DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Novillos de Fuente Ymbro; justos de presentación, mansos, descastado el tercero y nobles en general.
Juanito (azul celeste y oro); estocada desprendida y descabello (silencio); estocada desprendida -aviso-, descabello (palmas).
Antonio Grande (blanco y oro); pinchazo soltando, metisaca -aviso-, estocada caída (palmitas); tres pinchazos hondos -aviso-, descabello (silencio).
Diego San Román (malva y oro); estocada desprendida (palmas saludando desde el tercio); estocada trasera -aviso- (ovación)
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito. Pasó desapercibido.
Suerte de varas: vamos mejorando y no es que no se viniesen los picotazos, toro rebrincado sin poderlo sujetar, el puyazo bajo, algún que otro apuntando a los lomos -parece mentira Tito- pero también hay que reseñar la corrección y sobriedad de Antonio Palomo de la cuadrilla de Juanito en el cuarto novillo y la muy buena vara de Tito Sandoval cuando hacía puerta.
Cuadrillas: solo recordar los dos buenos pares levantando los brazos de Juan José Trujillo en el tercero y de Alfonso Gómez en el cuarto, empañados como ya es habitual por la consiguiente toma del olivo; no hay peón que salga andando de la suerte.
Hicieron el paseíllo Juanito, titulado por la Escuela Taurina del Patronato de Turismo y Tauromaquia de la Diputación Provincial de Badajoz, Antonio Grande, titulado por la Escuela Taurina de Salamanca y Diego San Román con estudios en la Escuela Taurina de Sevilla y posteriormente titulado por la Escuela Taurina de la Comunidad de Madrid José Cubero, Yiyo, que con sus flamantes diplomas y a juzgar por lo visto esta tarde han salido muy mal educados de tales centros académicos taurinos. Bueno, si quieren ustedes y por resultar duro podemos matizar lo de la educación si referimos la palabra a la cortesía y urbanidad, ya que de esto hicieron gala; no hubo más que verlos brindando al público sus primeros toros y sus elegantes formas de despedirse de presidente y asistentes al finalizar la corrida.
Digamos entonces y eso no me lo puede quitar nadie lo mal enseñados que estos chicos salen de las Escuelas. Y es que en las Escuelas no se aprende porque entre otras cosas el toreo no se puede enseñar. El toreo se siente y luego en su particular forma de sentir el torero lo muestra. Y así, excepto en raros y contados casos los muchachos salen licenciados en mediocridad, uniformidad, conformismo, en darse importansia ante el toro, en una falsa técnica que hace que todas las faenas sean iguales y de una monotonía que desespera al aficionado. Hoy salen a torear estos muchachos como si ya tuvieran un cortijo en Linares -en palabras del maestro Joaquín Vidal-, faltos de ambición, de ganas de competir entre ellos, de comerse al novillo y al mundo después y de lo que se ha dicho siempre resumiendo una actuación, estar en novillero.
Recuerdo siendo yo un chaval, más que leyendo, devorando la revista El Ruedo y la publicación semanal Dígame que mi padre compraba regularmente, cómo me fascinaban las crónicas que hablaban de la competencia novilleril entre Julio Aparicio y Litri; de un novillero apodado Chamaco que llenaba cinco días seguidos la Monumental de Barcelona… Eso, eso ya pasó a la historia o a mejor vida. Y el fracaso, resumiendo, es que hoy los novilleros salen a la plaza con un oficio “aprendido” pero sin curtir porque el aprendizaje y el oficio lo daba antes y así salieron los toreros que salieron, haciendo tapia en los tentaderos de las ganaderías, aprendiendo de lo que veían mendigando algunos capotazos y muletazos y lidiando vacas viejas y resabiadas en las plazas de carros de los pueblos en fiestas de forma que pasando mil fatigas y crueles experiencias eran ya doctores en tauromaquia antes de tomar la alternativa. Quede claro que no quiero hoy para estos muchachos el viaje en los topes o techos de los trenes, romanticismo aparte, ni vida a lo Currito de la Cruz, pero entre en lo de entonces y lo de hoy y a la vista de los resultados saquen sus propias conclusiones.
Y a esa uniformidad, mediocridad y monotonía hemos asistido en la novillada de esta tarde en Las Ventas. Los novillos salvo el tercero han sido noblotes, se les podía torear y hacerles cositas pero los novilleros empeñados en lo mismo, capotazo va y capotazo viene -“todavía no hemos visto torear a la verónica- gritó un espectador en el quinto de la tarde, muletazos y más muletazos todos iguales, acelerados, fuera de sitio y al hilo del pitón, naturales despegados, salvando coladas por falta de mando con el concreto resultado de la cogida de Diego San Román y los sucesivos arreones que lo levantaron tres veces salvándose de milagro, carencia de recursos e improvisación (recuerdo de Córdoba una colada terrorífica de un toro a Paco Camino, novillero, y cómo se lo sacó improvisando con una giraldilla que fue un primor y aún guardo en la retina) pero eso sí, saliendo de la cara del toro tirando puñetazo al aire y diciendo ahí queda eso cuando no ha quedado nada.
Al final no ha cabido distinguir un diestro de otro y sí convenir en ¡qué mal enseñados están!
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