DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
En tarde del típico bochorno veraniego, se lidiaron 6 astados de diferentes ganaderías con motivo de la encerrona de Paco Ureña: La Ventana del Puerto (falto de trapío, mal rematado), Domingo Hernández (bien presentado), Adolfo Martín (bien presentado), José Vázquez (muy bajo, pero falto de armonía en sus hechuras), Juan Pedro Domecq (extraordinariamente mal presentado, fue devuelto por inválido), Conde de Mayalde (sobrero que sustituyó al de Juan Pedro Domecq, muy serio por delante y bien comido) y Victoriano del Río (anovillado, muy despegado del suelo). Según la empresa, fueron 19.992 espectadores los que se dieron cita en el coso venteño.
Rotunda ovación sin finalizar el paseíllo para Paco Ureña con motivo de su encerrona en Madrid. Seguramente algún arenero pensaría que era para él por el buen desempeño de sus funciones.
Paco Ureña (grana y oro): 1º: media en lo alto, 3 golpes de descabello. Silencio. 2º: media tendida en lo alto. Saludos. 3º pinchazo, casi entera con habilidad atravesada, 11 golpes de descabello. Pitos. 4º: 3 pinchazos y estocada en lo alto. Silencio. 5º bis: buena estocada. Oreja. 6º: pinchazo y bajonazo. Saludos.
Presidencia, D.Jesús María Gómez Martín: mal, para no perder la tradición. Aprobó cuatro animales que no debieron ni descargarse del camión, teniendo su colofón en el herrado con el hierro de Juan Pedro Domecq, que será recordado como uno de los toros peor presentados en mucho tiempo. El toro de Madrid existe, pero por Madrid rara vez aparece, basta con decir que el mejor presentado fue el sobrero que lleva por el coso de la calle Alcalá desde primeros de feria. Además, mantuvo en el ruedo al primero de la tarde, un inválido de libro que no podía con su alma, pero que no se cayó “las 7 veces reglamentarias” para poder ser devuelto.
Sin embargo, sí que mantuvo el rigor que exigimos al palco de la Primera Plaza del Mundo obligando a entrar una tercera vez al manso de José Vázquez al considerar que 2 picotazos no son 2 puyazos.
Cuadrillas: tarde apática de los de a caballo y los de plata, donde solo destacaron Andrés Revuelta, Alberto Sandoval y Juan Melgar.
Otros: tarde para el recuerdo en Madrid, pues supone un punto de inflexión a un coso a la deriva. Ya no se puede caer más bajo (esperemos). El descenso de aficionados a la tauromaquia es directamente proporcional al aumento de público festivalero que se sienta en los tendidos, donde prima el alcohol, el éxito de los de luces y el hacerse notar. Cualquier protesta de un aficionado en pro de un mejor espectáculo ya se responde con un insulto recordando a la madre del protagonista, denotando su supuesta falta de inteligencia o con un señalamiento como al que roba un bolso en pleno centro de Madrid, cosa que debería ser apercibida de expulsión por parte de las autoridades y acomodadores como se señala en el Artículo 34 del Reglamento Taurino.
Este párrafo podría perfectamente ajustarse a lo vivido días anteriores, pero por lo que sucedió en la lidia del 5º bis, esto supone el colofón a la decadencia del coso venteño. Tras la primera serie con la muleta al 5º bis, comenzó el diluvio universal y el público huyó despavorido para refugiarse en el interior del coso. Volviendo al Artículo 34 del Reglamento Taurino, en este se indica que “Los espectadores deberán permanecer sentados durante la lidia en sus correspondientes localidades” y que “Los espectadores no podrán acceder a sus localidades ni abandonarlas durante la lidia de cada res”. Los acomodadores en ningún momento velaron por la seguridad del espectáculo y permitieron el desaloje de la plaza durante la lidia del de Conde de Mayalde. No hace falta recordar que el peligro de avalancha existe en esta situación y que sus consecuencias pueden ser fatales.
Para más inri, tras el estoconazo que propició Paco Ureña al sobrero, comenzó una lluvia de almohadillas aún con el toro en pie, algo insólito en esta plaza. Las Ventas queda con pronóstico reservado y será el futuro quien dictamine si hoy se la hirió de muerte. Por último, recordar a las autoridades y acomodadores que pueden, deben y están obligados a expulsar a aquellos pseudoaficionados que lancen al ruedo almohadillas desde cualquier parte. Y si tienen que abandonar la plaza 1000 personas, más anchos estaremos.
Parafraseando el título de la novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez publicada en 1981, “Esto es la crónica de una muerte anunciada”.
1º BARBACLARA (La Ventana del Puerto) – Negro – nº 108 – 544 kg – 01/18:
En la primera vara, acudió sin colocar para recibir un puyazo trasero. Se deja pegar agarrando al caballo por los pechos. Para favorecer que el inválido Barbaclara permaneciera en el ruedo, en la segunda vara se le propició un picotazo trasero donde el astado no se empleó. Pitos.
2º CHUMBO (Domingo Hernández) – Negro – nº64 – 538 kg – 11/16:
Va de lejos de corrido en el primer encuentro, recibiendo un puyazo casi en la yema. Se deja pegar. En la segunda entrada, de cerca, recibe una vara en el mismo sitio, dejándose pegar. Palmas.
3º MONERÍA (Adolfo Martín) – Cárdeno – nº1 – 539 kg – 03/17:
En el primer encuentro, sin colocar, se le mete debajo del caballo y se le pica en el sitio, dejándose pegar. La segunda vara cayó baja, realizando el toro una nula pelea. Pitos.
4º PEREGRINO (José Vázquez) – Negro – nº73 – 531 kg – 12/16:
Difícil de picar por su fácilmente reconocible mansedumbre. Picotazo trasero en la primera entrada del que sale huyendo, picotazo trasero en la segunda, echando el caballo adelante porque no acude y picotazo bajo en la tercera con el caballo nuevamente hacia adelante. Pitos.
5º BIS HORTELANO (Conde de Mayalde) – Castaño – nº24 – 530 kg– 09/16 :
Primera vara traserita, donde cumple sin estridencias. En la segunda vara, se deja pegar recibiendo un picotazo en lo alto. Palmas.
6º DISPARATE (Victoriano del Río) – Negro listón salpicado – nº94 – 536 kg – 02/17:
Derribó al caballo de querencia tras escaparse de las telas de los peones en un fuerte choque. En el primer puyazo, cumple recibiendo un puyazo en la yema. En la segunda entrada, se repucha tras recibir un puyazo en el sitio. Pitos.
Analizar la tarde de hoy sin contextualizar el actual momento que atraviesa Paco Ureña sería como empezar a atarse uno los cordones sin siquiera ponerse los zapatos. El diestro anunció su encerrona en un momento en que las empresas han dado la espalda a un Torero que ha dejado su sello en las plazas más importantes del panorama actual. La dichosa pandemia enfrió a un sistema en el que siempre sobró y en el que quiso hacerse hueco.
Fuera de Valencia y entrando por la vía de la sustitución en Sevilla, el murciano quiso jugarse su carrera a una carta anunciándose con 6 toros en Madrid in extremis (pues en la presentación de los carteles de San Isidro, ni siquiera aparecieron las ganaderías a lidiar). Cuando aparecieron: decepción. Ya todos sabemos por qué. Y sin saber el por qué de tal elección, aquí nos plantamos en el día de hoy, con un conjunto de animales que pusieron la tarde gris desde el principio por su presentación.
El primero, el de La Ventana del Puerto, fue un animal completamente inválido que ya mostró su falta de facultades físicas en un primer estiramiento a la verónica. Tras unos estatuarios por alto y unos estimables pases, el toro mostró que le faltaba de todo y no le sobraba de nada. Lo intentó de aquella manera, pues mantuvo durante la faena al toro bien lejos de la bragueta y le propició una faena de enfermero de esas que nunca calan en Madrid.
Con el de Domingo Hernández sí que hubo más conexión y ambos protagonizaron un vistoso quite por chicuelinas que fue uno de los mejores momentos de la tarde. Al alza con este segundo, realizó unos estimables estatuarios por alto y una buena serie al natural. Calentándose el asunto, este se empezó a enfriar tras esta serie, pues el de Domingo Hernández se fue apagando poco a poco hasta que dijo basta. Sí que hubo algún muletazo con la diestra que se debe mencionar, pero se puso la cosa tan cansina que mejor es pasar página. Siguiente.
“Monería” se llamaba el reservón toro de Adolfo Martín, que solo tuvo de simpático el nombre. Tras una capea en el segundo tercio digna de un pueblo de los más rurales de Castilla, el toro se fue enterando de cómo iba el asunto y se fue adueñando del ruedo. Todos los allí presentes corriendo como liebres y dejando la papeleta al bueno de Paco. Este tuvo en su mano poder hacer una faena de épica, difícil y honrosa tarea, pero el diestro optó por tirar por la calle de en medio en cuanto pasó el tiempo necesario para justificarse. En ese tiempo, el de Adolfo, le hizo un escáner por completo al matador; tanto es así que al final no atendía al rojo de la muleta sino al brillante vestido de luces de quien la portaba.
Con el torpedo de José Vázquez, qué bajo era y qué lomo tan recto tenía, la tarde empezó a ponerse cuesta arriba. No se puede rescatar algún muletazo estimable, pues el toro se ahogó pronto y porque desde siempre, Paco ha sido más de que le embistan los toros a que él los tenga que embestir. Vamos, que no le sirvió.
Y qué decir del quinto… ¡Ay con el quinto! Una tormenta veraniega salvó la cosecha. Mientras el público huía alocado por la llegada del diluvio, Paco vio opciones a su oponente y le exprimió con muletazos en redondo por ambas manos en los que sacó algún muletazo estimable, especialmente aquellos en los que su oponente no se venía abajo (que no fueron pocos). Muy jaleados por un público festivalero al que le hizo gracia que lloviera mientras se toreaba, el cual años atrás criticó, en el mismo tendido, una faena con un tal Cuba II del que muchos se acordaran por lo forzada de la compostura del diestro y el despatarre tan feo que tuvo, lo mismo que hoy se vislumbró.
Con el descastado sexto se debió jugar la Puerta Grande, pero el animal sirvió para lo que sirvió, esto es, nada. Así pues, no se puede afirmar que la apuesta saliese mal, porque algo de contenido tuvo, ni que saliese bien, porque rotundidad no tuvo. Digamos que la moneda no cayó ni de cara ni de cruz: cayó de canto.
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