José Dominguez (3º), Andrés Revuelta (5º), Juan Carlos Rey (1º) y Venturita (6º). En banderillas destacaron Iván García en su segundo par al cuarto de la tarde, y Juan Carlos Rey en su segundo par al sexto de la tarde.
1. ESPEJITO (Baltasar Ibán) (04/21), número 50, NEGRO, 562 Kg. de peso. Toro serio, corniveleto, bien rematado.
Desde su salida al ruedo, el toro no mostró casta alguna. En sus encuentros con el caballo no se empleo en ningún momento, dejándose picar. Justo de fuerzas, sin fijeza en la muleta, mostró su mansedumbre a lo largo de la faena. En el arrastre se oyeron algunos pitos.
2. BASTONITO (Baltasar Ibán) (02/20), número 73, NEGRO, 526 Kg. de peso. Toro muy serio, con trapío, amplio de pitones, astifino.
Con la cara a media altura en sus embestidas a los capotes, sin fijeza. En el caballo echa la cara arriba. Como el primero no se emplea y se deja picar. En la faena de muleta con la cara arriba, a media altura, el toro no se emplea en ningún momento. Silencio mayoritario, con leves aplausos, en el arrastre.
3. RICACHÓN (Toros de Algarra) (11/19), número 24, COLORADO OJO PERDIZ, 587 Kg. de peso. Toro bien rematado, musculado, bizco de cuerna.
Sin fijeza en sus encuentros con el capote, saliendo suelto. Entra al caballo con la cara baja, pero no se emplea y se deja picar. Encastado, tuvo fijeza en la muleta. Aplausos en el arrastre por parte del público inexperto, silencio entre los aficionados.
4. ZAMORAMO (Toros de Algarra) (11/19), número 7, SARDO, 525 Kg. de peso. Serio de cara, corniveleto, escurrido de los cuartos traseros. Con movilidad y fijeza desde su salida de toriles. No se emplea en el caballo. Rebrincado en sus embestidas, si no se le obliga tiende a llevar la cara arriba. Silencio en el arrastre.
5. CAMARITO (Baltasar Ibán) (04/21), número 69, NEGRO LISTÓN, 527 Kg. de peso. El de menos caja de la corrida, justo de presentación, cornidelantero. De su primer encuentro con el varilarguero, sin emplearse, sale suelto. Tampoco pelea en su segundo encuentro en el caballo. Justo de fuerzas. Calamochea en sus embestidas. Pitos en el arrastre.
6. PACHUCHO (Toros de Algarra) (12/19), número 46, CASTAÑO, 562 Kg. de peso. El mejor presentado del festejo, corniveleto. En el caballo se deja pegar. El segundo puyazo, es un picotazo. Embestida pastueña. Sigue los engaños bajando la cara. Silencio en el arrastre.
Asistió al festejo la Presidenta de la Comunidad de Madrid que vio la corrida desde un burladero del callejón. Francisco José Espada le brindó la muerte de su primer toro y Álvaro Lorenzo hizo lo propio con su segundo (quinto de la tarde).
Decepcionante el comportamiento de los toros de la corrida del 2 de mayo. En el caballo no pelearon por falta de bravura. Pero independientemente de esto, los profesionales siguen sin hacer las cosas bien. Ni colocan en suerte a los toros, ni se les pone la puya en el lugar apropiado, ni se mide el tiempo del puyazo.
Y de las faenas poco que destacar, si los toros carecen de casta, que unido a la falta del temple en los manejos de capotes y muletas, hacen anodino el espectáculo para los aficionados habituales. Faenas interminables. Ayer, se dieron cinco avisos, cinco!!!, en cinco de las seis lidias, para no sentir ni un minuto de emoción. Solo disfrutan quienes como en el día de ayer, acuden con su entrada de regalo, donde todo es aplaudir.
Y de la suerte de matar, ni hablamos. Se llaman matadores de toros, pero matar, matan muy mal los toros. El alargar las faenas innecesariamente, no ayuda en nada en la ejecución de la suerte suprema.
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