Ganadería. 5 toros de Charro de Llen, encaste Atanasio Fernández y un remiendo de Fuente Ymbro, lidiado en quinto lugar. La corrida estuvo muy mal presentada, sin trapío y sin cabeza, ganado impropio para una plaza de esta categoría, donde el lidiado en quinto confundió a los aficionados que creyeron que se trataba de una novillada. Enrique Ponce. De grana y oro. Pinchazo y estocada caída que vale Saludos. Estocada trasera tras aviso. El toro tarda en caer. Dos orejas. David Fandila, El Fandi. Estocada tendida, trasera y caída. Dos orejas. Estocada trasera y desprendida. Dos orejas. Morenito de Aranda. Pinchazo sin soltar y bajonazo. Oreja. Tres pinchazos, estocada tendida Aplausos. Presidente: José Manuel del Barco Barriuso. Accedió a la petición de los matadores a cambiar el tercio de varas con solo una entrada al caballo, privando con ello a los aficionados de esta bella suerte cuando se ejecuta con rigor. En el tercero y el cuarto cambio el tercio de banderillas con solo dos pares. Posiblemente el problema es que los animales no estaban para más exigencias. Siete orejas concedió el usía, dejándose llevar por el excesivo triunfalismo de un público generoso. Suerte de varas: En esta suerte es donde el toro da la medida de sus condiciones. En esta ocasión prácticamente no existió, solo acudieron al caballo una vez y el castigo que recibió cada burel fue un picotazo, que en algunos casos no llegaron ni a sangrar. De esta manera fue imposible que el aficionado pudiera sacar conclusiones respecto a su comportamiento Una pena que gran parte del público no defienda esta suerte y se limite a protestar en cuanto el toro acude al caballo, sin tener en cuenta que es necesaria. Tres cuartos de entrada poblaron los tendidos en la segunda corrida de feria. Enrique Ponce en sus dos faenas mostró el pasado, un pasado que ha calado en el toreo actual en cuanto a la interpretación que el torero de Chivas ha dejado como estela. En su primero un blando enemigo que se quedaba corto en las embestidas el torero no dejó de presentarle el pico para embarcarlo en la muleta y sin cruzarse en ningún momento, ni su toreo ni su experiencia caló en los tendidos. En el cuarto no se olvido el coleta de citar con el pico de la muleta, lo lleva en los genes, y fuera de cacho, llenando la faena de vulgaridad. El animal a pesar de blando, fue un carretón. No se podía pedir más en comodidad, torero. Un público generoso luchó con la presidencia para conseguir las dos orejas. El quinto de la tarde, llevaba marcado el guarismo 2, y aunque el año ganadero viene marcado de junio a junio, el trapío del burel, más propio de un utrero, hizo dudar a los aficionados de la credibilidad de los veterinarios. A pesar de ello sacó algo de genio que puso en algunos momentos en evidencia a El Fandi, que tuvo que sacar a relucir los recursos trapaceros y adornar su faena con detalles que poco tenían que ver con el toreo, pero que llegó a una parte de los tendidos, como fue el de la chapela. Su toreo de muleta consistió en pases al hilo del pitón, sin ligar ninguna serie y a pesar de que su enemigo iba y venía a sus citas, no consiguió muletazo alguno digno de recordar. En su primero, un animal blando, su toreo al natural estuvo falto de colocación, citando fuera de cacho, sin mando y rematando los muletazos para fuera. Cierto es que su enemigo no le permitió muchas exigencias. Este es el toreo del presente llevado a su máxima expresión Trató de lucirse en banderillas pero a su manera, luciendo unas condiciones físicas envidiables para muchos deportistas, pero de los ocho pares que colocó, solo consiguió ganarle la cara al toro en uno de ellos. Corto bagaje, torero. En esa ocasión Morenito de Aranda representó el futuro que desean los aficionados, y a pesar de tratar de complacer a todos los gustos que poblaban los tendidos, a su toreo nunca le falto la hondura que merecía la ocasión, y que debe ser la base de la fiesta. Pero hay que venir con toros que transmitan, Morenito. El acero le privó de acompañar a sus compañeros en su salida por La Puerta Grande. Recibió de hinojos a su primero, con muletazos templados que remató con un soberbio pase de pecho de pitón a rabo. El toro comenzó a quedarse corto, pero el arandino no se arrugó en ningún momento, aguantando parones acompañándolos con algunos detalles vistosos. Sin embargo su toreo al natural estuvo llenó de altibajos, no consiguiendo acoplar su muleta a las embestidas de su enemigo. A pesar de ello estuvo por encima del astado. Su segundo le presento el problema de la escasez de fuerzas, hecho que hizo que el toro estuviera defendiéndose en la pelea, pero el torero le tomó la medida, realizando un toreo sin descomponer la figura, ligando algunas series de redondos. Aunque al natural lo intentó, el toro no tuvo recorrido. De nuevo estuvo por encima del toro. Remató la faena con unos muletazos mirando al tendido. Después el acero le jugó otra mala pasada.