DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
11 de julio del 2024. Novillada con picadores. 6 utreros, 6 de Couto de Fornilhos, de mansa condición y descastado fondo, para los siguientes tres novilleros, que realizaron su presentación en esta plaza:
SANTIAGO ESPLÁ, de celeste y oro:
1º: pinchazo en los medios, tres pinchazos en el tercio y tres descabellos. SILENCIO CON DOS AVISOS.
4º: metisaca en la suerte contraria y media estocada trasera. SILENCIO.
VALENTÍN HOYOS, de chenel y oro:
2º: metisaca, pinchazo en los bajos y estocada corta. LEVES PALMAS
5º: Estocada corta en los bajos. SILENCIO.
RUBÉN NÚÑEZ, de turquesa y oro:
3º: Estocada corta en los bajos. LEVES PITOS.
6º: Bajonazo en estocada entera. SILENCIO.
Asistencia al festejo: 8909 asistentes, según la empresa.
Presidencia: José Antonio Rodríguez San Román presidió correctamente, aunque pudo haber devuelto lo novillos lidiados en segundo y en tercer lugar por su flojera de remos.
Varios: Cabe destacar la soberbia brega de Juan Carlos Rey durante el segundo tercio del cuarto novillo, sabiendo andar al burel y dejando capotazos templados abriendo los vuelos del capote.
1º: Oliveiro, un utrero muy serio de hechuras y en la línea de Atanasio Fdez. Alto de agujas y con amplia caja. Manso y abanto de salida. Sale con la cara alta de los engaños. En el primer puyazo se le pega en la paletilla y barrenando. En el segundo, recibe un picotazo en la querencia del manso, saliendo suelto. Se paró pronto, debido a ser situado en los medios, donde soltaba la cara y embestía sin celo. Manso abanto de condición.
2º: Carpetano de gracia, serio de cara, pero muy montado, denotando exceso de romana para su desarrollo muscular. En la primera entrada se le picó trasero y barrenando, provocando una hemorragia relevante. En la segunda, se midió algo en castigo, saliendo suelto de ambas entradas. Tuvo un comportamiento suave, descastado, pero desplazándose con nobleza. Padeció la falta de fuerzas después de una faena muy dilatada y la lamentable labor del picador Alberto Sandoval. Su condición fue de manso descastado, de nobleza y prontitud, pero sin trasmisión alguna por su falta de celo.
3º:Noctámbulo presentó un tipo muy ligado a la línea del Atanasio, tremendamente serio por detrás, algo lavado de cara y con una pinta cárdena, hoy perdida en dicho encaste. En la primera entrada le hicieron la carioca y lo picaron más allá de los rubios con cierta saña. En la segunda, recibió un picotazo trasero sin meter las cuerdas. Salió suelto de ambos. Mantuvo durante toda la lidia su condición de manso descastado, así como su flojera.
4º: Salobro, de acapachada cara pero seria estampa, sufrió una escabechina en varas, con cuatro entradas al relance, recibiendo picotazos en la paletilla y barrenando, hecho que se ha vuelto costumbre por los picadores actuales. Su condición fue pastueña, ya que con mando hubiese ido a más, pero embestía sin casta ni, por ende, emoción.
5º: Impetuosito, de seria presencia (una auténtica belleza de novillo, que podría pasar como toro en la mayor parte de las plazas hoy) fue pronto en varas, pero apenas se empleó. Su comportamiento fue de manso boyante y pronto, saliendo suelto en ambas entradas al jaco.
6º: Surcadoro, un utrero con hechuras de toro por la altura de sus agujas y su desarrollado morrillo, aunque algo ensillado, cerró plaza. Se dejó pegar en ambas entradas, donde le dieron con saña, haciendo hilo al banderillero en el tercer par. Fue un manso geniudo y algo reservón, que acabó apagándose debido a la errónea elección del terreno de los medios para el trasteo.
Empezando por lo importante, la Plaza de Madrid ya no es ni sombra de lo que fue. En el plano artístico, la monotonía se ha impuesto como norma. Los jóvenes que hoy se acercan a los tendidos en gran medida acuden sin interés por lo que en el ruedo acaece y muestran mayor afición a aspectos superficiales que se han impuesto por encima de lo relevante. En el plano social, ha invadido la plaza un espectador falto de criterio y que va a pasar la noche, a lanzar en muchas ocasiones sus soflamas patrióticas y, en otras tantas, a ponerse hasta arriba de alcohol y comida basura, la cual ha sustituido el aroma tradicional a habano por el de la vasta fritanga, que deja su populachero olor en los tendidos altos de Sol. Incluso, el propio runrún que caracterizó siempre a la Plaza de Madrid, propio de su esencia dialogante y democrática, ha sido sustituido de forma autoritaria a través de inoportunos asistentes por un silencio cínico, que más que parecer aquello Las Ventas parecía el silencio sepulcral de una ópera en el Teatro Real, creando en mí una sensación hilarante, como si la Plaza de Madrid se hubiese convertido en una caricatura bufonesca.
En la tercera novillada de las tradicionales nocturnas de julio, hoy bajo el lema comercial “Cénate Las Ventas”, volvimos a presenciar el continuo tránsito de espectadores por los pasillos externos de los tendidos altos durante la lidia, hecho que es contrario a lo establecido en el Reglamento de Espectáculos Taurinos, tantas veces hoy profanado en buena parte de sus artículos.
Centrándonos en lo acaecido durante el festejo, cabe destacar que la novillada del hierro luso Couto de Fornilhos, de muy seria estampa, recordó a los encierros de utreros que veíamos por costumbre años atrás. Por el contrario, el comportamiento de dichos astados estuvo desprovisto del componente que genera la emoción en este espectáculo, la casta. Fue una novillada en donde la mansedumbre abundó, aunque hubo varios novillos que tuvieron posibilidades si estas hubiesen sido aprovechadas por unos novilleros que entre su falta de oficio y sus monótonas maneras aventuran un futuro profundamente desalentador.
Santiago Esplá, el cual se presentó con un terno celeste y oro que recordaba a aquel que portó su tío Luis Francisco frente a Poleo en dicha monumental faena, mostró querer agradar a través de su variedad en quites, aunque su falta de apresto y el verdor de su oficio restaron posibilidades para que dejase huella. De hecho, con las banderillas, a pesar de sus continuos errores a la hora de clavar, recordaron las maneras alegres y de andares sabios tan ligados a los de su alicantina dinastía. Con el primero, un manso que iba y venía sin celo, dejó unos pares reunidos, pero se alargó en exceso sin dejar una tanda limpia. Mostró muchas dificultades a la hora de realizar el volapié, encimando en exceso y lanzándose sobre el toro sin echar la muleta al hocico. Frente al cuarto, el más complejo del encierro, anduvo sin mando, centrándose más en salir de la cara del toro con un garboso desplante que en cuajarlo, sacándolo a los medios sin justificación alguna.
Valentín Hoyos quitó al segundo por gaoneras, a las que el burel embistió con suavidad y certeza. Después de una auténtica escabechina por parte del picador Alberto Sandoval, el novillo se vino abajo. Hoyos, seguramente por su hambre y su necesidad de triunfo, mostró falta de sentido de la medida de la faena, ya que el utrero pedía un trasteo a media altura y sin obligarlo, debido a su falta de fuerzas, y que esta fuese breve, sin probaturas. Acabó aburriendo al personal y finalizando con un sainete con los aceros. Frente al quinto, un novillo de presencia extremadamente portentosa que embestía con prontitud no consiguió acoplarse, ya que de tanto disminuir las distancias de un toro que pedía sitio acabó subiéndosele a las barbas. Volvió a extenderse en exceso, sin vender una escoba, finalizando de nuevo su labor con una estocada corta en los bajos. Podemos sacar de positivo en este novillero, de cara al futuro, que basó ambos trasteos en el toreo fundamental y en la zocata, aunque ha de mejorar respecto a la elección de los terrenos, la cual es esencial para que el toro muestre lo mejor de sí.
Rubén Núñez fue el novillero al que se notó más avezado, a pesar de que, al igual que sus compañeros de terna, también las pasó canutas para dar muerte a los astados. Basó la faena al tercero en la mano izquierda y dejó algún natural templado en los adentros. Mostró los engaños con cierta clarividencia y pureza, aunque finalizó la faena sin que esta adquiera altos vuelos, cerrando con unas bernardinas ante un utrero que padecía una falta evidente de fuerzas. Frente al que cerró plaza, inició de rodillas citando de largo a un novillo que se vino arriba en banderillas y que mostró cierta dificultad en los medios, ya que soltaba la cara al sentirse fuera de su querencia natural de manso. Acabó apagándose pronto y Rubén Núñez anduvo bastante monótono, cerrando así la tercera novillada de un certamen que de nuevo está mostrando la triste realidad del escalafón menor, que, al igual que el mayor, tiene serios problemas de talento, de diferenciación y de auténtico compromiso. Esperemos que el necesario espíritu de superación haga mejorar a estos tres novilleros, que, en una noche muy calurosa, se presentaron en la Plaza de Madrid, la cual, después del festejo, sonaba a ritmos de bullanga musical, audible a varios kilómetros a la redonda.
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