DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Tres toros de Garcigrande (1º,2º y 3º) y el resto de Juan Pedro Domecq (4º, 5º y 6º). De correcta presentación, los seis animales, comerciales como seña de identidad, tuvieron un comportamiento similar durante la lidia en la que la falta de transmisión en la embestida volvió a ser la seña de identidad de estas ganaderías. La falta de casta y fuerza protagonizaron la primera corrida de la Feria de Otoño. A sabiendas de la nobleza y la falta de casta del astado, se les cuidó en el tercio de varas para que llegaran con las energías justas a la muleta para no caerse y no dar muchos problemas a los matadores.
Enrique Ponce (de lila y oro): pinchazo, media estocada baja y dos descabellos (silencio); buena estocada (dos orejas).
David Galván (de verde y plata): trasera y caída, descabello (aviso) y dos descabellos (saludos), dos pinchazos y estocada atravesada (silencio)
Samuel Navalón, confirmación de alternativa (de lila y oro): aviso, pinchazo, estocada atravesada y tendida (dos avisos) y dos descabellos (saludos); estocada tendida (oreja)
Presidente D. José Antonio Rodríguez San Román. La empresa lo utilizó como cabeza de turco para el teatrillo en el día de la despedida de Enrique Ponce de Madrid. Tiró de triunfalismo y concedió dos orejas a una faena insulsa para que el diestro de Chivas saliera a hombros de Las Ventas. Al estar tan barato el premio, Samuel Navalón también paseó una oreja de muy poco peso al sexto toro de la tarde. Es cierto que, atendiendo al reglamento, hizo lo correcto al no devolver al primer toro de Enrique Ponce y segundo de la tarde al partirse en el peto del caballo el macizo del cuerno.
Cuadrillas: El banderillero Fernando Sánchez se desmonteró con un buen par en el cuarto toro de la tarde.
Se abrió el telón en Las Ventas y comenzó una película ya vista hace un año con la marcha de El Juli. Guionizada y orquestada desde el primer momento, Enrique Ponce debía salir por la Puerta Grande en su despedida de Madrid. Fiel a su estilo ventajista, el diestro de Chiva se enfrentó a dos toros hechos a su medida: nobles, fáciles, flojos y carentes de emoción. La Feria de Otoño ha comenzado con un pastelón diseñado para los paladares más sencillos. El pico, el populismo y la cursilería volvieron a florecer ante su último rival en Madrid, que pasaba y pasaba por la muleta sin peligro alguno y con la energía justa para no desplomarse en el albero. El matador abrió su quinta Puerta Grande de una plaza que nunca fue suya.
Sin colocación, abusando del pico y con muletazos de poca transmisión y profundidad, para rematar con circulares populistas de nulo sentimiento, Ponce terminó con una correcta estocada. Dos orejas y fin de la función. Como nos tiene acostumbrados, se volvió a dejar en un segundo plano el prestigio de la plaza, y lo artificial y vulgar marcó una despedida ante un borrego de poca malicia. Ponce se dio un baño de masas ante un público triunfalista y un presidente cómplice.
Menos mal que tuvo dos oportunidades para cortar orejas, porque su primer toro se partió el macizo del cuerno y tuvo que acortar la faena ante las protestas del público. Con Requiebro, el toro de su despedida, únicamente fue un simulacro de lo que se ha convertido la plaza de Madrid: la falta de criterio y verdad envuelta en un sentimiento forzado.
Samuel Navalón, que confirmaba alternativa, cortó una oreja de poco peso en el sexto de la tarde. Un premio asequible después de las dos orejas que cortó su paisano. Tras un revolcón y una tanda de bernadinas, tenía al público en su mano y, otra vez, el presidente cedió. El joven diestro valenciano estuvo mal en su primero. Intentó acoplarse, pero no consiguió convencer al público tras más de 70 muletazos. Sonaron los dos avisos y se deshizo del animal como pudo.
Galván, que volvió a Madrid después de un gran San Isidro, mostró maneras, pero la fortuna no le sonrió ante unos toros que se rajaron rápidamente. Tanto toro como torero no quisieron saber nada el uno del otro y pasaron sin dejar rastro de sentimiento en la piel de los aficionados.
Las despedidas no deben ser una garantía de Puerta Grande. Flaco favor hacemos a la tauromaquia si esto se convierte en tradición. Ponce se marcha, pero sus maneras se quedan.
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